Lejos de la liturgia peronista, De la Sota impresionó a sus interlocutores con loas a las virtudes del libre mercado y con su compromiso inquebrantable con la defensa de la seguridad jurídica, que por supuesto incluía a las empresas estadounidenses entre sus inversores reales y potenciales.
El gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota, en una cena con el Encargado de Negocios, se describió a sí mismo como un campeón de la ortodoxia del libre mercado, enfrentado al uso de fuerza brutal por parte de los Kirchner para disciplinar a los mercados, violando la santidad de los contratos.
Como para no dejar dudas de qué lado estaba la Embajada, el cable continúa:
(De la Sota) cuestionó los valores de una Argentina social y políticamente inmadura que subestima el Estado de derecho y no reinvierte apropiadamente en infraestructura primaria. De la Sota subrayó el éxito obtenido por su administración provincial con el uso de incentivos dirigidos a captar nuevas inversiones de alta tecnología, incluyendo los centros de desarrollo de software de Motorola e Intel, y los puestos de trabajos creados con los call centers.
La reunión entre De la Sota y los diplomáticos estadounidenses tuvo lugar en un momento de fuerte crecimiento económico del país y de alta popularidad del kirchnerismo. Sin embargo, el dirigente cordobés empezaba a distanciarse del gobierno nacional hasta convertirse en el primer gobernador peronista que lo hizo de forma explícita.
Menos de un mes antes, De la Sota se había reunido con el presidente Néstor Kirchner en la Casa Rosada. Había sido una reunión tensa. El día anterior, en una exposición rural en Río Cuarto, De la Sota había dicho: “El que llega al poder cree que la patria empieza con él”, en obvia referencia a los Kirchner. También había elogiado la multitudinaria manifestación en contra de la inseguridad que semanas antes habían organizado opositores al gobierno nacional encabezados por el falso ingeniero Juan Carlos Blumberg. Sin embargo, pocas horas después, al volver a la capital cordobesa y antes de viajar a Buenos Aires para su reunión en la Casa Rosada, De la Sota se desdijo. La referencia a los salvadores de la patria estaba dirigida a dirigentes provinciales, aseguró, y el apoyo a Blumberg no había sido más que un comentario genérico sobre la seguridad. A la salida de su reunión de cuarenta minutos con el presidente, foto incluida, De la Sota no hizo comentarios. Apenas seis semanas después, en su reunión con los funcionarios estadounidenses, el gobernador cordobés no ahorró críticas al gobierno nacional. Empezó por el reparto de fondos entre nación y provincias, y siguió con la política de subsidios.
Se quejó de que la creciente dependencia del gobierno argentino de las retenciones a las exportaciones y de los impuestos a las transacciones financieras no compartidas con la provincias bajo el esquema argentino de “coparticipación” han fortalecido dramáticamente la pocisión del presidente Kirchner a la hora de distribuir recursos, lo cual le ha permitido consolidar su poder político. Echando sal a la herida, agregó que las provincias están pagando los “excesivos” subsidios del gobierno federal al transporte y a los servicios sociales en el Distrito Federal de la Ciudad de Buenos Aires. Los pobres en Córdoba, dijo, deben pagar significativamente más en transporte público que los residentes de la Ciudad de Buenos Aires, a quienes el presidente Kirchner siente que es necesario conformar.
Para endulzar el oído de sus interlocutores, De la Sota criticó la forma en que el gobierno nacional que asumió en 2003 había mantenido congeladas las tarifas de las empresas privatizadas después de la crisis de 2001 y la pesificación de 2002, y reveló cómo su provincia había evitado demandas en el CIADI, el Tribunal Arbitral del Banco Mundial:
De la Sota comentó sobre los juicios pendientes en el CIADI contra el Gobierno de Argentina por parte de multinacionales cuyos contratos de servicios públicos fueron rotos por el decreto de pesificación del gobierno argentino en 2002. Mientras el gobierno nacional ha nacionalizado y tomado el control de las concesiones de agua potable tanto en la ciudad como en la provincia de Buenos Aires, de manos de Suez de Francia y Enron de EE.UU. respectivamente, Córdoba ha mantenido su concesión con la empresa de Suez, Aguas de Córdoba. El gobierno de Córdoba, explicó De la Sota, no tiene la costumbre de renegociar unilateralmente sus contratos de servicios, ni con empresas nacionales ni con empresas extranjeras, y en todo caso el contrato de provisión de agua en Córdoba está bien manejado y a un costo conveniente. “¿Cómo podemos atraer nuevas inversiones si nos la pasamos cambiando las reglas del juego?”, concluyó el gobernador.
De la Sota, por supuesto, no estaba solo en la cena con los estadounidenses. Lo acompañaban su entonces ministra de Producción y Trabajo y actual pareja, Adriana Nazario. Los restantes comensales eran importantes empresarios cordobeses: el entonces vicepresidente de la Cámara de Comercio Exterior de Córdoba (hoy presidente de Unión Industrial de Córdoba), Ercole Felippa; el vicepresidente de la Bolsa de Comercio de Córdoba, Manuel Tagle; el entonces vicepresidente de la Unión Industrial de Córdoba y actual presidente del Parque Industrial de Villa María, Rodolfo Banchio, y el entonces senador oficialista y dueño de la Aceitera General Deheza, Roberto Urquía, uno de los empresarios más prósperos del país, un hombre muy influyente, especialmente, en Córdoba. Felippa se quejó por un impuesto que el gobierno chileno le había impuesto a los productos lácteos argentinos. Urquía no perdió el tiempo en hablar de terceros países y directamente le pidió a Estados Unidos que mantenga su cupo para la importación de maní y aceite de maní con aranceles subsidiados bajo el programa GSP (Generalized System of Preferences) dirigido a países en vías de desarrollo. Estados Unidos finalmente sacó a la Argentina del programa en mayo de 2012 por considerar que no actuó “de buena fe en el cumplimiento de fallos arbitrales a favor de empresas o ciudadanos de Estados Unidos”, según una orden ejecutiva firmada por el presidente Barack Obama.
Pasando a temas comerciales, el senador Urquía preguntó por la renovación del programa GSP, haciendo notar que Córdoba produce la mayoría de la cosecha argentina de maní, cuyas exportaciones sufrirían significativamente por cualquier pérdida de privilegios. (Nota: Argentina exportó al mundo en 2005 cerca de 237 millones de dólares en maní y productos derivados, incluyendo 24 millones de dólares en exportaciones a Estados Unidos, de los cuales poco más de dos millones de dólares se encuadran en el programa GSP. Urquía es dueño de una gran planta de procesamiento de aceite de semillas en el sur de Córdoba. Su empresa es la segunda mayor exportadora de propiedad nacional y la quinta exportadora más grande de Argentina.)
Según el cable, De la Sota dio a entender que no era lo suficientemente fuerte para dar pelea al oficialista Frente para la Victoria en las presidenciales de 2007 pero dejó abierta la puerta para hacerlo en 2011. Eso finalmente no sucedió: en 2011, De la Sota optó por competir por un tercer período como gobernador de Córdoba y ganó la elección. Ahora se postula como candidato presidencial para 2015 en alianza con otros peronistas disidentes como Hugo Moyano o Francisco de Narváez.
Para los hombres de la embajada de Estados Unidos, De la Sota sería una buena alternativa a la “heterodoxia” kirchnerista aunque lo imaginaban peleando la presidencia mucho antes:
Si la mixtura económica heterodoxa del presidente Kirchner no puede mantener la actual salud económica a lo largo de su segundo mandato, el gobernador De la Sota puede tener un mensaje convincente para ofrecer a los votantes en las elecciones de 2011.
El gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota, en una cena con el Encargado de Negocios, se describió a sí mismo como un campeón de la ortodoxia del libre mercado, enfrentado al uso de fuerza brutal por parte de los Kirchner para disciplinar a los mercados, violando la santidad de los contratos.
Como para no dejar dudas de qué lado estaba la Embajada, el cable continúa:
(De la Sota) cuestionó los valores de una Argentina social y políticamente inmadura que subestima el Estado de derecho y no reinvierte apropiadamente en infraestructura primaria. De la Sota subrayó el éxito obtenido por su administración provincial con el uso de incentivos dirigidos a captar nuevas inversiones de alta tecnología, incluyendo los centros de desarrollo de software de Motorola e Intel, y los puestos de trabajos creados con los call centers.
La reunión entre De la Sota y los diplomáticos estadounidenses tuvo lugar en un momento de fuerte crecimiento económico del país y de alta popularidad del kirchnerismo. Sin embargo, el dirigente cordobés empezaba a distanciarse del gobierno nacional hasta convertirse en el primer gobernador peronista que lo hizo de forma explícita.
Menos de un mes antes, De la Sota se había reunido con el presidente Néstor Kirchner en la Casa Rosada. Había sido una reunión tensa. El día anterior, en una exposición rural en Río Cuarto, De la Sota había dicho: “El que llega al poder cree que la patria empieza con él”, en obvia referencia a los Kirchner. También había elogiado la multitudinaria manifestación en contra de la inseguridad que semanas antes habían organizado opositores al gobierno nacional encabezados por el falso ingeniero Juan Carlos Blumberg. Sin embargo, pocas horas después, al volver a la capital cordobesa y antes de viajar a Buenos Aires para su reunión en la Casa Rosada, De la Sota se desdijo. La referencia a los salvadores de la patria estaba dirigida a dirigentes provinciales, aseguró, y el apoyo a Blumberg no había sido más que un comentario genérico sobre la seguridad. A la salida de su reunión de cuarenta minutos con el presidente, foto incluida, De la Sota no hizo comentarios. Apenas seis semanas después, en su reunión con los funcionarios estadounidenses, el gobernador cordobés no ahorró críticas al gobierno nacional. Empezó por el reparto de fondos entre nación y provincias, y siguió con la política de subsidios.
Se quejó de que la creciente dependencia del gobierno argentino de las retenciones a las exportaciones y de los impuestos a las transacciones financieras no compartidas con la provincias bajo el esquema argentino de “coparticipación” han fortalecido dramáticamente la pocisión del presidente Kirchner a la hora de distribuir recursos, lo cual le ha permitido consolidar su poder político. Echando sal a la herida, agregó que las provincias están pagando los “excesivos” subsidios del gobierno federal al transporte y a los servicios sociales en el Distrito Federal de la Ciudad de Buenos Aires. Los pobres en Córdoba, dijo, deben pagar significativamente más en transporte público que los residentes de la Ciudad de Buenos Aires, a quienes el presidente Kirchner siente que es necesario conformar.
Para endulzar el oído de sus interlocutores, De la Sota criticó la forma en que el gobierno nacional que asumió en 2003 había mantenido congeladas las tarifas de las empresas privatizadas después de la crisis de 2001 y la pesificación de 2002, y reveló cómo su provincia había evitado demandas en el CIADI, el Tribunal Arbitral del Banco Mundial:
De la Sota comentó sobre los juicios pendientes en el CIADI contra el Gobierno de Argentina por parte de multinacionales cuyos contratos de servicios públicos fueron rotos por el decreto de pesificación del gobierno argentino en 2002. Mientras el gobierno nacional ha nacionalizado y tomado el control de las concesiones de agua potable tanto en la ciudad como en la provincia de Buenos Aires, de manos de Suez de Francia y Enron de EE.UU. respectivamente, Córdoba ha mantenido su concesión con la empresa de Suez, Aguas de Córdoba. El gobierno de Córdoba, explicó De la Sota, no tiene la costumbre de renegociar unilateralmente sus contratos de servicios, ni con empresas nacionales ni con empresas extranjeras, y en todo caso el contrato de provisión de agua en Córdoba está bien manejado y a un costo conveniente. “¿Cómo podemos atraer nuevas inversiones si nos la pasamos cambiando las reglas del juego?”, concluyó el gobernador.
De la Sota, por supuesto, no estaba solo en la cena con los estadounidenses. Lo acompañaban su entonces ministra de Producción y Trabajo y actual pareja, Adriana Nazario. Los restantes comensales eran importantes empresarios cordobeses: el entonces vicepresidente de la Cámara de Comercio Exterior de Córdoba (hoy presidente de Unión Industrial de Córdoba), Ercole Felippa; el vicepresidente de la Bolsa de Comercio de Córdoba, Manuel Tagle; el entonces vicepresidente de la Unión Industrial de Córdoba y actual presidente del Parque Industrial de Villa María, Rodolfo Banchio, y el entonces senador oficialista y dueño de la Aceitera General Deheza, Roberto Urquía, uno de los empresarios más prósperos del país, un hombre muy influyente, especialmente, en Córdoba. Felippa se quejó por un impuesto que el gobierno chileno le había impuesto a los productos lácteos argentinos. Urquía no perdió el tiempo en hablar de terceros países y directamente le pidió a Estados Unidos que mantenga su cupo para la importación de maní y aceite de maní con aranceles subsidiados bajo el programa GSP (Generalized System of Preferences) dirigido a países en vías de desarrollo. Estados Unidos finalmente sacó a la Argentina del programa en mayo de 2012 por considerar que no actuó “de buena fe en el cumplimiento de fallos arbitrales a favor de empresas o ciudadanos de Estados Unidos”, según una orden ejecutiva firmada por el presidente Barack Obama.
Pasando a temas comerciales, el senador Urquía preguntó por la renovación del programa GSP, haciendo notar que Córdoba produce la mayoría de la cosecha argentina de maní, cuyas exportaciones sufrirían significativamente por cualquier pérdida de privilegios. (Nota: Argentina exportó al mundo en 2005 cerca de 237 millones de dólares en maní y productos derivados, incluyendo 24 millones de dólares en exportaciones a Estados Unidos, de los cuales poco más de dos millones de dólares se encuadran en el programa GSP. Urquía es dueño de una gran planta de procesamiento de aceite de semillas en el sur de Córdoba. Su empresa es la segunda mayor exportadora de propiedad nacional y la quinta exportadora más grande de Argentina.)
Según el cable, De la Sota dio a entender que no era lo suficientemente fuerte para dar pelea al oficialista Frente para la Victoria en las presidenciales de 2007 pero dejó abierta la puerta para hacerlo en 2011. Eso finalmente no sucedió: en 2011, De la Sota optó por competir por un tercer período como gobernador de Córdoba y ganó la elección. Ahora se postula como candidato presidencial para 2015 en alianza con otros peronistas disidentes como Hugo Moyano o Francisco de Narváez.
Para los hombres de la embajada de Estados Unidos, De la Sota sería una buena alternativa a la “heterodoxia” kirchnerista aunque lo imaginaban peleando la presidencia mucho antes:
Si la mixtura económica heterodoxa del presidente Kirchner no puede mantener la actual salud económica a lo largo de su segundo mandato, el gobernador De la Sota puede tener un mensaje convincente para ofrecer a los votantes en las elecciones de 2011.