Antes de que su captura dispare un incidente internacional de proporciones, el Chong Chon Gang ya venía navegando aguas peligrosas. En los últimos cuatro años, en orden cronológico, el viejo buque mercante (1977) de bandera norcoreana se había tiroteado con piratas somalíes en el mar Arábigo, sufriendo la baja de dos marineros heridos por el impacto de un misil RPG; había anclado en la base naval que Rusia mantiene en Tartus, Siria, en los albores de la guerra civil en ese país; había sido confiscado en el puerto de Oktiabrsk por autoridades ucranianas que le habían encontrado heroína sintética y munición para rifles automáticos AK 47; había sido denunciado por Egipto por llevar “un cargamento peligroso” y había pasado por Pyongyang y La Habana, hasta que finalmente fue apresado el 15 de julio pasado en la entrada al canal de Panamá.
Era como si lo estuvieran esperando. El ministro de Seguridad panameño informó que el abordaje de las autoridades de su país fue resistido por la tripulación norcoreana y que el capitán del barco sufrió o fingió un ataque al corazón y luego intentó suicidarse. Como los marineros se negaron a levantar el ancla, los panameños tuvieron que cortarla para mover la nave, contó el ministro. El Chong Chon Gang fue abordado en la ex base militar estadounidense de Fort Sherman, en la punta del canal, donde la tripulación de 35 norcoreanos quedó detenida en una dependencia militar panameña. Ese mismo día, rodeado por cámaras de televisión que transmitían en vivo, llegó al barco el mismísimo presidente de Panamá, Ricardo Martinelli. Subido a bordo mientras lo enfocaban desde el muelle, el presidente supervisó la requisa como si fuera un funcionario judicial. Martinelli es un magnate de los supermercados devenido en político exitoso, transitando su segundo mandato, a quien le gusta tuitear fotos y noticias de sus encuentros con famosos como Robert de Niro o Carlos Slim. Cuando terminó el allanamiento de la nave norcoreana Martinelli tuiteó una foto. Mostraba la punta de una estructura mecánica de acero pintado de marrón, dentro de las paredes metálicas acanaladas de un contenedor de carga (twitter.com/rmartinelli/status/356968267019083776/photo/1). “Panamá capturo barco de bandera Norcoreana proveniente de cuba con cargamento bélico no declarado,” escribió el presidente en el tiut que acompañaba la imagen. Así, a las apuradas, con “cuba” escrita en minúscula y “capturo” sin acento. Así fue como se dio a conocer esta historia.
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sábado, 27 de julio de 2013
sábado, 20 de julio de 2013
Nueve topos - Por Santiago O'Donnell
Son nueve los topos acusados de espionaje por filtrar información secreta a periodstas en toda la historia de Estados Unidos. Son nueve pero antes del gobierno de Obama sólo habían sido tres. Tres en toda la historia de Estados Unidos. Desde entonces Obama ya enjuició a seis. Seis topos en seis años. El dato refleja el nivel de nerviosismo alcanzado por la Casa Blanca bajo el presente mandato, producto de su falta de capacidad para controlar el flujo de información supuestamente secreta y potencialmente vergonzante. Cada vez más, esa información baja a la esfera públca a través de empleados infieles con acceso privilegiado a los servicios de inteligencia y las agencias de seguridad. Las reacciones espasmódicas y sobreactuadas de las máximas autoridades estadounidenses, producto del citado nerviosismo, incluyen por supuesto el torpe e inadmisible acoso a Evo Morales, falsamente acusado de esconder a un topo en su avión presidencial, y la presión diplomática a nivel mundial para lograr la repatriación de ese topo, el ex contratista de la CIA Edward Snowden, quien lleva varias semanas en un aeropuerto ruso esperando que se le conceda asilo en ese país.
Son nueve pero topos no es la palabra exacta para decribirlos, al menos no como se usa esa imagen en Argentina. Estos topos no son doble agentes. No fueron plantados por nadie para extraer información de determinado lugar. Son más parecidos a lo que acá se conoce como arrepentidos, pero no asumen la carga de culpa que el arrepentimiento sugiere. En Estados Unidos son concidos como “sopla-silbatos”. Son personas que llegan a un lugar, ven algo malo y lo denuncian públicamente, valiéndose de un medio de comunicación. Metafòricamente “soplan el silbato” para denunciar y corregir una injusticia, como un referí que pita para frenar una acción ilegal en una cancha de fútbol. El “sopla-silbato” es una institución respetada en Estados Unidos. Existen asociaciones de sopla-silbatos, premios para los mejores sopla-silbatos y hasta leyes para defender a los sopla-silbatos. Pero el gobierno de Obama los trata como topos, o sea espías. Una breve recorrida por sus historias ayuda a entender por qué.
I y II
Daniel Ellsberg y Anthony Russo.
Son los responsables por la publicación de los llamados “Papeles del Pentágono” la segunda filtración más grande de la historia de Estados Unidos después de la de Wikileaks. Ellsberg y Russo trabajaban para Rand Corporation, un contratista del Pentágono. En 1969 fotocopiaron más de cuatro mil documentos secretos a los que tenían acceso y se los pasaron primero a distintos miembros del Congreso para que los hagan públicos, pero los legisladores se negaron. Entonces se los pasaron a The New York Times y The Washington Post, que aceptaron publicar, aún bajo amenaza de la Casa Blanca de hacerlos perder sus licencias televisivas. Los documentos mostraban que el gobierno estadounidense sabía desde el principio que no ganaría la guerra y que la guerra costaría muchos más muertos de lo que el gobierno admitía y que el presidente Lyndon Johnson y miembros de su gabinete le habían mentido al Capitolio al informar sobre el curso de la guerra. La publicación de los papeles en 1971 aceleró la retirada estadounidense. En 1973 Ellsberg y Russo fueron juzgados en Los Angeles por espionaje, conspiración y otros cargos, un paquete acumulado de 115 años de cárcel si fueran hallados culpables. “Sentí que como ciudadano estadounidense, como ciudadano responsable, no podía seguir cooperando con el encubrimiento de esta información. Al hacerlo claramente asumo el riesgo y estoy preparado para asumir las consecuencia de esta decisión,” declaró Ellsberg al comenzar el juicio. Durante el proceso la defensa demostró que el gobierno de Nixon había juntado pruebas en contra de los acusados de manera ilegal, incluyendo seguimientos y pinchaduras telefónicas no autorizadas. El juez desestimó las pruebas ilegales y la fiscalía se quedó sin caso. Fueron sobreseídos. Años más tarde, en el 2011, Ellsberg (foto) haría campaña por la libertad de otro topo acaso tan famoso como él , el soldado Bradley Manning. Por entonces ya era un importante colaborador y embajador de Wikileaks, el sitio de divulgación de megafiltraciones fundado y dirigido por un ex hacker australiano llamado Julian Assange.
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III
Samuel Loring Morison
Agente de inteligencia de la Marina, nieto de un contraalmirante. Loring Morison fue condenado a dos años de cárcel por espionaje y robo de información en 1985. Filtró dos fotos satelitales, una de un portaaviones ruso y otra de un vehículo anfibio ruso, a la prestigiosa revista británica de temas militares, Jane´s Defence Weekly, de la cual era colaborador. En 1985 el gobierno de Reagan lo acusó de espionaje y robo de información gubernamental. Loring Morison se declaró inocente y dijo que había filtrado las fotos por razones patrióticas. “El público debería ser consciente de lo que pasa del otro lado,” explicó. “Si los estadounidenses supieran lo que están haciendo los soviéticos, aumentarían el presupuesto de defensa. Los fiscales lo acusaron de hacerlo por dinero, aunque la revista le pagaba cinco mil dólares al año por sus artículos. Un jurado lo condenó a dos años de prisión en suspenso. Recibió un indulto presidencial el 20 de enero del 2001, último día del mandato de Bill Clinton.
IV
Thomas Drake.
El hombre que inspiró a Snowden. Drake era un agente “senior” de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, en inglés). Currículum intachable, militar condecorado, experto en computación y criptología, profesor de la escuela de guerra de Fuerte McNair, Washington D,C,. testigo del juicio por 9-11, donde en represención de la NSA debió explicar las fallas en el sistema, tenía acceso a los secretos más secretos del país cuando empezó a pasar información sobre el malgasto y los abusos que ocurrían en la agencia. Año 2000. En ese momento, como ahora, la agencia se dedicaba al espionaje masivo de personas. Según contaría Drake, en ese momento Estados Unidos venía probando un programa secreto para interceptar masivamente datos de internet. El programa, llamado “Thinthread”, le gustaba a Drake porque garantizaba la privacidad a traves de la encriptación automática de los datos recogidos. La información permanecía encriptada hasta que se identificaba a una “persona peligrosa”. En ese caso el mismo programa informático hacía que los datos se des-encripten autmáticamente. Sin embargo, según Drake, la NSA había eligido otro programa, uno mucho más intrusivo. Se llamaba “Project Trailblazer” y no respetaba la privacidad de nadie. Según denunciaría Drake, “Project Trailblazer”, además de invasivo, era ineficiente y mal manejado y costaba cientos de millones de dólares malgastados. Filtró la denuncia a personas clave del comité de inteligencia del Senado estadounidense, quienes presentaron un informe a la Inspección General de la Nación. El Inspector General le dio la razón a los denunciantes: según su informe, la NSA había gastado 1,200 millones en “Project Trailblazer", cuando se podía haber logrado lo mismo por tres millones. En su parte dispositiva, el informe impuso restricciones a la NSA para desarrollar programas por encima de cierto costo. Pero según Drake, básicamente la NSA siguió espiando de forma masiva e ineficiente. Entonces, en el 2005 y el 2006, le pasó información una periodista del diario The Baltimore Sun, aunque él dice que nunca le contó nada demasiado secreto. En el 2007 el FBI allanó la casa de Drake y se llevó sus libros, documentos y computadoras. El Departamento de Justicia le inició una causa y en el 2010 un Gran Jurado lo acusó de once delitos, incluyendo cinco casos de espionaje. Drake se declaró inocente. “Hice lo que hice con la profunda convicción de que mi deber es hacia los ciudadanos de Estados Unidos...yo sabía que no hay que espiar a los estadounidenses y que tenìamos el deber de gastar sabiamente el dinero de los contribuyentes estadounidenses,” declaró al conocer la acusación. La noticia armó cierto revuelo y hubo artículos en los principals diarios y revistas del país. La Casa Blanca debió explicar que no estaba en contra de los sopla-silbatos. En mayo del 2011, poco después de que el caso se ventilara en el prime time de 60 Minutes el fiscal del Departamento de Justicia hizo una oferta que Drake consideró demasiado buena como para ser rechazada. A cambio de que Drake se declarase culpable de “excederse en el uso autorizado de computadoras de gobierno ", el gobierno desistía de los once cargos que había presentado el Gran Jurado . Bajo el acuerdo, Drake fue sentenciado a un año de prisión en suspenso y trabajo comunitario. Poco más de dos años después de esa sentencia otro empleado del NSA denunciaría que la agencia hacía espionaje a gran escala de teléfonos celulares, sitios web y redes sociales, tanto de ciudadanos estadounidenses como de líderes mundiales, universidades extranjeras y organismos multilaterales. Se trata del ex contratista de la CIA Edward Snowden cuya historia y revelaciones ya recorrieron el mundo, mientras él permanece en un aeropuerto de Moscù a la espera de que se le conceda asilo, algo que el presidente ruso dijo que estaba dispuesto a hacer. Snowden dice que lo inspiró Drake.
V
Shamai Leibowitz.
Abogado, doble nacionalidad estadounidense e israelí. En el 2007 trabajaba como traductor de hebreo para el FBI. Filtró transcripciones de pinchaduras de la embajada israelí en Washington, mostrando cómo la Casa Blanca espiaba a uno de sus aliados más cercanos. Sacó unas 200 páginas con las transcripciones del edificio del FBI y se las entregó al bloguero Richard Silverstein del blog “Tikum Olan: hacer del mundo un lugar mejor.” En mayo del 2010 un juez federal de Maryland lo condenó a 20 meses de libertad vigilada en una casa de transición y pèrdida de su licencia de abogado tras declararse culpable de un cargo de “revelar información clasificada”. Según The Washington Post, En la audiencia de sentencia , Leibowitz reconocíó que había cometido un error en la forma en que dio a conocer la información, pero que creía que había estado bien en divulgar las transcripciones porque “revelan violaciones de la ley.” Leiboweitz no volvió a hablar del tema pero el bloguero Silverstein le dijo a The New York Times: “El señor Leibowitz entregó los documentos porque le preocupaba el esfuerzo agresivo de Israel para influenciar a la opinión pública (estadounidense), y miedo de que Israel pueda atacar instalaciones nucleares de Irán, movida que veía como potencialmente desastrosa.”
VII
Bradley Manning.
Apenas un soldado raso asignado a una oficina de inteligencia de la segunda división de la décima brigada de combate del ejército estadounidense que ocupaba Irak. Operando desde su oscura oficina en Bagdad, el soldado Manning habría realizado la filtración más importante de la historia de Estados Unidos, más de 500.000 cables militares y 250.000 cables diplomáticos que serían difundidos a través del sitio Wikileaks en abril y noviembre del 2010, generando una gran conmoción en todo el mundo. Manning fue arrestado en mayo de ese año y alojado en una prisión militar de Quantico, Virginia, donde permaneció once meses aislado en una celda de dos por un metro, mientras sus interrogadores intentaban forzarlo a involucar a Julian Assange, director de Wikileaks, en un supuesto complot para perjudicar a Estados Unidos. Según el Relator Especial para la Tortura de las Naciones Unidas, el argentino Juan Mendez, Manning fue sometido a “un trato cruel, degradante e inhumano ”. En una carta dirigida al gobierno estadounidense en diciembre del 2010 Mendez escribió: “El régimen de confinamiento solitario fue impuesto con la intención de obligarlo a `cooperar' con las autoridades, supuestamente con el propósito de convencerlo de que involucre a otros.” Lo acusaron de 22 crímenes incluyendo "ayudar al enemigo," que conlleva la pena de muerte."Sentí que estábamos arriesgando tanto (en Irak) por gente que no parecía dispuesta a cooperar con nosotros, causando enojo y frustración en los dos bandos. También me deprimió que pasaban los años y seguíamos en la misma situación...Al intentar acciones de contraterrorismo y contrainsurgencia, nos obsesionamos con capturar o eliminar a los blancos humanos en nuestras listas," afirmó durante el juicio. En febrero de este año se declaró culpable de diez de los 22 delitos por los que había sido acusado, por lo que podría recibir una sentencia de hasta 20 años de cárcel.
VIII
Jeffrey Sterling
Ex agente de la CIA acusado de filtrar información a un periodista de The New York Times sobre una fallida operación de inteligencia del gobierno de Clinton llamada "Operación Merlin" (2003). La maniobra consistía en sabotear el programa nuclear iraní a través del suministro de planos truchos a un científico nuclear ruso que había cambiado de bando y actuaba de doble agente para los estadounidenses. Según escribió el periodista, el plan salió mal porque el científico se puso nervioso, confesó y terminó ayudando a los iraníes a corregir los errores en los planos. Sterling, de origen afroamericano, dejó la CIA en el 2002 después de hacerle juicio a la agencia por discriminación racial. En diciembre de 2010 Sterling vivía en Saint Louis y se dedicaba a investigar fraudes contra los jubilados y los pobres en el programa federal de salud, cuando el Departamento de Defensa sorpresivamente de diez crímenes, incluyendo espionaje, revelar información de defensa nacional, fraude al correo y obstrucción de justicia. Dos semanas más tarde lo metieron preso y lo trasladaron a una cárcel de Virginia, muy cerca de la sede de la CIA. Sterling se declaró inocente y el juicio aún no comenzó.
IX
John Kiriakou.
Este ex jefe de contrainteligencia de la CIA en Pakistán, es responsable de hacer público que a partir del 9-11 la CIA empezó a practicar la técnica de interrogatorio forzado conocida como "submarino," método que Kiriakou no dudó en denunciar como tortura. Kiriakou había trabajado diez años en la CIA cuando se retiró en el 2004 para aceptar un trabajo en la firma contable Delloite & Touche. A partir del 2007 empezó a hablar sobre las torturas de la CIA en varios programs periodísticos, y rápidamente se convirtió en el experto en el tema más requerido por los periodistas. En algunos de esos programas contó cómo un líder de la red terrorista Al Qaida, llamado Abu Zubayda, había sido sometido al submarino 83 veces por interrogadores de la CIA. Kiriakou lo sabía bien porque él mismo había dirigido el arresto de Abu Zubayda en Pakistán y su posterior traslado a una cárcel de Afganistán En el 2010, siendo ya consultor en terrorismo de la cadena ABC, Kiriakou escribió un libro autobiográfico llamado El Espía Reticente: mi vida secreta en la Guerra al Terror de la CIA. En enero del año pasado fue acusado de pasarle información clasificada a periodistas, de revelar la identidad de un agente encubierto y de mentirle a un panel de la CIA para poder sacar su libro. Kiriakou se declaró inocente pero a principio de año fue condenado a veinte meses de prisión de cumplimiento efectivo. El tres de julio Kiriakou escribió una carta abierta desde la cárcel de Loretto, Pennsylvania, donde cumple su pena, dirigida a Snowden, el topo varado en el aeropuerto de Moscú."Gracias por sus revelaciones de desmanejos del gobierno en las últimas semanas," escribió Kiriakou. "Le has hecho un gran servicio al país.Yo sé como se siente el tener todo el peso del mundo sobre tus hombros en este momento pero cuando los estadounidenses empiecen a darse cuenta que nos estamos convirtiendo en un estado policial, con la pérdida de derechos civiles que eso implica, verán tus acciones por lo que son: heroicas."
Son nueve los topos. Son la última línea de defensa en contra de la sociedad totalitaria del Gran Hermano que imaginó Orwell en 1984. A partir de lo que cuentan estos sopla-silbatos, resulta tentador denunciar a Estados Unidos como el gendarme del mundo que subyuga y somete a los demás países con su fenomenal aparato de espionaje. Pero más allá de la persecución y el castigo que sufren y sufrieron estos denunciantes, la reciente proliferación de estos defensores de la libertad de expresión y el derecho a la privacidad dentro de las agencias de inteligencia no parece casual. Así como refleja los excesos del aparato de seguridad estatal, también muestra cómo el mismo sistema estadounidense genera anticuerpos contra esos abusos. No todas las potencias que hoy compiten por la hegemonía global se permiten esos lujos.
Son nueve pero topos no es la palabra exacta para decribirlos, al menos no como se usa esa imagen en Argentina. Estos topos no son doble agentes. No fueron plantados por nadie para extraer información de determinado lugar. Son más parecidos a lo que acá se conoce como arrepentidos, pero no asumen la carga de culpa que el arrepentimiento sugiere. En Estados Unidos son concidos como “sopla-silbatos”. Son personas que llegan a un lugar, ven algo malo y lo denuncian públicamente, valiéndose de un medio de comunicación. Metafòricamente “soplan el silbato” para denunciar y corregir una injusticia, como un referí que pita para frenar una acción ilegal en una cancha de fútbol. El “sopla-silbato” es una institución respetada en Estados Unidos. Existen asociaciones de sopla-silbatos, premios para los mejores sopla-silbatos y hasta leyes para defender a los sopla-silbatos. Pero el gobierno de Obama los trata como topos, o sea espías. Una breve recorrida por sus historias ayuda a entender por qué.
I y II
Daniel Ellsberg y Anthony Russo.
Son los responsables por la publicación de los llamados “Papeles del Pentágono” la segunda filtración más grande de la historia de Estados Unidos después de la de Wikileaks. Ellsberg y Russo trabajaban para Rand Corporation, un contratista del Pentágono. En 1969 fotocopiaron más de cuatro mil documentos secretos a los que tenían acceso y se los pasaron primero a distintos miembros del Congreso para que los hagan públicos, pero los legisladores se negaron. Entonces se los pasaron a The New York Times y The Washington Post, que aceptaron publicar, aún bajo amenaza de la Casa Blanca de hacerlos perder sus licencias televisivas. Los documentos mostraban que el gobierno estadounidense sabía desde el principio que no ganaría la guerra y que la guerra costaría muchos más muertos de lo que el gobierno admitía y que el presidente Lyndon Johnson y miembros de su gabinete le habían mentido al Capitolio al informar sobre el curso de la guerra. La publicación de los papeles en 1971 aceleró la retirada estadounidense. En 1973 Ellsberg y Russo fueron juzgados en Los Angeles por espionaje, conspiración y otros cargos, un paquete acumulado de 115 años de cárcel si fueran hallados culpables. “Sentí que como ciudadano estadounidense, como ciudadano responsable, no podía seguir cooperando con el encubrimiento de esta información. Al hacerlo claramente asumo el riesgo y estoy preparado para asumir las consecuencia de esta decisión,” declaró Ellsberg al comenzar el juicio. Durante el proceso la defensa demostró que el gobierno de Nixon había juntado pruebas en contra de los acusados de manera ilegal, incluyendo seguimientos y pinchaduras telefónicas no autorizadas. El juez desestimó las pruebas ilegales y la fiscalía se quedó sin caso. Fueron sobreseídos. Años más tarde, en el 2011, Ellsberg (foto) haría campaña por la libertad de otro topo acaso tan famoso como él , el soldado Bradley Manning. Por entonces ya era un importante colaborador y embajador de Wikileaks, el sitio de divulgación de megafiltraciones fundado y dirigido por un ex hacker australiano llamado Julian Assange.
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III
Samuel Loring Morison
Agente de inteligencia de la Marina, nieto de un contraalmirante. Loring Morison fue condenado a dos años de cárcel por espionaje y robo de información en 1985. Filtró dos fotos satelitales, una de un portaaviones ruso y otra de un vehículo anfibio ruso, a la prestigiosa revista británica de temas militares, Jane´s Defence Weekly, de la cual era colaborador. En 1985 el gobierno de Reagan lo acusó de espionaje y robo de información gubernamental. Loring Morison se declaró inocente y dijo que había filtrado las fotos por razones patrióticas. “El público debería ser consciente de lo que pasa del otro lado,” explicó. “Si los estadounidenses supieran lo que están haciendo los soviéticos, aumentarían el presupuesto de defensa. Los fiscales lo acusaron de hacerlo por dinero, aunque la revista le pagaba cinco mil dólares al año por sus artículos. Un jurado lo condenó a dos años de prisión en suspenso. Recibió un indulto presidencial el 20 de enero del 2001, último día del mandato de Bill Clinton.
IV
Thomas Drake.
El hombre que inspiró a Snowden. Drake era un agente “senior” de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, en inglés). Currículum intachable, militar condecorado, experto en computación y criptología, profesor de la escuela de guerra de Fuerte McNair, Washington D,C,. testigo del juicio por 9-11, donde en represención de la NSA debió explicar las fallas en el sistema, tenía acceso a los secretos más secretos del país cuando empezó a pasar información sobre el malgasto y los abusos que ocurrían en la agencia. Año 2000. En ese momento, como ahora, la agencia se dedicaba al espionaje masivo de personas. Según contaría Drake, en ese momento Estados Unidos venía probando un programa secreto para interceptar masivamente datos de internet. El programa, llamado “Thinthread”, le gustaba a Drake porque garantizaba la privacidad a traves de la encriptación automática de los datos recogidos. La información permanecía encriptada hasta que se identificaba a una “persona peligrosa”. En ese caso el mismo programa informático hacía que los datos se des-encripten autmáticamente. Sin embargo, según Drake, la NSA había eligido otro programa, uno mucho más intrusivo. Se llamaba “Project Trailblazer” y no respetaba la privacidad de nadie. Según denunciaría Drake, “Project Trailblazer”, además de invasivo, era ineficiente y mal manejado y costaba cientos de millones de dólares malgastados. Filtró la denuncia a personas clave del comité de inteligencia del Senado estadounidense, quienes presentaron un informe a la Inspección General de la Nación. El Inspector General le dio la razón a los denunciantes: según su informe, la NSA había gastado 1,200 millones en “Project Trailblazer", cuando se podía haber logrado lo mismo por tres millones. En su parte dispositiva, el informe impuso restricciones a la NSA para desarrollar programas por encima de cierto costo. Pero según Drake, básicamente la NSA siguió espiando de forma masiva e ineficiente. Entonces, en el 2005 y el 2006, le pasó información una periodista del diario The Baltimore Sun, aunque él dice que nunca le contó nada demasiado secreto. En el 2007 el FBI allanó la casa de Drake y se llevó sus libros, documentos y computadoras. El Departamento de Justicia le inició una causa y en el 2010 un Gran Jurado lo acusó de once delitos, incluyendo cinco casos de espionaje. Drake se declaró inocente. “Hice lo que hice con la profunda convicción de que mi deber es hacia los ciudadanos de Estados Unidos...yo sabía que no hay que espiar a los estadounidenses y que tenìamos el deber de gastar sabiamente el dinero de los contribuyentes estadounidenses,” declaró al conocer la acusación. La noticia armó cierto revuelo y hubo artículos en los principals diarios y revistas del país. La Casa Blanca debió explicar que no estaba en contra de los sopla-silbatos. En mayo del 2011, poco después de que el caso se ventilara en el prime time de 60 Minutes el fiscal del Departamento de Justicia hizo una oferta que Drake consideró demasiado buena como para ser rechazada. A cambio de que Drake se declarase culpable de “excederse en el uso autorizado de computadoras de gobierno ", el gobierno desistía de los once cargos que había presentado el Gran Jurado . Bajo el acuerdo, Drake fue sentenciado a un año de prisión en suspenso y trabajo comunitario. Poco más de dos años después de esa sentencia otro empleado del NSA denunciaría que la agencia hacía espionaje a gran escala de teléfonos celulares, sitios web y redes sociales, tanto de ciudadanos estadounidenses como de líderes mundiales, universidades extranjeras y organismos multilaterales. Se trata del ex contratista de la CIA Edward Snowden cuya historia y revelaciones ya recorrieron el mundo, mientras él permanece en un aeropuerto de Moscù a la espera de que se le conceda asilo, algo que el presidente ruso dijo que estaba dispuesto a hacer. Snowden dice que lo inspiró Drake.
V
Shamai Leibowitz.
Abogado, doble nacionalidad estadounidense e israelí. En el 2007 trabajaba como traductor de hebreo para el FBI. Filtró transcripciones de pinchaduras de la embajada israelí en Washington, mostrando cómo la Casa Blanca espiaba a uno de sus aliados más cercanos. Sacó unas 200 páginas con las transcripciones del edificio del FBI y se las entregó al bloguero Richard Silverstein del blog “Tikum Olan: hacer del mundo un lugar mejor.” En mayo del 2010 un juez federal de Maryland lo condenó a 20 meses de libertad vigilada en una casa de transición y pèrdida de su licencia de abogado tras declararse culpable de un cargo de “revelar información clasificada”. Según The Washington Post, En la audiencia de sentencia , Leibowitz reconocíó que había cometido un error en la forma en que dio a conocer la información, pero que creía que había estado bien en divulgar las transcripciones porque “revelan violaciones de la ley.” Leiboweitz no volvió a hablar del tema pero el bloguero Silverstein le dijo a The New York Times: “El señor Leibowitz entregó los documentos porque le preocupaba el esfuerzo agresivo de Israel para influenciar a la opinión pública (estadounidense), y miedo de que Israel pueda atacar instalaciones nucleares de Irán, movida que veía como potencialmente desastrosa.”
VI
Stephen Jin-Woo Kim
Experto en desarme nacido en Corea del Sur, máster de Harvard en Seguridad Nacional, doctorado de Yale en Historia Militar, contratista del Departamento de Estado, programa de Seguridad Nacional del laboratorio Lawrence Livermore. En junio del 2009 le pasó a un periodista de Fox News el dato de que Norcorea preparaba ensayos nucleares. En agosto del 2010 fue acusado de espionaje y de haberle mentido al FBI acerca de su reunión con el periodista. Sus abogados dicen que lo del ensayo nuclear norcoreano ya se sabía, que el libro del periodista Bob Woodward, Las guerras de Obama , contiene mucha más información clasificada que la que puede haber divulgado Kim en su conversación con el hombre de la Fox. En una página creada para apoyar la defensa de Kim su hermana escribió: “Estoy tan orgullosa del hombre que terminó siendo mi hermano, y mi mayor deseo es que se le permita volver, salir airoso de esta acusación tan dolorosa, con su cordura, respeto, integridad y dignidad intactas, para continuar su vida con su familia en su amado país.
VII
Bradley Manning.
Apenas un soldado raso asignado a una oficina de inteligencia de la segunda división de la décima brigada de combate del ejército estadounidense que ocupaba Irak. Operando desde su oscura oficina en Bagdad, el soldado Manning habría realizado la filtración más importante de la historia de Estados Unidos, más de 500.000 cables militares y 250.000 cables diplomáticos que serían difundidos a través del sitio Wikileaks en abril y noviembre del 2010, generando una gran conmoción en todo el mundo. Manning fue arrestado en mayo de ese año y alojado en una prisión militar de Quantico, Virginia, donde permaneció once meses aislado en una celda de dos por un metro, mientras sus interrogadores intentaban forzarlo a involucar a Julian Assange, director de Wikileaks, en un supuesto complot para perjudicar a Estados Unidos. Según el Relator Especial para la Tortura de las Naciones Unidas, el argentino Juan Mendez, Manning fue sometido a “un trato cruel, degradante e inhumano ”. En una carta dirigida al gobierno estadounidense en diciembre del 2010 Mendez escribió: “El régimen de confinamiento solitario fue impuesto con la intención de obligarlo a `cooperar' con las autoridades, supuestamente con el propósito de convencerlo de que involucre a otros.” Lo acusaron de 22 crímenes incluyendo "ayudar al enemigo," que conlleva la pena de muerte."Sentí que estábamos arriesgando tanto (en Irak) por gente que no parecía dispuesta a cooperar con nosotros, causando enojo y frustración en los dos bandos. También me deprimió que pasaban los años y seguíamos en la misma situación...Al intentar acciones de contraterrorismo y contrainsurgencia, nos obsesionamos con capturar o eliminar a los blancos humanos en nuestras listas," afirmó durante el juicio. En febrero de este año se declaró culpable de diez de los 22 delitos por los que había sido acusado, por lo que podría recibir una sentencia de hasta 20 años de cárcel.
VIII
Jeffrey Sterling
Ex agente de la CIA acusado de filtrar información a un periodista de The New York Times sobre una fallida operación de inteligencia del gobierno de Clinton llamada "Operación Merlin" (2003). La maniobra consistía en sabotear el programa nuclear iraní a través del suministro de planos truchos a un científico nuclear ruso que había cambiado de bando y actuaba de doble agente para los estadounidenses. Según escribió el periodista, el plan salió mal porque el científico se puso nervioso, confesó y terminó ayudando a los iraníes a corregir los errores en los planos. Sterling, de origen afroamericano, dejó la CIA en el 2002 después de hacerle juicio a la agencia por discriminación racial. En diciembre de 2010 Sterling vivía en Saint Louis y se dedicaba a investigar fraudes contra los jubilados y los pobres en el programa federal de salud, cuando el Departamento de Defensa sorpresivamente de diez crímenes, incluyendo espionaje, revelar información de defensa nacional, fraude al correo y obstrucción de justicia. Dos semanas más tarde lo metieron preso y lo trasladaron a una cárcel de Virginia, muy cerca de la sede de la CIA. Sterling se declaró inocente y el juicio aún no comenzó.
IX
John Kiriakou.
Este ex jefe de contrainteligencia de la CIA en Pakistán, es responsable de hacer público que a partir del 9-11 la CIA empezó a practicar la técnica de interrogatorio forzado conocida como "submarino," método que Kiriakou no dudó en denunciar como tortura. Kiriakou había trabajado diez años en la CIA cuando se retiró en el 2004 para aceptar un trabajo en la firma contable Delloite & Touche. A partir del 2007 empezó a hablar sobre las torturas de la CIA en varios programs periodísticos, y rápidamente se convirtió en el experto en el tema más requerido por los periodistas. En algunos de esos programas contó cómo un líder de la red terrorista Al Qaida, llamado Abu Zubayda, había sido sometido al submarino 83 veces por interrogadores de la CIA. Kiriakou lo sabía bien porque él mismo había dirigido el arresto de Abu Zubayda en Pakistán y su posterior traslado a una cárcel de Afganistán En el 2010, siendo ya consultor en terrorismo de la cadena ABC, Kiriakou escribió un libro autobiográfico llamado El Espía Reticente: mi vida secreta en la Guerra al Terror de la CIA. En enero del año pasado fue acusado de pasarle información clasificada a periodistas, de revelar la identidad de un agente encubierto y de mentirle a un panel de la CIA para poder sacar su libro. Kiriakou se declaró inocente pero a principio de año fue condenado a veinte meses de prisión de cumplimiento efectivo. El tres de julio Kiriakou escribió una carta abierta desde la cárcel de Loretto, Pennsylvania, donde cumple su pena, dirigida a Snowden, el topo varado en el aeropuerto de Moscú."Gracias por sus revelaciones de desmanejos del gobierno en las últimas semanas," escribió Kiriakou. "Le has hecho un gran servicio al país.Yo sé como se siente el tener todo el peso del mundo sobre tus hombros en este momento pero cuando los estadounidenses empiecen a darse cuenta que nos estamos convirtiendo en un estado policial, con la pérdida de derechos civiles que eso implica, verán tus acciones por lo que son: heroicas."
Son nueve los topos. Son la última línea de defensa en contra de la sociedad totalitaria del Gran Hermano que imaginó Orwell en 1984. A partir de lo que cuentan estos sopla-silbatos, resulta tentador denunciar a Estados Unidos como el gendarme del mundo que subyuga y somete a los demás países con su fenomenal aparato de espionaje. Pero más allá de la persecución y el castigo que sufren y sufrieron estos denunciantes, la reciente proliferación de estos defensores de la libertad de expresión y el derecho a la privacidad dentro de las agencias de inteligencia no parece casual. Así como refleja los excesos del aparato de seguridad estatal, también muestra cómo el mismo sistema estadounidense genera anticuerpos contra esos abusos. No todas las potencias que hoy compiten por la hegemonía global se permiten esos lujos.
sábado, 13 de julio de 2013
Golpe a Egipto - Por Santiago O`Donnell
Empecemos con la noticia. El tres de Julio del 2013 Egipto sufrió un golpe de estado. No fue una insurrección popular, aunque millones de egipcios —liberales, cristianos, izquierdistas y agrupaciones juveniles— habían tomado las calles para pedir la renuncia del presidente islamista Mursi. No fue un golpe económico, aunque los principales empresarios se opusieron el gobierno islamista y la economía estaba en caída libre. No fue una intervención extranjera, aunque contó con la complicidad de Estados Unidos (“El pueblo Egipcio ha hablado” dijo la vocera del Departamento de Estado cuando voltearon y metieron preso a Morsi ) y las monarquías árabes, especialmente Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, salieron apoyar al nuevo régimen de facto con miles de millones de dólares de ayuda económica, ayuda que le habían retaceado al gobierno de los Hermanos Musulmanes por miedo a que los movimientos islamistas se popularicen en sus comarcas y hagan peligrar a sus reinados
Fue, sobre todo, un golpe militar, porque a Mursi no lo sacó la multitud, ni los empresarios, ni las potencias mundiales o regionales sino que lo sacaron los militares. Los sacaron, lo metieron preso y además metieron presos a prácticamente todos los líderes del movimiento que pudieron agarrar. Al derrocamiento de Mursi le siguió una brutal represión en contra de sus seguidores, que protestaban en manifestaciones también masivas pero de signo opuesto a las de la semana anterior, por lo que los militares habían hecho con el primer presidente democráticamente elegido en la historia de Egipto, a no más de un año de su asunción.
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Fue un golpe de Estado con todos los ingredientes clásicos, por más que lo quieran disfrazar de otra cosa.
Entonces asume el poder un general nacionalista con cara de malo (foto) que dos días antes había dado un ultimátum de 48 horas para que Mursi abra un diálogo con la oposición. Da un discurso por cadena de televisión contando que Mursi está preso y que empieza un gobierno de salvación nacional. Temporario, claro, para transitar el heroico camino hacia la democracia verdadera. Nombra presidente al juez que hasta entonces presidía la cámara constitucional, o sea al principal enemigo político de Mursi. El general, que sigue a cargo del asunto, pronuncia un dictamen constitucional, una especie de constitución express por la cual las fuerzas armadas mantienen su poder sin subordinarse a la autoridad civil, con derecho a nombrar al ministro de Defensa y manejo discrecional del presupuesto militar. Con eso en claro, al otro día el general agrega como primer ministro a un economista liberal y como vicepremier a un diplomático famoso que se había ganado el Premio Nobel de la Paz, para gestionar el día a día del gobierno egipcio.
El dictamen constitucional del general golpista es un mamarracho. Provee una “hoja de ruta” para una nueva constitución y elecciones generales en cuatro meses, como si semejante nivel de compromiso político fuera posible en pocas semanas mientras el país se hunde cada vez más cerca de la guerra civil. El dictamen también conserva la preeminencia de la ley islámica o sharia para mantener de su lado a los salafstas de Al Nur, único grupo islámico en apoyar el golpe. Pero una semana después del cambio de gobierno Al Nur se retira de la coalición de partidos que apoya a los militares por la brutal represión de los Hermanos y sus seguidores del lunes pasado, que dejó un saldo de por lo menos 52 muertos después de que la policía abriera fuego contra manifestantes desarmados o que se defendían con rocas, según pudieron constatar organismos internacionales de derechos humanos.
Los mismos generales que manejaron tan mal la transición en 2011 tras la caída del dictador Mubarak, ahora hacen lo mismo. Conocidos en Egipto como “el Estado dentro del Estado”, tienen cierta fama de ser la única institución seria y sólida del país. Mantienen todo tipo de privilegios: subsidios, bonificaciones, exenciones impositivas, tierras, participación en importantes negocios. Según distintas estimaciones los militares egipcios manejan entre el 15 y el 25 por ciento de la economía de ese país, al que gobernaron ininterrumpidamente desde que el rey Faruk abdicara en 1952 hasta la elección de Mursi. También reciben mil cuatrocientos millones de dólares anuales de ayuda militar bilateral de sus socios y patrocinadores, el gobierno de Estados Unidos. A diferencia de la policía y las fuerzas de seguridad, que llevan una larga historia de represión sangrienta, , los militares se ganaron el reconocimiento popular al negarse a cumplir a las órdenes del dictador Mubarak de reprimir a los manifestantes de plaza Tahrir, forzando así la caída del régimen. Durante la transición, los militares hicieron todo lo posible para condicionar la futura presidencia de Mursi, al punto de demorar durante varios días el reconocimiento de su triunfo electoral. Durante los meses que gobernó Mursi, los militares defendieron sus intereses desde un discreto segundo plano, dejando hacer a los demás, sin grandes muestras de lealtad ni tampoco de insubordinación, hasta que en medio de un crisis política y social generalizada llegó el ultimátum y enseguida el golpe.
Es cierto que Mursi y los Hermanos Musulmanes cometieron errores. Se trata de una fuerza política creada en 1928 que ha pasado gran parte de su existencia proscripta, alternando ciclos en que era ferozmente perseguida, como ahora, con otros cuando era tolerada, como antes de la elección. Tantos años forjados en la resistencia le dieron un alto grado de organización y una importante penetración en sectores medios y profesionales a partir de sus emprendimientos sociales como el eficaz mantenimiento de escuelas y hospitales. Para participar del proceso eleccionario del 2011 Mursi debió renunciar a los Hermanos Musulmanes y presentarse con un partido político de cobertura llamado Libertad y Justicia. También acordó con los militares que no impondría su mayoría en la asamblea constituyente para trazar una constitución teocrática. El acuerdo no escrito permitió que Mursi participara y ganara las elecciones, pero después no se trasladó a la asamblea constituyente, donde los miembros de la minoría renunciaron y los demás redactaron una Carta Magna a medida de los Hermanos Musulmanes. El texto fue impugnado por la Justicia pero Mursi empujó su ratificación llamando a elecciones, lo cual derivó en una gran pelea con distintos tribunales, muchos de ellos cargados de jueces nombrados por el dictador Mubarak. La disputa disparó movilizaciones callejeras de la oposición, que chocaron con formaciones de militantes progubernamentales. En un clima de creciente tensión por la suba de precios y escasez de productos de consumo, las manifestaciones callejeras se hicieron cada vez más masivas. A su vez Morsi doblaba la apuesta, endureciendo su posición islamista y reafirmando la intangibilidad de su constitución, lo cual lo fue llevando a un progresivo aislamiento. Así fue perdiendo el apoyo de intelectuales progresistas e islámicos moderados, a quienes Los Hermanos Musulmanes habían seducido durante la campaña electoral con un discurso pragmático e inclusivo, y un candidato supuestamente moderado como Mursi, quien había obtenido un doctorado en Estados Unidos .
También cometieron errores los supuestos liberales que golpearon las puertas del cuartel. Pensaron que si esperaban tres años a que Mursi finalizara su período presidencial, Egipto se habría transformado irrevocablemente en una teocracia fundamentalista y ya no habría nada por qué luchar. Por no saber respetarlas reglas de la democracia terminaron entregándole el poder a una banda de burócratas ineptos y además asesinos, en tanto responsables por la represión del lunes pasado. En vez de confundir al golpe con una gesta emancipadora, los distintos sectores de la coalición opositora deberían darse cuenta de que no hay democracia posible si no incluye a los Hermanos Musulmanes.
No hace falta mucho para desestabilizar a una democracia frágil e incipiente, sobre todo cuando es dirigida por una fuerza de raíz revolucionaria sin experiencia en compartir y alternarse en el poder. El camino inverso es más complicado: para pasar del autoritarismo a la democracia no alcanza con llamar a elecciones. Se trata de un proceso arduo, complicado y azaroso, donde se requiere de habilidad política para lograr el fortalecimiento progresivo de distintos acuerdos, que sostenidos en el tiempo derivan en un orden institucional. En Egipto, la Primavera Árabe barrió con la dictadura y no hubo tiempo para nada. Los acuerdos fundacionales entre islamistas, liberales y militares no existieron o fueron ignorados. En vez de ceder, los principales actores de este drama se agreden y se alejan, los muertos se apilan de uno y otro lado, las traiciones nuevas recuerdan a las viejas prácticas de exclusión mutua. Tan solo queda la mínima esperanza de que el abismo de la guerra civil los haga reflexionar y eventualmente acordar un camino que puedan transitar juntos, esta vez en serio, dejando de lado el odio y la soberbia.
Fue, sobre todo, un golpe militar, porque a Mursi no lo sacó la multitud, ni los empresarios, ni las potencias mundiales o regionales sino que lo sacaron los militares. Los sacaron, lo metieron preso y además metieron presos a prácticamente todos los líderes del movimiento que pudieron agarrar. Al derrocamiento de Mursi le siguió una brutal represión en contra de sus seguidores, que protestaban en manifestaciones también masivas pero de signo opuesto a las de la semana anterior, por lo que los militares habían hecho con el primer presidente democráticamente elegido en la historia de Egipto, a no más de un año de su asunción.
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Fue un golpe de Estado con todos los ingredientes clásicos, por más que lo quieran disfrazar de otra cosa.
Entonces asume el poder un general nacionalista con cara de malo (foto) que dos días antes había dado un ultimátum de 48 horas para que Mursi abra un diálogo con la oposición. Da un discurso por cadena de televisión contando que Mursi está preso y que empieza un gobierno de salvación nacional. Temporario, claro, para transitar el heroico camino hacia la democracia verdadera. Nombra presidente al juez que hasta entonces presidía la cámara constitucional, o sea al principal enemigo político de Mursi. El general, que sigue a cargo del asunto, pronuncia un dictamen constitucional, una especie de constitución express por la cual las fuerzas armadas mantienen su poder sin subordinarse a la autoridad civil, con derecho a nombrar al ministro de Defensa y manejo discrecional del presupuesto militar. Con eso en claro, al otro día el general agrega como primer ministro a un economista liberal y como vicepremier a un diplomático famoso que se había ganado el Premio Nobel de la Paz, para gestionar el día a día del gobierno egipcio.
El dictamen constitucional del general golpista es un mamarracho. Provee una “hoja de ruta” para una nueva constitución y elecciones generales en cuatro meses, como si semejante nivel de compromiso político fuera posible en pocas semanas mientras el país se hunde cada vez más cerca de la guerra civil. El dictamen también conserva la preeminencia de la ley islámica o sharia para mantener de su lado a los salafstas de Al Nur, único grupo islámico en apoyar el golpe. Pero una semana después del cambio de gobierno Al Nur se retira de la coalición de partidos que apoya a los militares por la brutal represión de los Hermanos y sus seguidores del lunes pasado, que dejó un saldo de por lo menos 52 muertos después de que la policía abriera fuego contra manifestantes desarmados o que se defendían con rocas, según pudieron constatar organismos internacionales de derechos humanos.
Los mismos generales que manejaron tan mal la transición en 2011 tras la caída del dictador Mubarak, ahora hacen lo mismo. Conocidos en Egipto como “el Estado dentro del Estado”, tienen cierta fama de ser la única institución seria y sólida del país. Mantienen todo tipo de privilegios: subsidios, bonificaciones, exenciones impositivas, tierras, participación en importantes negocios. Según distintas estimaciones los militares egipcios manejan entre el 15 y el 25 por ciento de la economía de ese país, al que gobernaron ininterrumpidamente desde que el rey Faruk abdicara en 1952 hasta la elección de Mursi. También reciben mil cuatrocientos millones de dólares anuales de ayuda militar bilateral de sus socios y patrocinadores, el gobierno de Estados Unidos. A diferencia de la policía y las fuerzas de seguridad, que llevan una larga historia de represión sangrienta, , los militares se ganaron el reconocimiento popular al negarse a cumplir a las órdenes del dictador Mubarak de reprimir a los manifestantes de plaza Tahrir, forzando así la caída del régimen. Durante la transición, los militares hicieron todo lo posible para condicionar la futura presidencia de Mursi, al punto de demorar durante varios días el reconocimiento de su triunfo electoral. Durante los meses que gobernó Mursi, los militares defendieron sus intereses desde un discreto segundo plano, dejando hacer a los demás, sin grandes muestras de lealtad ni tampoco de insubordinación, hasta que en medio de un crisis política y social generalizada llegó el ultimátum y enseguida el golpe.
Es cierto que Mursi y los Hermanos Musulmanes cometieron errores. Se trata de una fuerza política creada en 1928 que ha pasado gran parte de su existencia proscripta, alternando ciclos en que era ferozmente perseguida, como ahora, con otros cuando era tolerada, como antes de la elección. Tantos años forjados en la resistencia le dieron un alto grado de organización y una importante penetración en sectores medios y profesionales a partir de sus emprendimientos sociales como el eficaz mantenimiento de escuelas y hospitales. Para participar del proceso eleccionario del 2011 Mursi debió renunciar a los Hermanos Musulmanes y presentarse con un partido político de cobertura llamado Libertad y Justicia. También acordó con los militares que no impondría su mayoría en la asamblea constituyente para trazar una constitución teocrática. El acuerdo no escrito permitió que Mursi participara y ganara las elecciones, pero después no se trasladó a la asamblea constituyente, donde los miembros de la minoría renunciaron y los demás redactaron una Carta Magna a medida de los Hermanos Musulmanes. El texto fue impugnado por la Justicia pero Mursi empujó su ratificación llamando a elecciones, lo cual derivó en una gran pelea con distintos tribunales, muchos de ellos cargados de jueces nombrados por el dictador Mubarak. La disputa disparó movilizaciones callejeras de la oposición, que chocaron con formaciones de militantes progubernamentales. En un clima de creciente tensión por la suba de precios y escasez de productos de consumo, las manifestaciones callejeras se hicieron cada vez más masivas. A su vez Morsi doblaba la apuesta, endureciendo su posición islamista y reafirmando la intangibilidad de su constitución, lo cual lo fue llevando a un progresivo aislamiento. Así fue perdiendo el apoyo de intelectuales progresistas e islámicos moderados, a quienes Los Hermanos Musulmanes habían seducido durante la campaña electoral con un discurso pragmático e inclusivo, y un candidato supuestamente moderado como Mursi, quien había obtenido un doctorado en Estados Unidos .
También cometieron errores los supuestos liberales que golpearon las puertas del cuartel. Pensaron que si esperaban tres años a que Mursi finalizara su período presidencial, Egipto se habría transformado irrevocablemente en una teocracia fundamentalista y ya no habría nada por qué luchar. Por no saber respetarlas reglas de la democracia terminaron entregándole el poder a una banda de burócratas ineptos y además asesinos, en tanto responsables por la represión del lunes pasado. En vez de confundir al golpe con una gesta emancipadora, los distintos sectores de la coalición opositora deberían darse cuenta de que no hay democracia posible si no incluye a los Hermanos Musulmanes.
No hace falta mucho para desestabilizar a una democracia frágil e incipiente, sobre todo cuando es dirigida por una fuerza de raíz revolucionaria sin experiencia en compartir y alternarse en el poder. El camino inverso es más complicado: para pasar del autoritarismo a la democracia no alcanza con llamar a elecciones. Se trata de un proceso arduo, complicado y azaroso, donde se requiere de habilidad política para lograr el fortalecimiento progresivo de distintos acuerdos, que sostenidos en el tiempo derivan en un orden institucional. En Egipto, la Primavera Árabe barrió con la dictadura y no hubo tiempo para nada. Los acuerdos fundacionales entre islamistas, liberales y militares no existieron o fueron ignorados. En vez de ceder, los principales actores de este drama se agreden y se alejan, los muertos se apilan de uno y otro lado, las traiciones nuevas recuerdan a las viejas prácticas de exclusión mutua. Tan solo queda la mínima esperanza de que el abismo de la guerra civil los haga reflexionar y eventualmente acordar un camino que puedan transitar juntos, esta vez en serio, dejando de lado el odio y la soberbia.
Imagen: huffingtonpost.com
sábado, 6 de julio de 2013
Snowden no está - Por Santiago O´Donnell
Algo extraño está sucediendo con el caso Snowden y el atropello a los derechos de Evo Morales, presidente de Bolivia. El espía, digámoslo ya, no aparece. No se muestra, no se comunica con la superficie. Fue visto por última vez, dicen, el 23 de junio en la terminal de tránsito de un aeropuerto de Moscú. Evo fue para allá esta semana. Cuando volvía, los europeos, o sea varios países europeos, no lo dejaron pasar. Inventaron una excusa y no lo dejaron pasar. Tuvo que hacer una parada de emergencia en Austria donde, según la versión austríaca, Evo autorizó que un oficial ingresara a la nave y revisara los documentos de los pasajeros. Según la versión boliviana Evo no permitió que se revisara nada por una cuestión de soberanía y dignidad. Evo pasó catorce horas varado en Viena. Al final aflojaron los españoles y lo dejaron pasar y también recargar combustible en las Islas Canarias.
Evo volvió como un héroe. Le colocaron un aro de flores y le tiraron papel picado. Lo abrazaron los amigos bolivarianos, los amigos antiimperialistas, y entre todos armaron una respuesta sudamericana. Evo había sido humillado por los vasallos del imperio, había sido castigado por atreverse a ser independiente. Porque Evo no es como los europeos, que de colonizadores pasaron a colonizados y hoy son meros felpudos y lamebotas de Estados Unidos. Para peor, esos mismos europeos, tan pusilánimes cuando de Estados Unidos se trata, se transforman otra vez en los colonialistas soberbios, explotadores y racistas que supieron ser cinco siglos atrás cuando dirigen su atención hacia América latina. Sí, América latina, esa Patria libre, pujante y soberana que supieron parir entre Néstor, Hugo y Lula.
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Al bajar del avión en El Alto, Bolivia, pasada la medianoche, en vivo por televisión para toda Sudamérica, tras la inspección de las tropas y después de entonar con entusiasmo un cántico patriótico con los uniformados que vestían su mejor gala, Evo se paró delante de un micrófono de pie al costado de la pista y se dirigió al mundo. Primero agradeció a su pueblo y a su vicepresidente, Álvaro García Linera, por haberle cuidado la espalda durante toda la crisis. Después agradeció a sus aliados en la región, nombrándolos por país y no por el apellido de sus presidentes. Después se detuvo un minuto para contar algunos detalles de su reunión con Vladimir Putin antes de volver de Moscú, a donde había viajado para asistir a una cumbre de gas. Destacó que la reunión con el presidente ruso había sido muy provechosa y muy buena. Putin, un tipo bárbaro, pareció decir Evo. Después contó cómo había sido demorado por los europeos. Descartó que cuatro países le cerraran el paso por problemas técnicos, todos al mismo tiempo, como habían aducido, y llegó a la conclusión de que la demora estaba relacionada con el espía Snowden ya que él, Evo, había mencionado la posibilidad de asilarlo en Bolivia. Entonces Evo responsabilizó directamente a Estados Unidos por el bloqueo a la aeronave presidencial boliviana, por ser Estados Unidos el principal interesado en Snowden, quien de algún modo u otro había sido el causante de la demora. Evo concluyó diciendo que no lo iban a intimidar y que la embestida yanqui no había sido en contra de él sino de todo el continente. Dio a entender que es absurdo pensar que llevaba al espía a bordo, pero no lo dijo.
Al día siguiente llegaron los amigos. Cristina Kirchner, Rafael Correa, Nicolás Maduro y Pepe Mujica se fundieron en un abrazo colectivo y solidario con Evo, no por nada y después de todo el primer presidente indígena de la región. Raúl Castro y Daniel Ortega mandaron muchos saludos y proclamaciones de apoyo absoluto e incondicional. La derecha regional acompañó el show a distancia, con silencio piadoso, como para no arruinar el mito de la unidad latinoamericana. Colombia, Chile y Paraguay no formaron parte de la cumbre presidencial de Unasur para desagraviar a Evo en Cochabamba al día siguiente de su regreso después de la epopeya. Mujica fue a la cumbre pero no participó del acto público de desagravio, sino que eligió quedarse en su hotel. Los presidentes de Brasil y de Perú mandaron su asesor especial y su canciller, respectivamente, para representarlos. Ambos funcionarios mantuvieron un bajo perfil durante la cumbre y se quedaron en el hotel con Mujica, marcando una diferencia con las posturas más combativas del bloque argentino-bolivariano.
Mucho más llamativa fue la reacción de los europeos y los estadounidenses. ¿Por qué hicieron lo que hicieron? ¿Por qué no dicen nada? ¿Por qué cuando dicen algo, son ambiguos o directamente mienten? Hay una primera respuesta fácil y es que no importa si el mismísimo Snowden estaba en el avión, lo que hicieron está mal, no se puede hacer, es una clara violación al derecho internacional. No tiene justificación de ninguna manera. No se puede hacer, por lo tanto no se puede justificar ni legitimar con ningún tipo de explicación. Entonces, a riesgo de parecer soberbios y altaneros, mejor no decir nada.
En síntesis, hace cuatro días que esto pasó y se sabe poco y nada. Los italianos tardaron tres días y dieron una explicación confusa, afirmando que autorizaron al avión de Evo, pero después no porque el permiso había caído “automáticamente” cuando el avión debió cambiar su ruta por culpa de los demás países. En cambio los portugueses hasta ahora no dijeron nada. Los españoles tardaron dos días en contestar y tampoco fueron muy claros. A través de su canciller, dijeron que tenían información que Snowden viajaba en el avión y por eso le negaron el tránsito, pero después lo dejaron pasar porque Evo, “presidente de un país hermano,” afirmó que no llevaba al espía a bordo. Sin embargo, el jefe de la diplomacia española aclaró que su país no tiene por qué pedirle perdón ni a Evo ni a nadie. Por su parte el presidente de Francia, otro de los países apuntados, dijo que autorizó el vuelo “en cuanto supo que viajaba el presidente de Bolivia,” admitiendo así, de manera implícita, que la autorización se había demorados hasta que el mandatario se enteró que un presidente viajaba a bordo. Pero los dichos de mandatario galo_el único presidente europeo en dar explicaciones_sonaron inverosímiles. ¿Por qué? Resulta poco creíble que Francia negara el permiso al avión donde presuntamente viajaba Snowden, sin que el presidente autorizara semejante decisión. Y es difícil de creer que el presidente autorizaría semejante decisión sin estar mínimamente informado que se trataba del avión de Evo. Ah, y Francia tampoco pidió perdón, ni siquiera dijo que “lamentaba” el incidente. Mientras en Bolivia quemaban banderas francesas, la cancillería de ese país dijo apenas que los inconvenientes sufridos por Evo le causaban “tristeza”.
Muy rara la reacción de los europeos. También la de Estados Unidos, que sólo se expresó a través de la vocera del departamento de Estado mientras el presidente y su canciller hicieron mutis por el foro. “Cada país tomó la decisión de manera individual. Pregúntenle a ellos por qué tomaron esas decisiones” dijo el vocero, dando a entender: A) que los americanos presentaron pruebas contundentes a sus aliados y B) que esas pruebas se sostienen contra las desmentidas de los funcionarios bolivianos. Nada de pedir perdón ni nada que se le parezca. Suspendieron los festejos del 4 de julio en la embajada estadounidense de La Paz y mandaron una carta al canciller boliviano solicitando la extradición de Snowden “en caso de que llegara a encontrarse en ese país.”
Entonces, volviendo al principio, ¿dónde está Snowden? Hace rato que no da señales de vida, por lo menos desde que el avión de Evo partió de Moscú. Imaginemos que pasa una semana, pasa un mes sin señales de Snowden y de repente puff, los rusos avisan que desapareció. Nadie revisó bien el avión de Evo en el vuelo de vuelta, apenas un oficial austríaco se habría subido en Viena para pedir pasaportes, pero sin buscar en los baños o bauleras donde tranquilamente podría esconderse un polizón. En la escala en Canarias Evo no dejó que nadie se acerque al avión. Mucho menos en Brasil, la última parada antes de volver a Bolivia.
Quiero ser claro. Nada justifica que demoren el avión de Evo, por más que llevara a quien sea. El atropello merece y debe ser denunciado. Pero la conducta de los europeos, el silencio de los rusos, las insinuaciones de los yanquis y la distancia que tomaron algunos latinoamericanos tienen sentido si Snowden efectivamente estaba escondido en el avión de Evo. De ser así Evo no lo va a decir y es posible que nunca se haga público. En cambio si Snowden no estaba en el avión de Evo, no se entiende por qué los norteamericanos harían lo que hicieron para transformar al presidente boliviano en un héroe de la resistencia antiyanqui. Ni por qué los europeos, tan legalistas ellos en las formalidades diplomáticas, rompieron todos los protocolos y fueron descubiertos pero no se hacen cargo ni ofrecen una explicación creíble sobre su proceder.
Para ser muy crudo, Evo en Estados Unidos no existe. Nadie lo conoce, nadie lo reconoce como villano de occidente, nadie sabe que se la pasa hablando mal del Tío Sam. No está en la liga de los Castro, los Chávez, los Khadafy o los Saddam Hussein, ni se acerca. Tendrá su peleítas en Bolivia con burócratas estadounidenses expatriados de tercer y cuarto nivel, pero la inmensa mayoría de los estadounidenses, incluyendo muchos poderosos en Washington, ni siquiera saben dónde queda Bolivia. Con todo lo que está pasando en Egipto, Siria, China y el resto del mundo, hay que tener una mentalidad del siglo pasado para creer que todo lo que le pasó a Evo fue consecuencia directa de las ínfulas imperialistas de Estados Unidos y los reflejos colonialistas de los europeos. De mínima tiene que haber algo más.
Claro que Snowden puede reaparecer mañana en Moscú y echar por tierra esta hipótesis, pero por el momento parece prematuro descartarla: Snowden en Bolivia, calladito la boca, bajo el ala protectora de la Patria Grande, nueva Mecca para la libertad de expresión antiestadounidense.
Imagen: Reuters
La noticia dio la vuelta al mundo. El ministro de Seguridad se encargó de dar los detalles: el abordaje había sido “violento”, sí, y debajo del cargamento declarado de diez mil toneladas de azúcar marrón habían encontrado 240 toneladas de armamento oculto en 27 contenedores. Cargamento que iba camino a Norcorea, un país al que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) mantiene bajo estricto embargo militar en castigo por el programa de desarrollo de armas nucleares que tanto enorgullece al Líder Supremo del país asiático. La dinastía Kim va por su tercera generación de reinado despótico del país más retrasado, opaco y aislado del mundo, cuya población viene de atravesar hambrunas severas en las últimas décadas, y cuyo gobierno apenas mantiene relaciones diplomáticas con China, Vietnam, Cuba y alguno más.
Sin perder tiempo, autoridades panameñas solicitaron a la ONU que envié una comisión a inspeccionar el cargamento para determinar si se había violado el embargo y para decirles qué hacer si éste era el caso. La ONU no tardó ni un día en contestar, confirmando que dicha comisión inspectora llegará al Panamá el próximo cinco de agosto.
Era como si lo estuvieran esperando. Fuentes del Pentágono le contaron a la cadena CNN que al Chong Chon Gang lo venían siguiendo desde hace rato, entre otras razones, porque un informe de Naciones Unidas del 2012 lo incluía en una lista de barcos sospechosos de transportar drogas ilegales. Al día siguiente de la captura, el portavoz del departamento de Estado, Patrick Ventrell, celebró la intervención panameña: "Estados Unidos apoya fuertemente la decisión soberana de Panamá de inspeccionar la nave de bandera norcoreana y saluda las acciones que el gobierno de Panamá ha emprendido en este caso".
Norcorea tardó diez días en contestar. En cambio Cuba respondió al día siguiente. Lo hizo a través de un comunicado del ministerio de Relaciones Exteriores, leído por el conductor de Cuba Hoy de la televisión estatal durante la emisión del 16 de julio de ese noticiero. "En la citada nave se transportaban 240 toneladas métricas de armamento defensivo obsoleto -dos complejos coheteriles antiaéreos Volga y Pechora, nueve cohetes en partes y piezas, dos aviones Mig-21 Bis y 15 motores de este tipo de avión, todo ello fabricado a mediados del siglo pasado-, para ser reparado y devuelto a nuestro país", dice la declaración de la cancillería cubana. "Los acuerdos suscritos por Cuba en esta esfera se sustentan en la necesidad de mantener nuestra capacidad defensiva para preservar la soberanía nacional".
O sea, nada. Armas de la década del 50 y 60 que sus viejos aliados comunistas soviéticos le habían regalado a los cubanos cuando ya no las usaban más. Armas tan viejas que ya ni los rusos las arreglan. Hay que llevarlas a Norcorea, donde a causa de años de embargos y la necesidad de pertrechar a un ejército de más de un millón de soldados, todo armamento se ata con alambre y se usa otra vez. Ahí se las iban a reparar para que vuelvan a Cuba, a cambio del cargamento de azúcar.
Al menos eso dio a entender la cancillería cubana. En cambio el ex presidente colombiano Álvaro Uribe denunció que las armas iban a Ecuador para ser trianguladas a la guerrilla colombiana de la Farc. También se habló del Congo, de Siria y de muchos lugares más donde estas armas obsoletas serían bienvenidas.
La respuesta panameña al anuncio cubano fue moderada. "La carga es ilícita porque no está declarada. Lo que no está consignado, aunque sea obsoleto, es contrabando", dijo a una estación de televisión el ministro de Seguridad. Martinelli siguió yendo al barco la semana pasada, donde una fila constante de empleados portuarios bajaban a mano las 240,000 bolsas de 45 kilos de azúcar que llevaba el barco norcoreano. No pudieron bajar las bolsas con las grúas del amarradero porque los marineros norcoreanos habían cortado los cables durante la refriega del abordaje, explicó el ministro de Seguridad. Mientras otros se ocupaban de las bolsas de azúcar, los marineros norcoreanos tomaban sol en una playita, jugaban al ping pong o miraban películas norteamericanas en sus cuartos con aire acondicionado, cuando no estaban recibiendo ropa, comida y elementos de higiene de la delegación de la Cruz Roja que iba todos los días a visitarlos.
El domingo pasado el presidente panameño tuiteó una segunda foto del barco (pic.twitter.com/diFFmHM2zR). Esta vez la imagen era fácil de identificar: dentro del contenedor se podía distinguir claramente la parte delantera de un avión. “El segundo avión Mig 21 encontrado en el barco de Corea del Norte” escribió el mandatario a sus 227 mil seguidores en la red social. La Procuradora General de Panamá acusó a los marineros norcoreanos de “contrabando agravado” y de “atentado contra el orden público” por transportar un arsenal no declarado, crímenes que acarrean hasta cuatro y seis años de cárcel en el país centroamericano, respectivamente. Esta semana la procuradora, acompañada por fiscales, defensores públicos y traductores oficiales fue dos veces al barco para tomar declaración testimonial a los marineros norcoreanos, el martes y el viernes. Pero no logró arrancarles ni una palabra.
Pasaban los días y ni noticias de Pyongyang. El miércoles pasado, a diez días del incidente, Norcorea finalmente contestó. Con el tono desafiante que caracteriza sus cruces diplomáticos con Estados Unidos y sus aliados, lo hizo a través de un comunicado firmado por un portavoz de la cancillería y difundido por la agencia de noticias oficial. "Este cargamento no es más que armas ya viejas que serán enviadas de vuelta a Cuba después de ser reacondicionadas, según un contrato legítimo", indicó el comunicado. "Las autoridades de Panamá deberían liberar a la tripulación detenida y dejar partir cuanto antes al buque."
El canciller panameño le contestó que antes de pedir por el barco Norcorea podría presentarse. "Con Corea del Norte no tenemos relación y, desde luego, el líder coreano a principios de este año actuó de manera irresponsable al intentar probar que era tan macho como su padre y abuelo. Eso es un error y tuvimos que evacuar parte de nuestra embajada en Corea del Sur por sus amenazas. No tenemos relaciones ni intención de tenerlas. En el caso de Cuba, creo que no fueron conscientes del problema que le estaban ocasionando a un país amigo,” declaró el jefe de la diplomacia panameña.
Anteayer Martinelli salió a suavizar los dichos de su canciller. El presidente panameño declaró que lamentaba no tener relaciones con Corea del Norte porque a él le parecía que había que encontrar un acuerdo diplomático que permitiera liberar al barco y a la tripulación y devolver el cargamento de azúcar a sus dueños. Con el visto bueno de las Naciones Unidas, claro, porque el conflicto ya está instalado en ese ámbito, y más allá de lo que determine la justicia panameña, que ya está actuando a través de la Procuraduría General, aclaró el presidente, como para que nadie se ofenda.
Así llegamos al día de hoy con varias preguntas sin contestar. ¿Qué hacían los coreanos en Panamá? ¿Qué hacía el presidente de Panamá arriba del barco? ¿Qué hacían las reliquias bélicas cubanas ocultas debajo del azúcar? ¿Qué hacía el Departamento de Estado estadounidense festejando la captura de un viejo barco lleno de azúcar y chatarra de siglo pasado? ¿Qué va a hacer Naciones Unidas con los descartes soviéticos? ¿Qué va a hacer Panamá con el azúcar y con los marineros norcoreanos? ¿Qué va a hacer Cuba con el papelón? ¿Cómo va a hacer Norcorea para seguir amenazando al mundo con una hecatombe nuclear, sólo para vender su desarme por un puñado de dólares, si no consigue que sus cohetes vuelen y sus barcos no sean interceptados?
Cuando todo pase, cuando termine el show de Martinelli, los gringos y las Naciones Unidas, lo único que va a quedar es un montón de espuma. Y algo más: un cuento, una metáfora, tal vez una alegoría. La historia de un barco a la deriva perdido en el tiempo, conducido por un timonel suicida que hace rato no sabe a dónde va ni de dónde viene, que carga con un pasado oscuro, un andar sinuoso y montón de fierros retorcidos sobrevivientes de guerras anacrónicas, más un montón de azúcar que nadie quiere ni necesita, cargados en un país perdido en el tiempo que sigue peleando guerras anacrónicas, navegando bajo bandera de otro país perdido en el tiempo que fabrica miedo porque es su único bien exportable y canjea azúcar por viejos trastos con el único camarada comunista que le queda, mientras espías avezados y tecnológicos alertan a presidentes mediáticos que es hora de montar un show grotesco con los despojos del fracaso soviético que sus viejos satélites reciclan en clave de farsa. Nave triste y decadente que se aleja a contracorriente de la historia, perdiéndose en la tormenta, cerca de naufragar.