censura barata del burocrata de turno en p12:: me cortan el final xq pregunto si dilma es brava y eduardo da a entender q si
Santiago Odonnell
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sábado, 30 de octubre de 2010
“Dilma representa todo lo bueno de Lula” - Por Santiago O’Donnell desde San Pablo
Estamos con uno de los fundadores del PT, Eduardo Suplicy, senador nacional desde 1990, y estamos atascados en el denso tráfico de esta ciudad. La entrevista con Página/12 en la fundación Getúlio Vargas se había extendido un poco y ahora llegamos tarde al acto de cierre de la campaña de Dilma Rousseff. No hay tiempo que perder. Suplicy, 69 años, cuerpo de ex boxeador, ordena al chofer que arrime al cordón. El chofer protesta, pero el senador lo corta en seco. Se afloja la corbata y se despoja del saco de su traje azul, abre la puerta y se lanza a pie, a paso redoblado, mientras habla por celular, cinco cuadras por una peatonal que desemboca en la tradicional Plaza de Se, donde se desarrolla el acto. En el camino se le sale la camisa del pantalón y se choca con no menos de cuatro peatones mientras apura el paso, celular en la oreja, el senador nacional. Cuando llega a la plaza, solo, sin custodia, una multitud lo rodea y se lo devora. Apenas tiene tiempo para despedirse.+/- Ver mas...
Entre ataques, escándalos y denuncias - Por Santiago O’Donnell, desde San Pablo
El cuartel general del Partido de los Trabajadores parece tranquilo. Casi nadie en la entrada de un viejo edificio del centro de esta ciudad, remozado y pintado a nuevo, el guardia sonriente y relajado. Fotos de Dilma, no demasiadas, algunas con Lula, con fondo verdeamarelho y no rojo como en la primera vuelta, y sin la estrella del PT, innovaciones del “marquetero” para atraer votos moderados. Tercer piso, área de comunicaciones, diez, doce escritorios ocupados, computadoras prendidas, voluntarios trabajando pero sin gente a su alrededor. Toman denuncias, actualizan la página web y coordinan a los miles de militantes que ayer tomaron las calles en los distintos barrios de la ciudad, en las tradicionales “paseatas”, cantando y repartiendo volantes de la candidata petista. Faltan tres días para la segunda vuelta y las encuestas le dan quince puntos a la candidata oficialista. Todo parece encaminado, pero los muchachos no están tranquilos.+/- Ver mas...
Hablan de la campaña sucia, de encuestas infladas, de la famosa “bala de plata”, la sorpresa que la oposición guardaría hasta el último momento, para dejar a Dilma sin chance de protestar. Como en el ’89, cuando armaron un montaje con un encapuchado con remera de PT que secuestraba un empresario, y Collor de Mello terminó ganándole a Lula una elección muy pareja.
En esta campaña hay mucha diferencia, pero la campaña del socialdemócrata José Serra insistió con las viejas tácticas. El intento de pintar a Dilma como una terrorista lesbiana abortista para espantar al voto conservador y religioso no parece haber dado resultado, pero Aparecido Luiz da Silva, Cidào, no se duerme en los laureles.
Cidào, jefe de Comunicaciones del PT en el principal distrito electoral del país, recorre sin pausa los sitios de Internet, buscando la bala de plata, mientras dispara instrucciones a los voluntarios. Dice que el ataque va a llegar, pero no sabe de dónde. Tiene tres hipótesis. Es sabido que Folha de Sao Paulo ha estado hurgando en el pasado guerrillero de Dilma, dice, buscando algo que sirva para pintarla de terrorista. Esa es una posibilidad, tal vez la más firme, calcula Cidào. También está la movida del Papa. Los medios publicaron una carta del pontífice alentando a los obispos del nordeste a hablar en contra de la legalización del aborto. Serra se montó enseguida en la movida de prensa, opinando que el Papa es un hombre muy sabio que merece ser escuchado. “¿Y dónde están las declaraciones de Dilma sobre el Papa? ¡No están!”, se enfurece Cidào, casi gritándole a la pantalla de su laptop, que muestra la página de Folha.
La tercera posibilidad, alerta Cidào, es que se produzcan disturbios en las últimas “paseatas” programadas para hoy. Las campañas acordaron que la “paseata” principal, por el centro de la ciudad, la haría la oposición por la mañana y el oficialismo por la tarde para evitar problemas, pero cualquier chispa puede prender. Basta decir que la semana pasada Serra se internó en un hospital y se hizo una tomografía computada porque en una “paseata” alguien le tiró y le acertó en la cabeza con una tapita de plástico y un bollo de papel.
Cidào tiene motivos de sobra para mantenerse alerta a pesar de la ventaja y no sólo por experiencias pasadas, sino porque esta elección ha sido muy cambiante. Serra había arrancado en punta cómodo, pero Dilma lo pasó por arriba y casi gana en la primera vuelta, pero una fuga de votos de último momento a una tercera candidata, Marina Silva, terminó forzando el ballottage. Dilma arrancó la segunda vuelta quince puntos arriba, pero en menos de una semana Serra cortó esa ventaja por la mitad, a caballo de un debate por la legalización del aborto.
Entonces pasaron tres o cuatro cosas. “La gente se asustó. De repente las reuniones (del PT) se llenaron. Empezamos a ver muchas caras que hace mucho no veíamos. La posibilidad concreta de perder generó una movilización”, dijo Gustavo Feiberg, voluntario de la campaña y viejo militante del PT.
Y pasó que Dilma fue a una iglesia en San Pablo a comulgar y “cumplir una promesa de mi vida privada”, dando a entender que le pidió a la Virgen que la cure del cáncer. Y pasó lo del papelito de Serra, que terminó siendo un papelón. Pasó un debate en el que Dilma arrinconó a Serra con el tema Petrobras, empresa estatal que el gobierno de Lula capitalizó y que el anterior gobierno socialdemócrata había parcialmente privatizado. Y saltaron obispos, pastores y líderes religiosos a contestar la campaña del miedo, a decir que el partido del gobierno garantizaba la libertad religiosa. Y saltaron artistas e intelectuales como Chico Buarque, Gilberto Gil, Beth Carvalho, en un gran acto en Río de Janeiro, para apoyar a Dilma y decir que era peligroso y divisivo poner un debate religioso en el centro de una campaña electoral.
Así, el PT terminó jugando el partido de la socialdemocracia, esto es, priorizando el debate sobre el aborto, siempre a la defensiva, contestando agravios y acusaciones. Pero para desgracia de Serra y la oposición, la táctica defensiva de Dilma y el PT funcionó muy bien. “Logramos instalar que acá no se está eligiendo al Papa, ni a un pastor, ni a un líder religioso, sino al presidente de la república”, dice orgulloso Cidào.
Todas esas cosas pasaron y de golpe la distancia entre Dilma y Serra volvió a crecer, hasta llegar a los quince puntos de diferencia que existen hoy, según las principales encuestadoras. Pero en el bunker del PT nadie parece relajado. Es que tres días en esta campaña pueden ser una eternidad.
En esta campaña hay mucha diferencia, pero la campaña del socialdemócrata José Serra insistió con las viejas tácticas. El intento de pintar a Dilma como una terrorista lesbiana abortista para espantar al voto conservador y religioso no parece haber dado resultado, pero Aparecido Luiz da Silva, Cidào, no se duerme en los laureles.
Cidào, jefe de Comunicaciones del PT en el principal distrito electoral del país, recorre sin pausa los sitios de Internet, buscando la bala de plata, mientras dispara instrucciones a los voluntarios. Dice que el ataque va a llegar, pero no sabe de dónde. Tiene tres hipótesis. Es sabido que Folha de Sao Paulo ha estado hurgando en el pasado guerrillero de Dilma, dice, buscando algo que sirva para pintarla de terrorista. Esa es una posibilidad, tal vez la más firme, calcula Cidào. También está la movida del Papa. Los medios publicaron una carta del pontífice alentando a los obispos del nordeste a hablar en contra de la legalización del aborto. Serra se montó enseguida en la movida de prensa, opinando que el Papa es un hombre muy sabio que merece ser escuchado. “¿Y dónde están las declaraciones de Dilma sobre el Papa? ¡No están!”, se enfurece Cidào, casi gritándole a la pantalla de su laptop, que muestra la página de Folha.
La tercera posibilidad, alerta Cidào, es que se produzcan disturbios en las últimas “paseatas” programadas para hoy. Las campañas acordaron que la “paseata” principal, por el centro de la ciudad, la haría la oposición por la mañana y el oficialismo por la tarde para evitar problemas, pero cualquier chispa puede prender. Basta decir que la semana pasada Serra se internó en un hospital y se hizo una tomografía computada porque en una “paseata” alguien le tiró y le acertó en la cabeza con una tapita de plástico y un bollo de papel.
Cidào tiene motivos de sobra para mantenerse alerta a pesar de la ventaja y no sólo por experiencias pasadas, sino porque esta elección ha sido muy cambiante. Serra había arrancado en punta cómodo, pero Dilma lo pasó por arriba y casi gana en la primera vuelta, pero una fuga de votos de último momento a una tercera candidata, Marina Silva, terminó forzando el ballottage. Dilma arrancó la segunda vuelta quince puntos arriba, pero en menos de una semana Serra cortó esa ventaja por la mitad, a caballo de un debate por la legalización del aborto.
Entonces pasaron tres o cuatro cosas. “La gente se asustó. De repente las reuniones (del PT) se llenaron. Empezamos a ver muchas caras que hace mucho no veíamos. La posibilidad concreta de perder generó una movilización”, dijo Gustavo Feiberg, voluntario de la campaña y viejo militante del PT.
Y pasó que Dilma fue a una iglesia en San Pablo a comulgar y “cumplir una promesa de mi vida privada”, dando a entender que le pidió a la Virgen que la cure del cáncer. Y pasó lo del papelito de Serra, que terminó siendo un papelón. Pasó un debate en el que Dilma arrinconó a Serra con el tema Petrobras, empresa estatal que el gobierno de Lula capitalizó y que el anterior gobierno socialdemócrata había parcialmente privatizado. Y saltaron obispos, pastores y líderes religiosos a contestar la campaña del miedo, a decir que el partido del gobierno garantizaba la libertad religiosa. Y saltaron artistas e intelectuales como Chico Buarque, Gilberto Gil, Beth Carvalho, en un gran acto en Río de Janeiro, para apoyar a Dilma y decir que era peligroso y divisivo poner un debate religioso en el centro de una campaña electoral.
Así, el PT terminó jugando el partido de la socialdemocracia, esto es, priorizando el debate sobre el aborto, siempre a la defensiva, contestando agravios y acusaciones. Pero para desgracia de Serra y la oposición, la táctica defensiva de Dilma y el PT funcionó muy bien. “Logramos instalar que acá no se está eligiendo al Papa, ni a un pastor, ni a un líder religioso, sino al presidente de la república”, dice orgulloso Cidào.
Todas esas cosas pasaron y de golpe la distancia entre Dilma y Serra volvió a crecer, hasta llegar a los quince puntos de diferencia que existen hoy, según las principales encuestadoras. Pero en el bunker del PT nadie parece relajado. Es que tres días en esta campaña pueden ser una eternidad.
Publicado en Página/12 el 29 de octubre de 2010
Imagen: EFE
Imagen: EFE
domingo, 24 de octubre de 2010
La cola del perro - Por Santiago O’Donnell
Si no fuera tan patético sería hasta gracioso. Estados Unidos en Afganistán dando vueltas y vueltas como un perro tratando de morderse la cola. Otra vez tomamos como referencia al venerable New York Times, decano del periodismo estadounidense. Informa con el tono desapasionado que lo caracteriza sobre negociaciones secretas entre líderes del talibán y el gobierno afgano para terminar la guerra. Dice que estos líderes son llevados en helicóptero por la OTAN desde sus escondites del otro lado de la frontera paquistaní hasta el lugar secreto de las negociaciones, cerca de Kabul. Después deja caer, como al pasar, un dato por demás llamativo.+/- Ver mas...
Dice que el mullah Omar, jefe máximo del talibán, quedó afuera de las negociaciones “en parte por su cercanía a los servicios secretos paquistaníes”. Dice que no puede revelar el nombre de los líderes talibán que negocian con el gobierno afgano por temor a represalias de parte de ISI, el servicio secreto paquistaní. “El ISI trata de impedir las negociaciones. Si se entera los elimina”, señala un “funcionario afgano” citado por el diario.
Está bien, hace mucho se sabe que hay agentes paquistaníes que apoyan al talibán. Que el talibán es prácticamente un invento de los servicios paquistaníes, a los cuales Washington financiaba en los ’80 para que formara milicias en Afganistán, como estrategia de resistencia a la invasión soviética.
Pero nunca había leído que el talibán, y en particular el mullah Omar, fueran rehenes de una agencia del Estado paquistaní. Es decir, el verdadero enemigo en la guerra Afgana es Pakistán. Es decir, Estados Unidos va a la guerra para atrapar vivo o muerto a Bin Laden, autor intelectual del atentado a las torres gemelas. Pero no se trenza con la fantasmal red terrorista que el fantasmal Bin Laden supuestamente dirige, sino con el talibán, un movimiento que supuestamente protege a los terroristas.
Pero ahora resulta que el talibán tiene líderes razonables que quieren negociar, pero los espías paquistaníes no los dejan. Entonces habría que agarrárselas con Pakistán y sus espías, ¿no? Pero no. Pakistán es el país que más ayuda militar estadounidense recibe en todo el mundo después de Israel.
¿Entonces en qué quedamos? Estados Unidos financia a Bin Laden para después hacerle la guerra. Financia a Saddam Hussein para después hacerle la guerra. Financia al talibán para después hacerle la guerra. Financia al servicio secreto paquistaní pero al mismo tiempo dice que es su peor enemigo. Algunos malpensados van a interpretar que algún interés muy poderoso en Estados Unidos, algo que algunos malpensados han dado en llamar “el complejo militar-industrial”, ha llevado a ese país a un estado de guerra permanente.
No pueden negociar con su enemigo porque un aliado, que en realidad apoya al enemigo, apoya al enemigo sólo si no negocia, porque si el enemigo quiere hacerse amigo, entonces el aliado se convierte en enemigo del que ahora quiere hacerse amigo. Todo esto lo informa el diario decano como si fuera algo lógico, o al menos entendible.
Para que todo quede más claro, al día siguiente del anuncio de las negociaciones secretas, un general de la OTAN sale a decir que Bin Laden está en Paquistán, en la montaña, cerca de la frontera, pero no escondido. Está en una casa, precisa el general, y cerca de él, en otra casa, vive el número dos de Al Qaida, Ayman al-Zawahiri. “Ningún líder del Al Qaida vive en una cueva”, dijo el general, dando a entender connivencia con autoridades paquistaníes. La respuesta oficial de Islamabad no tardó en llegar: otra vez los rumores infundados, las versiones apócrifas dañando la reputación de un gobierno honorable. Repudio total a los dichos del general.
Siguen llegando noticias. Gran cumbre gran entre Obama y los jefes del gobierno afgano en Washington. La Casa Blanca anuncia formalmente su apoyo a las negociaciones secretas entre Kabul y el talibán. El comunicado no dice nada malo de los espías paquistaníes, al contrario. Dice que al día siguiente se reunirá el Grupo de Trabajo para Paquistán, para analizar al más alto nivel con su gran aliado el devenir de la guerra en Afganistán.
Al otro día se reúne el Grupo de Trabajo y al finalizar la reunión la canciller Hillary Clinton convoca a conferencia de prensa para hacer un gran anuncio. Dos mil millones más de ayuda militar para Paquistán y toda una catarata de elogios para “el aliado más firme e inquebrantable” que tenemos en la región. No aclaró cuántos de esos millones irán a los bolsillos de los espías que mantienen rehén al mullah Omar, obligándolo a seguir matando soldados estadounidenses.
Lo que aparece en los análisis de esta nueva inyección de cash para aceitar el escenario bélico es un pequeño detalle que siempre vale la pena tener en cuenta. Pakistán tiene la bomba. Es el único país islámico con una bomba. Se la fabricaron, claro, los estadounidenses. Paquistán tiene un enemigo histórico, también potencia nuclear, aunque su bomba la hicieron los soviéticos. Estamos hablando de India. Otro “gran aliado” de Washington. India comparte con Pakistán la conflictiva frontera de Cachemira. El principal sostén del ejército paquistaní en esa frontera es la red de jefes tribales Pashtun, la misma red que protege al talibán, según denuncian los funcionarios y los militares que cita el New York Times.
El mes que viene Obama visitará la India, en el marco de una gira asiática que no incluye Pakistán. Los paquistaníes estaban nerviosos y decepcionados, dicen los analistas. Los dos mil palos verdes sirven para calmar esa ansiedad, explican.
Hillary hizo el anuncio con el canciller paquistaní Shah Mehmood Qureshi a su lado. El canciller sabe que todos saben que Pakistán juega a dos puntas. Todos los años lanza grandes campañas militares con bombos y platillos supuestamente dirigidas a derrotar al talibán. Llegan informes de grandes batallas desde zonas remotas que se hacen difíciles de comprobar. Pero a los jefes de los clanes guerreros pashtun nadie los toca. Siguen ahí, nunca les pasa nada, nunca cae ninguno. El canciller es consciente de todo esto, entonces le agradece a Hillary la ayuda militar sin escaparle al bulto: “Aún hay comentarios por lo bajo sobre que Pakistán no pone todo su empeño en esta lucha”, dice Qureshi. “No sé qué mayor evidencia se puede ofrecer que la sangre de nuestro pueblo.”
Las noticias se suceden pero nunca se tocan. Un día los paquistaníes son los villanos que impiden la paz. Al otro día son los héroes que derraman sangre para derrotar a los terroristas. En el medio, dos mil palos verdes más en bombas, tanques, misiles y chiches varios.
Así que ya lo sabemos. Cuando Estados Unidos empiece a retirarse de Afganistán con la cola entre las piernas, a mediados del año que viene, no será por falta de coraje o convicción, sino por una vil traición de uno de sus grandes aliados. Quizá los paquistaníes nunca entendieron la grandeza de la misión estadounidense, el verdadero sentido de sus generosas donaciones. Quizá confundieron negociaciones sinceras con una mera puesta en escena, armada para que ellos salgan a defender los verdaderos intereses de sus patrones. Por alguna razón deben pensar que Estados Unidos no quiere la paz.
Estos muchachos del ISI paquistaní que boicotean las negociaciones son espías, espías muy bien pagos. No hay que descartar que algo hayan averiguado, que sepan algo que nosotros todavía ignoramos. Sobre las vueltas que da el perro, digo. Porque la cola nunca se la va a morder.
Está bien, hace mucho se sabe que hay agentes paquistaníes que apoyan al talibán. Que el talibán es prácticamente un invento de los servicios paquistaníes, a los cuales Washington financiaba en los ’80 para que formara milicias en Afganistán, como estrategia de resistencia a la invasión soviética.
Pero nunca había leído que el talibán, y en particular el mullah Omar, fueran rehenes de una agencia del Estado paquistaní. Es decir, el verdadero enemigo en la guerra Afgana es Pakistán. Es decir, Estados Unidos va a la guerra para atrapar vivo o muerto a Bin Laden, autor intelectual del atentado a las torres gemelas. Pero no se trenza con la fantasmal red terrorista que el fantasmal Bin Laden supuestamente dirige, sino con el talibán, un movimiento que supuestamente protege a los terroristas.
Pero ahora resulta que el talibán tiene líderes razonables que quieren negociar, pero los espías paquistaníes no los dejan. Entonces habría que agarrárselas con Pakistán y sus espías, ¿no? Pero no. Pakistán es el país que más ayuda militar estadounidense recibe en todo el mundo después de Israel.
¿Entonces en qué quedamos? Estados Unidos financia a Bin Laden para después hacerle la guerra. Financia a Saddam Hussein para después hacerle la guerra. Financia al talibán para después hacerle la guerra. Financia al servicio secreto paquistaní pero al mismo tiempo dice que es su peor enemigo. Algunos malpensados van a interpretar que algún interés muy poderoso en Estados Unidos, algo que algunos malpensados han dado en llamar “el complejo militar-industrial”, ha llevado a ese país a un estado de guerra permanente.
No pueden negociar con su enemigo porque un aliado, que en realidad apoya al enemigo, apoya al enemigo sólo si no negocia, porque si el enemigo quiere hacerse amigo, entonces el aliado se convierte en enemigo del que ahora quiere hacerse amigo. Todo esto lo informa el diario decano como si fuera algo lógico, o al menos entendible.
Para que todo quede más claro, al día siguiente del anuncio de las negociaciones secretas, un general de la OTAN sale a decir que Bin Laden está en Paquistán, en la montaña, cerca de la frontera, pero no escondido. Está en una casa, precisa el general, y cerca de él, en otra casa, vive el número dos de Al Qaida, Ayman al-Zawahiri. “Ningún líder del Al Qaida vive en una cueva”, dijo el general, dando a entender connivencia con autoridades paquistaníes. La respuesta oficial de Islamabad no tardó en llegar: otra vez los rumores infundados, las versiones apócrifas dañando la reputación de un gobierno honorable. Repudio total a los dichos del general.
Siguen llegando noticias. Gran cumbre gran entre Obama y los jefes del gobierno afgano en Washington. La Casa Blanca anuncia formalmente su apoyo a las negociaciones secretas entre Kabul y el talibán. El comunicado no dice nada malo de los espías paquistaníes, al contrario. Dice que al día siguiente se reunirá el Grupo de Trabajo para Paquistán, para analizar al más alto nivel con su gran aliado el devenir de la guerra en Afganistán.
Al otro día se reúne el Grupo de Trabajo y al finalizar la reunión la canciller Hillary Clinton convoca a conferencia de prensa para hacer un gran anuncio. Dos mil millones más de ayuda militar para Paquistán y toda una catarata de elogios para “el aliado más firme e inquebrantable” que tenemos en la región. No aclaró cuántos de esos millones irán a los bolsillos de los espías que mantienen rehén al mullah Omar, obligándolo a seguir matando soldados estadounidenses.
Lo que aparece en los análisis de esta nueva inyección de cash para aceitar el escenario bélico es un pequeño detalle que siempre vale la pena tener en cuenta. Pakistán tiene la bomba. Es el único país islámico con una bomba. Se la fabricaron, claro, los estadounidenses. Paquistán tiene un enemigo histórico, también potencia nuclear, aunque su bomba la hicieron los soviéticos. Estamos hablando de India. Otro “gran aliado” de Washington. India comparte con Pakistán la conflictiva frontera de Cachemira. El principal sostén del ejército paquistaní en esa frontera es la red de jefes tribales Pashtun, la misma red que protege al talibán, según denuncian los funcionarios y los militares que cita el New York Times.
El mes que viene Obama visitará la India, en el marco de una gira asiática que no incluye Pakistán. Los paquistaníes estaban nerviosos y decepcionados, dicen los analistas. Los dos mil palos verdes sirven para calmar esa ansiedad, explican.
Hillary hizo el anuncio con el canciller paquistaní Shah Mehmood Qureshi a su lado. El canciller sabe que todos saben que Pakistán juega a dos puntas. Todos los años lanza grandes campañas militares con bombos y platillos supuestamente dirigidas a derrotar al talibán. Llegan informes de grandes batallas desde zonas remotas que se hacen difíciles de comprobar. Pero a los jefes de los clanes guerreros pashtun nadie los toca. Siguen ahí, nunca les pasa nada, nunca cae ninguno. El canciller es consciente de todo esto, entonces le agradece a Hillary la ayuda militar sin escaparle al bulto: “Aún hay comentarios por lo bajo sobre que Pakistán no pone todo su empeño en esta lucha”, dice Qureshi. “No sé qué mayor evidencia se puede ofrecer que la sangre de nuestro pueblo.”
Las noticias se suceden pero nunca se tocan. Un día los paquistaníes son los villanos que impiden la paz. Al otro día son los héroes que derraman sangre para derrotar a los terroristas. En el medio, dos mil palos verdes más en bombas, tanques, misiles y chiches varios.
Así que ya lo sabemos. Cuando Estados Unidos empiece a retirarse de Afganistán con la cola entre las piernas, a mediados del año que viene, no será por falta de coraje o convicción, sino por una vil traición de uno de sus grandes aliados. Quizá los paquistaníes nunca entendieron la grandeza de la misión estadounidense, el verdadero sentido de sus generosas donaciones. Quizá confundieron negociaciones sinceras con una mera puesta en escena, armada para que ellos salgan a defender los verdaderos intereses de sus patrones. Por alguna razón deben pensar que Estados Unidos no quiere la paz.
Estos muchachos del ISI paquistaní que boicotean las negociaciones son espías, espías muy bien pagos. No hay que descartar que algo hayan averiguado, que sepan algo que nosotros todavía ignoramos. Sobre las vueltas que da el perro, digo. Porque la cola nunca se la va a morder.
Publicado en Página/12 el 24 de octubre de 2010
jueves, 21 de octubre de 2010
We will be fooled again and again and again (Sobre "Perdido")
Hello Santiago :
My name is Simon El Xul and am an Northamerican living in Tucuman. I read your Piece in Pagina 12 on Sunday october 17 re Barak Obamas' political troubles.
Excellent article and very insightful. I would just like to add a few comments from the perspective of a northamerican who supported Obamas ascendency to the presidency.+/- Ver mas...
My name is Simon El Xul and am an Northamerican living in Tucuman. I read your Piece in Pagina 12 on Sunday october 17 re Barak Obamas' political troubles.
Excellent article and very insightful. I would just like to add a few comments from the perspective of a northamerican who supported Obamas ascendency to the presidency.+/- Ver mas...
His reform of the U.S. health system is a complete bust. What it actually does is make the health care insurers richer than they are now. Yes, it may give better access to medical care for the uninsured, yet with the passage of time even that is being whittled away and I expect with the Republican gains in both houses of congress, nothing substantial will be left in a bad plan to begin with.
And no, the economic crisis is far from over. The bailouts to the banks and financial institutions temporarily may have alleviated a more severe crisis, but it's back to business as usual ( ultra high bonusus to the bankers and stock brokers, fabricating and cooking the books, etc). Capitalist greed cannot be contained.
Unemployment is the highest since the great depression of the 30's. Some stats say it is over 20%. One in seven people are said to live in poverty- an amazing figure in itself. Housing foreclosures continue at an unprecedented rate.
Nevermind the closure of Guantanamo or immigration reform- the war is not over in Iraq. Over 50 thousand U.S. troops still there and who knows how many paid merceneries. Obama expanded the war in Afghanastan to what good. Peace in the middle-east is a joke. Much sabre-rattling over Iran and North Korea. What's changed since Bush?
i have to remind myself, that Barak Obama came out of what is probably the sleaziest and most corrupt political scene in the U.S.A.- the Chicago Democratic party machine. To paraphrase The Who's anthem- we will be fooled again and again and again.
ciao
And no, the economic crisis is far from over. The bailouts to the banks and financial institutions temporarily may have alleviated a more severe crisis, but it's back to business as usual ( ultra high bonusus to the bankers and stock brokers, fabricating and cooking the books, etc). Capitalist greed cannot be contained.
Unemployment is the highest since the great depression of the 30's. Some stats say it is over 20%. One in seven people are said to live in poverty- an amazing figure in itself. Housing foreclosures continue at an unprecedented rate.
Nevermind the closure of Guantanamo or immigration reform- the war is not over in Iraq. Over 50 thousand U.S. troops still there and who knows how many paid merceneries. Obama expanded the war in Afghanastan to what good. Peace in the middle-east is a joke. Much sabre-rattling over Iran and North Korea. What's changed since Bush?
i have to remind myself, that Barak Obama came out of what is probably the sleaziest and most corrupt political scene in the U.S.A.- the Chicago Democratic party machine. To paraphrase The Who's anthem- we will be fooled again and again and again.
ciao
domingo, 17 de octubre de 2010
Bien dotado (Sobre "Perdido")
Por supuesto, es un placer leerle. Como no lo va ser siendo Usted un hombre inteligente, bien informado y con un estilo agil, a veces sutil, cadencioso, armonico, desgranando ansiedad y avidez por seguir leyendole, aunque pueda ser predecible el final que entreleza con una dosis de ironia y sentido comun que despliega con estilo y gracia, patrimonio de los bien dotados escritores. A pesar de la impresion que amilana mi modestia frente a tan cognotado despliegue literario, aun sonrojado por los efectos que me produce su demostracipn de capacidad de comunicacion, me animo timidamente a hacerle llegar un par de comentarios sobre el tema. +/- Ver mas...
Para empezar, el senor Obama esta muy lejos de ser, como Usted lo cataloga, el hombre " mas poderoso, del mundo. Seria mas compadeciente con la realidad y la verdad, decir que es "el vocero mas poderoso" del "loby mas poderoso del mundo". Usted sabe esto tanto o mejor que yo. Usted esta demasiado bien informado como para ignorar cual es la realidad y donde reside el "verdadero poder" en este pais. Otra cosa es que Usted, un columnista profesional, por razones obvias y entendibles, no lo reconozca publicamente. Por otra parte, el senor Obama podria pasar a la historia como el mas grande desfraudador de las esperanazas del pueblo americano que, parodiando a esas despectivamente llamadas "republicas bananeras" llego al puesto de presidente con una " oferta de cambio" radical y ahora se mantiene en el mismo, con acciones que no son otra cosa que "mas de lo mismo de siempre". Nunca estuve entre los ilusos y credulos ciudadadnos de este pais, que por desgracia son una gran mayoria, que le creyo a este senor ni una coma de sus promesas. No por que no fuera bien intencionado, que en alguna medida si lo fue, sino precisamente, por que se que el verdadero poder, como ya quedo dicho, no reside en el. Mucha gente se llama a engano en este punto. Y es comprensible que eso ocurra. El loby que le mencionaba mas arriba tiene, en la " media corporativa "de este pais, un conspicuo componente con la capacidad de hacerle creer al mundo que la media noche es el medio dia. Por supuesto, estamos de acuerdo, Obama perdera, Perdera, por que le falto el valor y el coraje de "jugarse" por sus promesas. Pero es humano: es mejor perder una eleccion que perder la vida, verdad ?. En fin, senor Odonell, tengo la completa certeza que Usted sabe muy bien como son las cosas en esta "democracia corporativa". Y no solo lo sabe Usted, lo saben tambien, por lo menos la mitad del electorado americano que, precisamente por saber como son las cosas, no se molesta en ir a votar; no le parece ? Otra vez, lo anterior no le hace mella alguna a su impecable trabajo literario de opinion. Cuenteme entre sus adictos a leerle cada vez que tengo la dicha de que eso pase. Que bueno que exista Pagina 12. Sin este medio, todo se reduciria al "fulgor" intelectual que puede dar la simple luz de un fosforo.
Dante Schiavone
RTA:dante, muchas gracias por la carta tan generosa. de acuerdo con lo del lobby. el hombre mas poderoso del mundo no puede con el lobby mas poderoso.
saludos s
Pancho, fijate que fuera del mainstream hay otra tendencia silenciada que se las trae, ya contra Obama sino contra todo el stablishmnt. www.infowars.com (hacen pie en el complot y autoatentado de las torres gemelas calificado como "inside job")
Abrazo
Hugo Lleimann
RTA:dale, me fijo. pero no soy pancho, ni tampoco pacho.
abz s
Muy buena columna sobre Obama realmente te felicito
Matías Gómez
Hola Santiago
Seguís emperrado con tu héroe, que es, a todas luces, un tránsfuga. Decis "Lleva dos años sacando al planeta de la peor crisis de la historia, o al menos eso debe pensar." Tanta ambigüedad tiene un costo. Porque al final vos mismo estás solo, y perdido. Se te olvidó que escaló la guerra, que está embarrado y manejado por la derecha. Que tiene viet nam para rato. Que está haciendo la campaña para los republicanos. En todas las opciones, siempre tomó por la derecha. No te hagas ilusiones, parece el hombre poderoso que querés ver, pero es un títere manipulado por arriba y por abajo, haciéndose el cowboy. Es un hombre que lo único que trata es de mostrar que puede ser mejor administrador del imperio que sus competidores. Ningún cambio. Es un auténtico fraude.
Bueno, saludos.
Parece que Fidel también en el fondo sigue guardando cierta expectativa con él. Pero al menos él muestra el aluvión de datos que demuestran a qué intereses responde esa inteligencia y simpatía vacías. Cambia para que nada cambie es su más íntima convicción.
Tito
RTA:hola tito, te pido q me leas con un poco mas de apertura. te vas a dar cuenta q escribi algo muy parecido a lo que decis vos. vos decis q la ambiguedad tiene un costo, yo dije q pago un costo carisimo. vos decis que es mi heroe, yo digo que ya perdio pero no sabe ni cuanto ni donde ni como. la columna se llama "perdido" no "heroe".
saludos, s
Dante Schiavone
RTA:dante, muchas gracias por la carta tan generosa. de acuerdo con lo del lobby. el hombre mas poderoso del mundo no puede con el lobby mas poderoso.
saludos s
Pancho, fijate que fuera del mainstream hay otra tendencia silenciada que se las trae, ya contra Obama sino contra todo el stablishmnt. www.infowars.com (hacen pie en el complot y autoatentado de las torres gemelas calificado como "inside job")
Abrazo
Hugo Lleimann
RTA:dale, me fijo. pero no soy pancho, ni tampoco pacho.
abz s
Muy buena columna sobre Obama realmente te felicito
Matías Gómez
Hola Santiago
Seguís emperrado con tu héroe, que es, a todas luces, un tránsfuga. Decis "Lleva dos años sacando al planeta de la peor crisis de la historia, o al menos eso debe pensar." Tanta ambigüedad tiene un costo. Porque al final vos mismo estás solo, y perdido. Se te olvidó que escaló la guerra, que está embarrado y manejado por la derecha. Que tiene viet nam para rato. Que está haciendo la campaña para los republicanos. En todas las opciones, siempre tomó por la derecha. No te hagas ilusiones, parece el hombre poderoso que querés ver, pero es un títere manipulado por arriba y por abajo, haciéndose el cowboy. Es un hombre que lo único que trata es de mostrar que puede ser mejor administrador del imperio que sus competidores. Ningún cambio. Es un auténtico fraude.
Bueno, saludos.
Parece que Fidel también en el fondo sigue guardando cierta expectativa con él. Pero al menos él muestra el aluvión de datos que demuestran a qué intereses responde esa inteligencia y simpatía vacías. Cambia para que nada cambie es su más íntima convicción.
Tito
RTA:hola tito, te pido q me leas con un poco mas de apertura. te vas a dar cuenta q escribi algo muy parecido a lo que decis vos. vos decis q la ambiguedad tiene un costo, yo dije q pago un costo carisimo. vos decis que es mi heroe, yo digo que ya perdio pero no sabe ni cuanto ni donde ni como. la columna se llama "perdido" no "heroe".
saludos, s
Perdido - Por Santiago O’Donnell
Estamos con Obama, el hombre más poderoso del mundo. Hace dos años llegó a la Casa Blanca empujado por un aluvión, Ahora, a veinte días de su primera elección como presidente, ya sabe que va a perder.
Según nos cuenta la revista del New York Times, se la pasa leyendo las biografías de Reagan y Clinton, dos tipos que también perdieron su primera elección legislativa como presidentes, pero después se recuperaron para ganar la reelección.+/- Ver mas...
Obama sabe que va a perder y les echa la culpa a la economía, a la herencia recibida de la peor crisis de la historia. Se consuela sabiendo que Reagan y Clinton perdieron con el desempleo a la mitad de lo que lo tiene él. Sabe que a pesar de todo su índice de aprobación del 45 por ciento no es peor que el de sus ilustres antecesores antes de sus respectivas derrotas electorales, y además supera el del Congreso y el de los dos partidos políticos. O sea, el desencanto es generalizado, razona Obama, hubo que tomar algunas medidas drásticas, hay que esperar a que empiecen a surtir efecto.
Dice eso, pero sabe que va a perder. Tenía, tiene, mayorías cómodas en las dos cámaras. Ahora, según las encuestas, según las tendencias, según el estado de ánimo general, va a quedar con minoría en la Cámara de Representantes, y podría retener el Senado por un solo voto si le va bien en algunas elecciones clave, como la del estado de Washington. En todo caso va a perder y lo sabe, por eso lee los libros que lee.
El dice que va a perder porque le toca perder, pero debe haber otras razones, lo debe saber. Porque no es fácil ganar una elección desde el oficialismo cuando la economía anda mal, pero tampoco es imposible. Tiene que haber otras razones. Lo saben los estadounidenses.
Tampoco será una derrota gratuita. Se puede gobernar con minorías parlamentarias, pero por cada Clinton y Reagan hay decenas de políticos que después de perder no pudieron dar vuelta la situación. Como sea, no va a ser gratis. Para dar vuelta la situación Obama tendrá que cambiar lo que viene haciendo.
Ahí se abre todo un menú de opciones que va desde poner toda la carne al asador hasta no hacer nada que pueda complicar la reelección, dejando para después las cosas importantes, si es que hay un después. Pero primero va a perder.
Obama arrancó su gobierno subido a la ola de una movilización sin precedentes. Marcó un hito al convertirse en el primer presidente negro de los Estados Unidos. La campaña que lo catapultó a la presidencia en el 2008 se caracterizó por grandes movilizaciones que llenaron parques y estadios. Esa movilización tuvo su correlato en el universo virtual, donde a partir del uso de nuevas tecnologías, una red de apoyo a Obama ayudó a politizar a un electorado escéptico y apático, sobre todo a los jóvenes, en un país donde el voto es opcional y la mitad de la gente no lo ejerce.
A toda esa gente Obama movilizó y politizó con un discurso que une dos promesas. Por un lado, la promesa de grandes cambios. Estados Unidos enfrentaba una crisis sin precedentes. No sólo económica sino también de identidad. El país parecía atrapado entre un consumismo desenfrenado que no podía sostener y una guerra en Irak por un falso arsenal de armas químicas. En sus discursos de campaña, Obama prometía cambiar todo con cadencia de evangelista, en un crescendo fervoroso, llevando a sus seguidores a algo cercano al frenesí.
Por el otro, la promesa de unir al país. La guerra y la revolución cultural de Bush hijo habían partido al país en dos bandos cada vez más enojados. Toda esa movida religiosa de Bush de cuestionar la ciencia, de frenar investigaciones médicas, de atacar a las minorías sexuales y el derecho al aborto. La tortura, los secuestros, la humillaciones en las cárceles. Mucha gente enojada. Obama trató a Bush como un señor. Ya lo había dicho en la campaña, sin el fervor con que prometía el cambio, sino con un tono solemne, institucional: Todos estaban convocados, todos serían escuchados, a veces se aprende más del otro, para los grandes cambios hacen falta grandes consensos.
Expresadas en el “¡Sí, podemos!” que coreaba la gente, las promesas parecían dos caras de la misma moneda. La de unir apelaba a las masas, la de cambio entusiasmaba a los activistas.
Pero a la hora de ser cumplidas las promesas terminaron enfrentadas. Una y otra vez Obama debió elegir a quiénes decepcionar: a los que pedían cambiar o a los que pedían armonía. Terminó decepcionando a los dos.
La promesa de grandes cambios Obama la cumplió a medias y un poquito más, según su propia cuenta. La promesa de unir al país le costó caro y aun así no la pudo cumplir. Para el hombre más poderoso del mundo dos promesas pueden ser demasiadas.
De las cinco grandes reformas que se fijó Obama para su presidencia, él dice haber cumplido tres: reforma de salud, reforma educativa y reforma financiera. Faltan las reformas de inmigración y de uso de energía. Las reformas las consiguió en el Congreso, pero no como él hubiera querido.
La reforma educativa le salió bien, la metió en el megapaquete del rescate económico. Se trata de un importante programa de subsidios federales otorgados por concurso a los estados con programas más innovadores para mejorar el rendimiento en los distritos escolares con problemas. Es un programa que va creciendo a medida que los estados van mejorando. El año que viene va a entregar más de mil millones de dólares.
Después de la reforma educativa vino la reforma más ambiciosa, la del sistema de salud. Esa no le salió tan bien. Obama se pasó más de un año y medio buscando un acuerdo con los republicanos y nunca lo consiguió. Terminó cediendo en al menos un aspecto clave del plan, la opción pública, la posibilidad del Estado de competir en el mercado de la salud. Hizo todo tipo de concesiones, pero al final Obama tuvo que sacar la ley con su propia mayoría y ni un voto más, cosa que podría haber hecho desde el principio. Se hubiera ahorrado un año y medio. Esto se hacía bastante evidente en un país golpeado por la crisis, ni hablar de un par de guerras que no iban nada bien. Obama ya estaba perdiendo.
Entonces pasó la reforma de salud y enseguida se puso a sacar la reforma financiera, esta vez sin tanto franeleo. No le dedicó mucho tiempo a la idea de “unir el país”. Presentó la reforma y la impuso con su mayoría demócrata en un Congreso ya completamente partido en dos bloques monolíticos e irreconciliables. Todo esto en medio de estallidos raciales, paranoia antiterrorista y mucho desempleo.
Del descontento surgió un movimiento libertario ultraconservador, el Tea Party, alimentado por grandes corporaciones, no para romper el sistema sino para darle expresión política a su lobby mediático.
Está dicho que el franeleo con los republicanos a Obama le costó caro. Por ejemplo, “el nuevo comienzo” con América latina. Sacrificado en medio del golpe de Honduras, con un abrupto cambio de “policy”, en el contexto de las negociaciones por la reforma de la salud. Después de condenar el golpe de Honduras con toda la región en la OEA, después de negociar con Lula la vuelta del presidente Zelaya, Obama negoció un arreglo con los republicanos del Congreso y dejó pagando a toda la región. Se cortó solo y apoyó la continuidad del régimen golpista con elecciones bajo estado de sitio y el presidente legítimo encerrado en una embajada. A cambio de eso los republicanos destrabaron el nombramiento del secretario de Estado para la región, Arturo Valenzuela.
También hubo concesiones en derechos humanos. Obama continuó buena parte de las directivas secretas de Bush en la guerra contra el terror, y Guantánamo está lejos de haberse cerrado.
Si bien es cierto que su promesa de terminar la guerra en Irak vino acompañada de otra promesa de ganar la de Afganistán, muchos votantes de Obama lo votaron porque estaban cansados de las guerras y del espíritu belicista de Bush.
Obama también hizo costosas concesiones en política ambiental. La negativa de su gobierno a reducir las emisiones de gases tóxicos al nivel recomendado fue determinante en el fracaso de la cumbre ambiental de Copenhague.
Mucho más caro le salió el derrame petrolero. Durante la campaña presidencial Obama se había opuesto a la perforación costera. Pero para cerrar el paquete de estímulo revirtió su posición y autorizó algunas perforaciones. Levantó una moratoria que databa de los tiempos de Bush padre, indignando a los ambientalistas. Al poco tiempo ocurrió el derrame del Golfo. Para qué. Esas cosas se pagan.
Ahora que sabe que va a perder, Obama está pensando en lo que va a hacer de acá a la próxima elección, la del 2012, la presidencial, la que cuenta. Tiene dos cuentas pendientes: la reforma energética y la reforma migratoria. Después está la agenda internacional: paz en Medio Oriente, acuerdo con los rusos, etc. etc.
Lo más importante: control del partido. La tropa tranquila. Que no le salga un rival en la interna. Después, hay que ver qué pasa en el Congreso. Si llegan muchos candidatos Tea Party va a ser más difícil hacer acuerdos, ni hablar de blanquear a doce millones de inmigrantes.
A Obama no le fue bien buscando acuerdos cuando tenía una mayoría. Ahora no le va a quedar más remedio. Pero tendrá que ver con quién los busca, si por adentro o por afuera del liderazgo republicano.
Hace cálculos políticos, cálculos electorales. Dice que el amor de las masas va y viene. Que la magia está intacta, esperando su momento. Es el hombre más poderoso del mundo, el más ganador. Lleva dos años sacando al planeta de la peor crisis de la historia, o al menos eso debe pensar. Le sobra autoestima.
Ahora le toca perder. Eso lo sabe, eso lo acepta. Pero no da muestras de saber que perdió, ni cómo, ni dónde, ni cuándo. Es posible que entienda que perdió mucho más que la elección que va a perder. Quizá lo sabe pero no lo puede mostrar, porque el poder no admite dudas.
Pero parece un poco perdido ahí solito en la cima, desde donde todo se ve demasiado bien.
Dice eso, pero sabe que va a perder. Tenía, tiene, mayorías cómodas en las dos cámaras. Ahora, según las encuestas, según las tendencias, según el estado de ánimo general, va a quedar con minoría en la Cámara de Representantes, y podría retener el Senado por un solo voto si le va bien en algunas elecciones clave, como la del estado de Washington. En todo caso va a perder y lo sabe, por eso lee los libros que lee.
El dice que va a perder porque le toca perder, pero debe haber otras razones, lo debe saber. Porque no es fácil ganar una elección desde el oficialismo cuando la economía anda mal, pero tampoco es imposible. Tiene que haber otras razones. Lo saben los estadounidenses.
Tampoco será una derrota gratuita. Se puede gobernar con minorías parlamentarias, pero por cada Clinton y Reagan hay decenas de políticos que después de perder no pudieron dar vuelta la situación. Como sea, no va a ser gratis. Para dar vuelta la situación Obama tendrá que cambiar lo que viene haciendo.
Ahí se abre todo un menú de opciones que va desde poner toda la carne al asador hasta no hacer nada que pueda complicar la reelección, dejando para después las cosas importantes, si es que hay un después. Pero primero va a perder.
Obama arrancó su gobierno subido a la ola de una movilización sin precedentes. Marcó un hito al convertirse en el primer presidente negro de los Estados Unidos. La campaña que lo catapultó a la presidencia en el 2008 se caracterizó por grandes movilizaciones que llenaron parques y estadios. Esa movilización tuvo su correlato en el universo virtual, donde a partir del uso de nuevas tecnologías, una red de apoyo a Obama ayudó a politizar a un electorado escéptico y apático, sobre todo a los jóvenes, en un país donde el voto es opcional y la mitad de la gente no lo ejerce.
A toda esa gente Obama movilizó y politizó con un discurso que une dos promesas. Por un lado, la promesa de grandes cambios. Estados Unidos enfrentaba una crisis sin precedentes. No sólo económica sino también de identidad. El país parecía atrapado entre un consumismo desenfrenado que no podía sostener y una guerra en Irak por un falso arsenal de armas químicas. En sus discursos de campaña, Obama prometía cambiar todo con cadencia de evangelista, en un crescendo fervoroso, llevando a sus seguidores a algo cercano al frenesí.
Por el otro, la promesa de unir al país. La guerra y la revolución cultural de Bush hijo habían partido al país en dos bandos cada vez más enojados. Toda esa movida religiosa de Bush de cuestionar la ciencia, de frenar investigaciones médicas, de atacar a las minorías sexuales y el derecho al aborto. La tortura, los secuestros, la humillaciones en las cárceles. Mucha gente enojada. Obama trató a Bush como un señor. Ya lo había dicho en la campaña, sin el fervor con que prometía el cambio, sino con un tono solemne, institucional: Todos estaban convocados, todos serían escuchados, a veces se aprende más del otro, para los grandes cambios hacen falta grandes consensos.
Expresadas en el “¡Sí, podemos!” que coreaba la gente, las promesas parecían dos caras de la misma moneda. La de unir apelaba a las masas, la de cambio entusiasmaba a los activistas.
Pero a la hora de ser cumplidas las promesas terminaron enfrentadas. Una y otra vez Obama debió elegir a quiénes decepcionar: a los que pedían cambiar o a los que pedían armonía. Terminó decepcionando a los dos.
La promesa de grandes cambios Obama la cumplió a medias y un poquito más, según su propia cuenta. La promesa de unir al país le costó caro y aun así no la pudo cumplir. Para el hombre más poderoso del mundo dos promesas pueden ser demasiadas.
De las cinco grandes reformas que se fijó Obama para su presidencia, él dice haber cumplido tres: reforma de salud, reforma educativa y reforma financiera. Faltan las reformas de inmigración y de uso de energía. Las reformas las consiguió en el Congreso, pero no como él hubiera querido.
La reforma educativa le salió bien, la metió en el megapaquete del rescate económico. Se trata de un importante programa de subsidios federales otorgados por concurso a los estados con programas más innovadores para mejorar el rendimiento en los distritos escolares con problemas. Es un programa que va creciendo a medida que los estados van mejorando. El año que viene va a entregar más de mil millones de dólares.
Después de la reforma educativa vino la reforma más ambiciosa, la del sistema de salud. Esa no le salió tan bien. Obama se pasó más de un año y medio buscando un acuerdo con los republicanos y nunca lo consiguió. Terminó cediendo en al menos un aspecto clave del plan, la opción pública, la posibilidad del Estado de competir en el mercado de la salud. Hizo todo tipo de concesiones, pero al final Obama tuvo que sacar la ley con su propia mayoría y ni un voto más, cosa que podría haber hecho desde el principio. Se hubiera ahorrado un año y medio. Esto se hacía bastante evidente en un país golpeado por la crisis, ni hablar de un par de guerras que no iban nada bien. Obama ya estaba perdiendo.
Entonces pasó la reforma de salud y enseguida se puso a sacar la reforma financiera, esta vez sin tanto franeleo. No le dedicó mucho tiempo a la idea de “unir el país”. Presentó la reforma y la impuso con su mayoría demócrata en un Congreso ya completamente partido en dos bloques monolíticos e irreconciliables. Todo esto en medio de estallidos raciales, paranoia antiterrorista y mucho desempleo.
Del descontento surgió un movimiento libertario ultraconservador, el Tea Party, alimentado por grandes corporaciones, no para romper el sistema sino para darle expresión política a su lobby mediático.
Está dicho que el franeleo con los republicanos a Obama le costó caro. Por ejemplo, “el nuevo comienzo” con América latina. Sacrificado en medio del golpe de Honduras, con un abrupto cambio de “policy”, en el contexto de las negociaciones por la reforma de la salud. Después de condenar el golpe de Honduras con toda la región en la OEA, después de negociar con Lula la vuelta del presidente Zelaya, Obama negoció un arreglo con los republicanos del Congreso y dejó pagando a toda la región. Se cortó solo y apoyó la continuidad del régimen golpista con elecciones bajo estado de sitio y el presidente legítimo encerrado en una embajada. A cambio de eso los republicanos destrabaron el nombramiento del secretario de Estado para la región, Arturo Valenzuela.
También hubo concesiones en derechos humanos. Obama continuó buena parte de las directivas secretas de Bush en la guerra contra el terror, y Guantánamo está lejos de haberse cerrado.
Si bien es cierto que su promesa de terminar la guerra en Irak vino acompañada de otra promesa de ganar la de Afganistán, muchos votantes de Obama lo votaron porque estaban cansados de las guerras y del espíritu belicista de Bush.
Obama también hizo costosas concesiones en política ambiental. La negativa de su gobierno a reducir las emisiones de gases tóxicos al nivel recomendado fue determinante en el fracaso de la cumbre ambiental de Copenhague.
Mucho más caro le salió el derrame petrolero. Durante la campaña presidencial Obama se había opuesto a la perforación costera. Pero para cerrar el paquete de estímulo revirtió su posición y autorizó algunas perforaciones. Levantó una moratoria que databa de los tiempos de Bush padre, indignando a los ambientalistas. Al poco tiempo ocurrió el derrame del Golfo. Para qué. Esas cosas se pagan.
Ahora que sabe que va a perder, Obama está pensando en lo que va a hacer de acá a la próxima elección, la del 2012, la presidencial, la que cuenta. Tiene dos cuentas pendientes: la reforma energética y la reforma migratoria. Después está la agenda internacional: paz en Medio Oriente, acuerdo con los rusos, etc. etc.
Lo más importante: control del partido. La tropa tranquila. Que no le salga un rival en la interna. Después, hay que ver qué pasa en el Congreso. Si llegan muchos candidatos Tea Party va a ser más difícil hacer acuerdos, ni hablar de blanquear a doce millones de inmigrantes.
A Obama no le fue bien buscando acuerdos cuando tenía una mayoría. Ahora no le va a quedar más remedio. Pero tendrá que ver con quién los busca, si por adentro o por afuera del liderazgo republicano.
Hace cálculos políticos, cálculos electorales. Dice que el amor de las masas va y viene. Que la magia está intacta, esperando su momento. Es el hombre más poderoso del mundo, el más ganador. Lleva dos años sacando al planeta de la peor crisis de la historia, o al menos eso debe pensar. Le sobra autoestima.
Ahora le toca perder. Eso lo sabe, eso lo acepta. Pero no da muestras de saber que perdió, ni cómo, ni dónde, ni cuándo. Es posible que entienda que perdió mucho más que la elección que va a perder. Quizá lo sabe pero no lo puede mostrar, porque el poder no admite dudas.
Pero parece un poco perdido ahí solito en la cima, desde donde todo se ve demasiado bien.
Publicado en Página/12 el 17 de octubre de 2010
Imagen: AFP
Imagen: AFP
martes, 12 de octubre de 2010
Oi Bahia
Oi Santiago, meu nombre es Alejandro Mariani, formo parte del equipo de Coordiancion de la campanha Dilma Presidente en el estado de Bahia.
hoy 10 /10 a las 22hs por el canal Bandeirantes va a ser el primer debate electoral del segundo turno.
Si venis a cubrir la campanha en el segundo turno
te invito a Salvador de Bahia para conocer la campnha en el nordeste
muchas gracias por tu atencion.
Alejandro Mariani
Sector de Coordinacion Dilma Presidente
hoy 10 /10 a las 22hs por el canal Bandeirantes va a ser el primer debate electoral del segundo turno.
Si venis a cubrir la campanha en el segundo turno
te invito a Salvador de Bahia para conocer la campnha en el nordeste
muchas gracias por tu atencion.
Alejandro Mariani
Sector de Coordinacion Dilma Presidente
domingo, 10 de octubre de 2010
Saudades do Brasil - Por Santiago O’Donnell
Por lo que se ve desde acá, la campaña para la segunda vuelta en Brasil arrancó sin brillo. Nadie está a salvo de cataclismos, pero el resultado de las elecciones presidenciales no parece estar en duda. Ninguna matemática electoral permite imaginar que el opositor socialdemócrata José Serra podrá descontar la enorme ventaja que le sacó la candidata oficialista Dilma Rousseff del Partido de los Trabajadores (foto, con Lula). Tampoco peligra la gobernabilidad, ya que la coalición oficialista controlará las dos cámaras del Congreso y cerca de la mitad de las gobernaciones del país.+/- Ver mas...
Pero después de una primera vuelta movida, ruidosa y cambiante la expectativa estaba puesta en los caminos que elegirían transitar los candidatos, aun sabiendo que el desenlace parece inevitable. Esta semana, señal de lo que vendrá, Dilma y Serra optaron por los caminos más seguros. Continuaron con la tónica de chatura de los últimos días de la primera vuelta, cuando ambos perdieron votos contra la tercera candidata.
Por un lado, con Serra rehuyendo el debate de fondo sobre la continuidad del modelo político implantado por el popularísimo presidente Lula, modelo que Dilma promete continuar a pie juntillas.
Por otro lado, Dilma casi hermética, sin salirse de libreto, siempre bajo el ala protectora de Lula, recitando los logros del gobierno, nombrando planes sociales como Bolsa Familia, PAC y Mi casa mi vida, que en Brasil ya no precisan explicación.
Por otro lado, con los grandes medios funcionales a Serra tapando la falta de debate con temas laterales que no figuran entre las principales urgencias de la población, como las habituales denuncias por corrupción que aparecen en la campaña o la discusión sobre cuál de los candidatos es más enfático a la hora de pronunciarse en contra de legalizar el aborto.
Dilma tiene 47 puntos, necesita tres más para ganar. Serra tiene 32. De los 21 restantes, veinte son de Marina Silva del Partido Verde, más de diez millones de votos. Más de un tercio de esos votantes se decidieron por Marina en la última semana.
Por eso, ahora todo el mundo habla del fenómeno Marina. Dilma y Serra la elogian todo el tiempo y cortejan abiertamente a sus seguidores. El voto de Marina es muy heterogéneo. Por un lado tiene una base de cinco o seis puntos que siempre sacan los candidatos ecologistas, un voto urbano y de clase media, con base en las grandes ciudades.
Por otra parte, Marina hizo una muy buena elección en el norte, que es su tierra natal, donde su historia es muy conocida: nació en la extrema pobreza, fue adoptada, abrazó la religión, aprendió a escribir a los catorce años. También tiene un fuerte ascendente en la comunidad evangelista, a la cual pertenece, y en grupos religiosos que apoyan su postura en contra del aborto legal y el matrimonio gay. En la elección del domingo pasado, Marina sorprendió al ganar el Distrito Federal con el 41 por ciento de los votos y con muy buenas elecciones en Amazonia, Ceará y Pernambuco. En el sudeste le fue bien en San Pablo y Río de Janeiro, pero en otros estados lindantes y en el sur no superó la media de lo que sacan los terceros partidos.
En el Distrito Federal y las grandes ciudades, sin dudas influyó en el voto por Marina el escándalo que involucró a la entonces jefa de Gabinete de Lula, Erenice Guerra. Se trata de un caso de corrupción un poco más serio que los escandaletes exagerados que suelen aparecer en la campaña. En Brasilia, a Erenice la llaman “la Dilma de Dilma”, porque la ya renunciada funcionaria era tan fiel a Dilma como Dilma lo es a Lula. Y resulta que un importante empresario denunció que un hijo de Erenice le pidió una coima de cinco millones de dólares para aprobarle un crédito de un banco estatal.
El caso tuvo su impacto en la última semana de la primera vuelta, cuando Dilma perdió cinco o seis puntos a nivel nacional. Pero es difícil saber cuántos se alejaron por el escándalo, cuántos por la pelea de Lula con los medios, cuantos por la posición vacilante de Dilma en el debate sobre el aborto, y cuántos por prolongar la campaña con un voto de protesta, sabiendo que la continuidad del oficialismo no estaba en riesgo.
Lo notable es que esos puntos que perdió Dilma en los últimos días fueron casi en su totalidad para Marina, mientras Serra, estancado en 32 por ciento, no pudo capitalizar ni el voto “ético”, ni el voto “republicano” ni el voto “antisistema”, que abandonó a Dilma en el umbral del triunfo en primera vuelta. Todos esos votos fueron para Marina.
La inusual dinámica de la elección hizo que la candidata en ascenso, la que forzó el ballottage, se quedara afuera, mientras que la segunda vuelta se dirime entre una candidata en descenso y un candidato estancado.
Pero no hubo golpe de timón. El oficialismo hizo cambios cosméticos. En las primeras propagandas televisivas para el ballottage, la figura de Lula aparece menos que en la primera vuelta y el nuevo slogan de campaña busca rescatar la condición de mujer de la candidata oficialista y unirla a la figura de Marina: “Cerca de 67 millones de brasileños quieren que la próxima presidenta sea mujer”.
Por el lado de la oposición no cambió nada. Esta semana buscó estirar la polémica sobre el aborto, un tema que puede dar cierto rédito electoral porque la mayoría de los brasileños se opone a legalizarlo. En su publicidad, el candidato opositor se refirió directamente al aborto al remarcar que “siempre” condenó esa práctica al tiempo que invitó a los electores a “comparar y ver quién defiende la vida”.
Fue el mismo Lula quien le contestó en el aviso de Dilma: “Varias personas salieron del submundo de la política para decir que si me elegían, yo iba a cerrar iglesias y a cambiar el color de la bandera. ¿Y qué pasó? Más libertad religiosa, más respeto a la vida, más comida en la mesa y mejor salario. Eso es lo que Dilma va a continuar haciendo”.
Por su parte, la campaña de Dilma lanzó un comunicado denunciando las “mentiras” de la oposición en este tema y fijando los temas que le gustaría discutir en la recta final de la campaña: “Lo que está en juego es la confrontación entre dos proyectos. De un lado, el Brasil del pasado, de la parálisis económica, del gigantesco endeudamiento interno, de la deuda externa y de la sumisión al FMI... El Brasil del pasado, del gobierno de Fernando Henrique Cardoso, que nuestro adversario integró, es el país que no sabe enfrentar efectivamente la desigualdad social y no tenía vergüenza en afirmar que una parte de la población brasileña era ‘no empleable’... En ocho años Brasil comenzó a cambiar. Una gran transformación se inició y deberá continuar a profundizándose en el gobierno de Dilma...”.
Este es el debate que quiso dar Lula desde el principio de la elección, y que Serra eludió por consejo de Luiz González, especialista en marketing y jefe de comunicaciones de la campaña, quien insistió en que no era conveniente confrontar con el popular presidente.
La decisión de Serra molestó a gran parte de la dirigencia del PSDB, dijo a este cronista un alto dirigente de ese partido. Esos dirigentes hubieran preferido exhibir ante la sociedad las reformas de Estado de su anterior gobierno, el de Cardoso, del que consideran a Lula un mero continuador, señaló la fuente. “González convenció a Serra de que podía ganar la elección comparando currículum con Dilma, pero para ganar una elección nacional hace falta tener un mensaje político,” remató.
Pero ese debate no apareció jamás en los largos meses de campaña que precedieron a las elecciones del domingo pasado, y difícilmente aparezca ahora, ya que Serra parece haber decidido insistir con temas explosivos pero secundarios, encuestas en mano, buscando afeitar unos puntitos de la ventaja que le lleva la candidata oficialista, en vez de discutir el futuro del país. Un camino que lleva irremediablemente a la chatura.
Por un lado, con Serra rehuyendo el debate de fondo sobre la continuidad del modelo político implantado por el popularísimo presidente Lula, modelo que Dilma promete continuar a pie juntillas.
Por otro lado, Dilma casi hermética, sin salirse de libreto, siempre bajo el ala protectora de Lula, recitando los logros del gobierno, nombrando planes sociales como Bolsa Familia, PAC y Mi casa mi vida, que en Brasil ya no precisan explicación.
Por otro lado, con los grandes medios funcionales a Serra tapando la falta de debate con temas laterales que no figuran entre las principales urgencias de la población, como las habituales denuncias por corrupción que aparecen en la campaña o la discusión sobre cuál de los candidatos es más enfático a la hora de pronunciarse en contra de legalizar el aborto.
Dilma tiene 47 puntos, necesita tres más para ganar. Serra tiene 32. De los 21 restantes, veinte son de Marina Silva del Partido Verde, más de diez millones de votos. Más de un tercio de esos votantes se decidieron por Marina en la última semana.
Por eso, ahora todo el mundo habla del fenómeno Marina. Dilma y Serra la elogian todo el tiempo y cortejan abiertamente a sus seguidores. El voto de Marina es muy heterogéneo. Por un lado tiene una base de cinco o seis puntos que siempre sacan los candidatos ecologistas, un voto urbano y de clase media, con base en las grandes ciudades.
Por otra parte, Marina hizo una muy buena elección en el norte, que es su tierra natal, donde su historia es muy conocida: nació en la extrema pobreza, fue adoptada, abrazó la religión, aprendió a escribir a los catorce años. También tiene un fuerte ascendente en la comunidad evangelista, a la cual pertenece, y en grupos religiosos que apoyan su postura en contra del aborto legal y el matrimonio gay. En la elección del domingo pasado, Marina sorprendió al ganar el Distrito Federal con el 41 por ciento de los votos y con muy buenas elecciones en Amazonia, Ceará y Pernambuco. En el sudeste le fue bien en San Pablo y Río de Janeiro, pero en otros estados lindantes y en el sur no superó la media de lo que sacan los terceros partidos.
En el Distrito Federal y las grandes ciudades, sin dudas influyó en el voto por Marina el escándalo que involucró a la entonces jefa de Gabinete de Lula, Erenice Guerra. Se trata de un caso de corrupción un poco más serio que los escandaletes exagerados que suelen aparecer en la campaña. En Brasilia, a Erenice la llaman “la Dilma de Dilma”, porque la ya renunciada funcionaria era tan fiel a Dilma como Dilma lo es a Lula. Y resulta que un importante empresario denunció que un hijo de Erenice le pidió una coima de cinco millones de dólares para aprobarle un crédito de un banco estatal.
El caso tuvo su impacto en la última semana de la primera vuelta, cuando Dilma perdió cinco o seis puntos a nivel nacional. Pero es difícil saber cuántos se alejaron por el escándalo, cuántos por la pelea de Lula con los medios, cuantos por la posición vacilante de Dilma en el debate sobre el aborto, y cuántos por prolongar la campaña con un voto de protesta, sabiendo que la continuidad del oficialismo no estaba en riesgo.
Lo notable es que esos puntos que perdió Dilma en los últimos días fueron casi en su totalidad para Marina, mientras Serra, estancado en 32 por ciento, no pudo capitalizar ni el voto “ético”, ni el voto “republicano” ni el voto “antisistema”, que abandonó a Dilma en el umbral del triunfo en primera vuelta. Todos esos votos fueron para Marina.
La inusual dinámica de la elección hizo que la candidata en ascenso, la que forzó el ballottage, se quedara afuera, mientras que la segunda vuelta se dirime entre una candidata en descenso y un candidato estancado.
Pero no hubo golpe de timón. El oficialismo hizo cambios cosméticos. En las primeras propagandas televisivas para el ballottage, la figura de Lula aparece menos que en la primera vuelta y el nuevo slogan de campaña busca rescatar la condición de mujer de la candidata oficialista y unirla a la figura de Marina: “Cerca de 67 millones de brasileños quieren que la próxima presidenta sea mujer”.
Por el lado de la oposición no cambió nada. Esta semana buscó estirar la polémica sobre el aborto, un tema que puede dar cierto rédito electoral porque la mayoría de los brasileños se opone a legalizarlo. En su publicidad, el candidato opositor se refirió directamente al aborto al remarcar que “siempre” condenó esa práctica al tiempo que invitó a los electores a “comparar y ver quién defiende la vida”.
Fue el mismo Lula quien le contestó en el aviso de Dilma: “Varias personas salieron del submundo de la política para decir que si me elegían, yo iba a cerrar iglesias y a cambiar el color de la bandera. ¿Y qué pasó? Más libertad religiosa, más respeto a la vida, más comida en la mesa y mejor salario. Eso es lo que Dilma va a continuar haciendo”.
Por su parte, la campaña de Dilma lanzó un comunicado denunciando las “mentiras” de la oposición en este tema y fijando los temas que le gustaría discutir en la recta final de la campaña: “Lo que está en juego es la confrontación entre dos proyectos. De un lado, el Brasil del pasado, de la parálisis económica, del gigantesco endeudamiento interno, de la deuda externa y de la sumisión al FMI... El Brasil del pasado, del gobierno de Fernando Henrique Cardoso, que nuestro adversario integró, es el país que no sabe enfrentar efectivamente la desigualdad social y no tenía vergüenza en afirmar que una parte de la población brasileña era ‘no empleable’... En ocho años Brasil comenzó a cambiar. Una gran transformación se inició y deberá continuar a profundizándose en el gobierno de Dilma...”.
Este es el debate que quiso dar Lula desde el principio de la elección, y que Serra eludió por consejo de Luiz González, especialista en marketing y jefe de comunicaciones de la campaña, quien insistió en que no era conveniente confrontar con el popular presidente.
La decisión de Serra molestó a gran parte de la dirigencia del PSDB, dijo a este cronista un alto dirigente de ese partido. Esos dirigentes hubieran preferido exhibir ante la sociedad las reformas de Estado de su anterior gobierno, el de Cardoso, del que consideran a Lula un mero continuador, señaló la fuente. “González convenció a Serra de que podía ganar la elección comparando currículum con Dilma, pero para ganar una elección nacional hace falta tener un mensaje político,” remató.
Pero ese debate no apareció jamás en los largos meses de campaña que precedieron a las elecciones del domingo pasado, y difícilmente aparezca ahora, ya que Serra parece haber decidido insistir con temas explosivos pero secundarios, encuestas en mano, buscando afeitar unos puntitos de la ventaja que le lleva la candidata oficialista, en vez de discutir el futuro del país. Un camino que lleva irremediablemente a la chatura.
Publicado en Página/12 el 10 de octubre de 2010
Imagen: AFP
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miércoles, 6 de octubre de 2010
Mensajes sobre las elecciones en Brazil
Estimado Santiago:
Desde que se instaló la UPP (en el edificio que iba a ser una creche, por cierto) se prohibió el baile funk, y crecieron los abusos policiales: todo joven morocho es sospechoso de narco.
La comandante Priscilla, que recibió entrenamiento antiterrorista en Israel, es la primera mujer en comandar una unidad de ocupación urbana en Brasil, y lo que hacen es simple: toque de queda a las 23 hs, razzias cotidianas y boludeo constante contra cualquier pibe que muestre la mínima resistencia (además de construir muros alrededor de la favela y comenzar a hacer negocios inmobiliarios: la vista es hermosa al Pao de Açucar).+/- Ver mas...
Desde que se instaló la UPP (en el edificio que iba a ser una creche, por cierto) se prohibió el baile funk, y crecieron los abusos policiales: todo joven morocho es sospechoso de narco.
La comandante Priscilla, que recibió entrenamiento antiterrorista en Israel, es la primera mujer en comandar una unidad de ocupación urbana en Brasil, y lo que hacen es simple: toque de queda a las 23 hs, razzias cotidianas y boludeo constante contra cualquier pibe que muestre la mínima resistencia (además de construir muros alrededor de la favela y comenzar a hacer negocios inmobiliarios: la vista es hermosa al Pao de Açucar).+/- Ver mas...
Esta es una cartilla que hicieron algunas organizaciones de DDHH contra los atropellos policiales:
http://www.scribd.com/doc/38175499/Cartilha-Popular-Do-Santa-Marta-Abordagem-Policial
En Rio hay un acuerdo entre los tres poderes (nación, estado y prefeitura) para ser modelo de nuevas políticas de seguridad de cara al mundial y olimpíadas: ocupación permanente y tropa de elite para todo el mundo.
Ojalá te sirva.
Saludos
Marcel Gonnet
RJ
RTA:como no me va a servir! muy buena la info muchas gracias. saludos s
Sobre tu artículo La muñeca de Lula, observo un alto grado de subjetividad en el contenido, pero, más acrecentado en el último párrafo.
Creeme, como periodista he intentado especular sobre las intenciones del electorado ante una elección de cualquier rango, más cuando se trata de dirimir un puesto presidencial. La dificultad que he conseguido es que resulta imposible detrrminar las intenciones de los votantes, menos, atribuirles una capacidad incierta, no comprobable desde la ausencia de instrumentos científicos de análisis. En definitiva, atribuirle a la ciudadanía la perspicacia de estirar unas semanas la incetrtidumbre de quién será el o la presidente, porque desean conocer más al candidato, es desconocer que probablemente deseen saber más sobre Serra, que probablemente siempre desearon votar de la manera que lo hicieron, que esxiste una importante porción del electorado que desearía un triunfador distinto a Serra o Rousseff, que probablemente no fueron a votar muchos electores que pensaron en una segunda vuelta y no deseaban ir dos veces a votar, que migraron o no migraron a uno u otro bando, que migraron o no al Partido Verde, que les da lo mismo votar por uno u otro porque los cambios no fueron los esperados o que los cambios fueron suficientes, pero, quieren o no probar una nueva administración política.
Como verás, todas esas posibilidades se pueden analizar.
De lo que sí estoy practicamente seguro, es que existe una mayoría de habitantes de sectores pobres que no votan por no tener su documentación al día, y por estar marginados de los centros electorales. Esa masa puede volcar los resultados, sin embargo, está contrarrestada por la votación casi total de los simpatizantes de clase media y alta, que en realidad, mantienen una fuerza de opinión prácticamente invariable, elección, tras elección.
A Lula le faltó profundizar la participación de los más desposeídos. Quizás lo hizo a priori, con la finalidad de evitar la necesidad que hubiese tenido de tomar acciones más extremas para motivar o forzar la justicia en el reparto de la ruiqueza (como verás, otra especulación. Esta vez, mía).
Jorge H. Barbich Duprat
RTA:si jorge, pero en tu subjetivdad tene en cuenta que el nivel de abstención no fue alto, votaron un monton de pobres, y en cambió si hubo una fuga de votos detectada por las mediciones de opinion horas antes de la eleccion. se entiende que lo del cuarto oscuro es una figura, por eso use el vebo "parece", pero coincido en general con lo que decis sobre la subjetividad. saludos s
me encantó la metáfora de tu nota de hoy: "Como si al momento de votar, a solas en el cuarto oscuro, una parte de los brasileños hubiera descubierto de repente que Lula no estaba en la boleta." Je.
Abrazo,
Fede Vázquez.
http://www.scribd.com/doc/38175499/Cartilha-Popular-Do-Santa-Marta-Abordagem-Policial
En Rio hay un acuerdo entre los tres poderes (nación, estado y prefeitura) para ser modelo de nuevas políticas de seguridad de cara al mundial y olimpíadas: ocupación permanente y tropa de elite para todo el mundo.
Ojalá te sirva.
Saludos
Marcel Gonnet
RJ
RTA:como no me va a servir! muy buena la info muchas gracias. saludos s
Sobre tu artículo La muñeca de Lula, observo un alto grado de subjetividad en el contenido, pero, más acrecentado en el último párrafo.
Creeme, como periodista he intentado especular sobre las intenciones del electorado ante una elección de cualquier rango, más cuando se trata de dirimir un puesto presidencial. La dificultad que he conseguido es que resulta imposible detrrminar las intenciones de los votantes, menos, atribuirles una capacidad incierta, no comprobable desde la ausencia de instrumentos científicos de análisis. En definitiva, atribuirle a la ciudadanía la perspicacia de estirar unas semanas la incetrtidumbre de quién será el o la presidente, porque desean conocer más al candidato, es desconocer que probablemente deseen saber más sobre Serra, que probablemente siempre desearon votar de la manera que lo hicieron, que esxiste una importante porción del electorado que desearía un triunfador distinto a Serra o Rousseff, que probablemente no fueron a votar muchos electores que pensaron en una segunda vuelta y no deseaban ir dos veces a votar, que migraron o no migraron a uno u otro bando, que migraron o no al Partido Verde, que les da lo mismo votar por uno u otro porque los cambios no fueron los esperados o que los cambios fueron suficientes, pero, quieren o no probar una nueva administración política.
Como verás, todas esas posibilidades se pueden analizar.
De lo que sí estoy practicamente seguro, es que existe una mayoría de habitantes de sectores pobres que no votan por no tener su documentación al día, y por estar marginados de los centros electorales. Esa masa puede volcar los resultados, sin embargo, está contrarrestada por la votación casi total de los simpatizantes de clase media y alta, que en realidad, mantienen una fuerza de opinión prácticamente invariable, elección, tras elección.
A Lula le faltó profundizar la participación de los más desposeídos. Quizás lo hizo a priori, con la finalidad de evitar la necesidad que hubiese tenido de tomar acciones más extremas para motivar o forzar la justicia en el reparto de la ruiqueza (como verás, otra especulación. Esta vez, mía).
Jorge H. Barbich Duprat
RTA:si jorge, pero en tu subjetivdad tene en cuenta que el nivel de abstención no fue alto, votaron un monton de pobres, y en cambió si hubo una fuga de votos detectada por las mediciones de opinion horas antes de la eleccion. se entiende que lo del cuarto oscuro es una figura, por eso use el vebo "parece", pero coincido en general con lo que decis sobre la subjetividad. saludos s
me encantó la metáfora de tu nota de hoy: "Como si al momento de votar, a solas en el cuarto oscuro, una parte de los brasileños hubiera descubierto de repente que Lula no estaba en la boleta." Je.
Abrazo,
Fede Vázquez.
Un paseo por la ciudad que impulsó a Lula - Por Santiago O’Donnell Desde Sao Bernardo do Campo
Esto es Sao Bernardo, puro cordón industrial del conurbano de San Pablo, cuna de las luchas sindicales contra la dictadura que encabezó un tal Luiz Inácio Lula da Silva.
Acá es donde él vive, en un condominio de veinte pisos de losas blancas como las de un piso de baño, que se alza en el centro de la ciudad.+/- Ver mas...
Acá trabajó, acá vota, acá se hizo famoso, acá lo metieron preso, acá fundó el Partido de los Trabajadores y acá empezó su carrera política. Acá pasa sus feriados y fines de semana y acá –dijo– va a volver a vivir cuando deje la presidencia.
Un buen lugar para empezar a entender el fenómeno Lula, ese que lo tiene con índices de aprobación altísimos entre todas las clases sociales y que ha catapultado a su candidata Dilma Rousseff a un cómodo triunfo anteayer, en la primera vuelta de las elecciones presidenciales.
Sao Bernardo no es hoy el San Bernardo de los ’70 y ’80 que retrata la película Lula, como un conglomerado de coloridas casitas de cemento y chapas y calles de tierra alrededor de grandes fábricas. No es que las casitas y las fábricas desaparecieran, pero hoy forman parte de un mapa urbano que incluye McDonald’s, Blockbuster, Carrefour, hoteles cuatro estrellas, elegantes confiterías y varios rascacielos. Muchos de esos negocios ocupan edificios nuevos, señal de llegada reciente de tiempos prósperos. Lejos de representar una muestra del Brasil humilde del que provino Lula, Sao Bernardo do Campo es hoy una pujante ciudad de 800.000 habitantes en los que predominan los sectores de la clase media asalariada.
Gente como Henrique Conaga, 80, comerciante jubilado. “Antes Brasil era una mierda, ahora es bien visto en el mundo, y la economía está óptima”, se detiene a contar a una cuadra de la casa del presidente, en la puerta de una agencia de lotería donde acaba de comprar un billete. Conaga estaba frustrado porque Dilma no había ganado en primera vuelta. “El pueblo es ignorante. Cómo puede votar a un payaso como Tiririca (elegido diputado federal con record de votos). Con esos votos puede hacerse nombrar presidente de la Cámara de Diputados. Si el presidente se va de viaje, ¿se imagina un payaso de presidente?”.
Su tono cambia cuando se le pregunta por el vecino más famoso del barrio. “Es una persona excelente. Cuando no era presiente iba a la confitería, hablaba con todo el mundo, hablaba mucho de fútbol, él es de Corinthians. Ahora pasa con escolta pero sigue igual. Es un luchador, un persona esforzada.” Henrique dice que alcanzó a cruzar un par de palabras con Lula hace dos años, cuando el presidente vino a vacunarse en el marco de una campaña obligatoria. “Le pregunté cómo estaba y dijo ‘todo bien, estamos en la lucha’. Siempre dice eso.”
En la confitería Brasilera, donde Lula era cliente y sus hijos siguen tomado café, hay muchos que quieren a Lula por distintas razones, desde los lavacopas hasta los supervisores, pero nadie tanto como la cajera Gilmara Costa Sampaio de 27 años. “¡Lo amo!”, grita. “Hoy el pobre tiene lo que el rico tiene. Tiene casa, tiene auto, anda en taxi.” Cuando dijo eso la cajera de al lado, que seguía la charla de reojo, la interrumpió: “Hoy el pobre viaja en avión”, dijo con cara de asombrada.
Gilmara dice que votó a Dilma sin conocerla mucho por Lula. Dice que muchos atacan a Lula por envidia y que él no puede hacer todo y que la gente que está con él no es perfecta. “Pero Lula es un como una omelette. Cuanto más lo baten, más crece”, remata con una sonrisa, segura de una victoria petista en el ballottage.
En el corralón de materiales Pristas Maia, a una cuadra de lo de Lula, Adilson González, 55, 25 años en Sao Bernardo, atiende detrás del mostrador y ofrece la visión del pequeño empresario. “Lula se va con un ochenta por ciento de aprobación, no tengo nada malo que pueda decir de él. Ayudó a los pobres. Creció la industria. Elevó a Brasil a la quinta potencia del mundo. Yo lo voté porque estaba cansado de los otros y porque me gustó que un tornero mecánico fuera candidato a presidente de la República. Después hizo un buen gobierno y lo seguí votando.”
González siguió su carrera desde que Lula era líder sindical, y dice que entiende por qué ya no es el de antes. “Cuando era gremalista era un semidiós, comandaba todo. Cuando entró en la política tuvo que cambiar. En la política no se puede ser radical. Cuando llegó a presidente tuvo que hacer alianzas, porque sólo con el PT no puede gobernar. Un presidente tiene que escuchar a todas la clases, tiene que negociar con empresarios para que siga el crecimiento del país. El hizo lo que tenía que hacer.” González también votó a Dilma y atribuye su no haber ganado en primera vuelta al espíritu contrera de algunos brasileños. “Siempre hay gente que está en contra y no sabe por qué. Acá 300.000 personas votaron a un payaso, porque Tiririca está en contra. ¿En contra de qué? No saben.”
Sao Bernardo es testigo de cómo Lula ha expandido la base de apoyo durante su presidencia, desde los sectores que salieron de la pobreza extrema, pasando por amplios sectores de la clase obrera y la clase media, llegando a la clase alta, que aprovechó el crecimiento del mercado interno y las ganancias record del sector financiero. A juzgar por lo que se lee en los diarios brasileños, los más disconformes parecen ser los miembros de la elite política tradicional y los sectores afines, antiguos patrones del país, a quienes Lula ha dado la opción de subordinarse o quedarse afuera del reparto.
Al menos ésa es la idea de Edgardo Meneses, 48, recepcionista del hospital privado que está pegado al edificio donde vive el presidente. “Lula hizo las cosas muy bien, llevó a 30 millones de pobres a la clase media. Es un ejemplo, pero los medios de comunicación, especialmente la Red Globo, quieren eliminarlo, no les interesa que ganen Dilma o el PT. El grupo fue muy privilegiado durante el gobierno de Fernando Henrique, y ahora tiene una deuda inmensa, de cientos de millones de dólares. Pidió un crédito al banco del gobierno, pero Lula les dijo que esos créditos eran para el proyecto social, que estaban hechos para eso.”
Meneses no tiene dudas sobre Dilma. “Ella fue preparada, fue entrenada por Lula durante años para ocupar el cargo, para continuar lo que hizo él.” Pide disculpas, no puede seguir hablando, tiene miedo de que el supervisor lo rete. Se despide con una frase que también escuché en la confitería, en el corralón y en la agencia de lotería. Palabras más, palabras menos, “todo lo que dijo que iba a hacer, él hizo”.
Sao Bernardo ya no será la de la película y Lula tampoco. Cambia la gente y cambian sus razones, pero cuando se cuidan el amor no cambia, sólo mejora.
Un buen lugar para empezar a entender el fenómeno Lula, ese que lo tiene con índices de aprobación altísimos entre todas las clases sociales y que ha catapultado a su candidata Dilma Rousseff a un cómodo triunfo anteayer, en la primera vuelta de las elecciones presidenciales.
Sao Bernardo no es hoy el San Bernardo de los ’70 y ’80 que retrata la película Lula, como un conglomerado de coloridas casitas de cemento y chapas y calles de tierra alrededor de grandes fábricas. No es que las casitas y las fábricas desaparecieran, pero hoy forman parte de un mapa urbano que incluye McDonald’s, Blockbuster, Carrefour, hoteles cuatro estrellas, elegantes confiterías y varios rascacielos. Muchos de esos negocios ocupan edificios nuevos, señal de llegada reciente de tiempos prósperos. Lejos de representar una muestra del Brasil humilde del que provino Lula, Sao Bernardo do Campo es hoy una pujante ciudad de 800.000 habitantes en los que predominan los sectores de la clase media asalariada.
Gente como Henrique Conaga, 80, comerciante jubilado. “Antes Brasil era una mierda, ahora es bien visto en el mundo, y la economía está óptima”, se detiene a contar a una cuadra de la casa del presidente, en la puerta de una agencia de lotería donde acaba de comprar un billete. Conaga estaba frustrado porque Dilma no había ganado en primera vuelta. “El pueblo es ignorante. Cómo puede votar a un payaso como Tiririca (elegido diputado federal con record de votos). Con esos votos puede hacerse nombrar presidente de la Cámara de Diputados. Si el presidente se va de viaje, ¿se imagina un payaso de presidente?”.
Su tono cambia cuando se le pregunta por el vecino más famoso del barrio. “Es una persona excelente. Cuando no era presiente iba a la confitería, hablaba con todo el mundo, hablaba mucho de fútbol, él es de Corinthians. Ahora pasa con escolta pero sigue igual. Es un luchador, un persona esforzada.” Henrique dice que alcanzó a cruzar un par de palabras con Lula hace dos años, cuando el presidente vino a vacunarse en el marco de una campaña obligatoria. “Le pregunté cómo estaba y dijo ‘todo bien, estamos en la lucha’. Siempre dice eso.”
En la confitería Brasilera, donde Lula era cliente y sus hijos siguen tomado café, hay muchos que quieren a Lula por distintas razones, desde los lavacopas hasta los supervisores, pero nadie tanto como la cajera Gilmara Costa Sampaio de 27 años. “¡Lo amo!”, grita. “Hoy el pobre tiene lo que el rico tiene. Tiene casa, tiene auto, anda en taxi.” Cuando dijo eso la cajera de al lado, que seguía la charla de reojo, la interrumpió: “Hoy el pobre viaja en avión”, dijo con cara de asombrada.
Gilmara dice que votó a Dilma sin conocerla mucho por Lula. Dice que muchos atacan a Lula por envidia y que él no puede hacer todo y que la gente que está con él no es perfecta. “Pero Lula es un como una omelette. Cuanto más lo baten, más crece”, remata con una sonrisa, segura de una victoria petista en el ballottage.
En el corralón de materiales Pristas Maia, a una cuadra de lo de Lula, Adilson González, 55, 25 años en Sao Bernardo, atiende detrás del mostrador y ofrece la visión del pequeño empresario. “Lula se va con un ochenta por ciento de aprobación, no tengo nada malo que pueda decir de él. Ayudó a los pobres. Creció la industria. Elevó a Brasil a la quinta potencia del mundo. Yo lo voté porque estaba cansado de los otros y porque me gustó que un tornero mecánico fuera candidato a presidente de la República. Después hizo un buen gobierno y lo seguí votando.”
González siguió su carrera desde que Lula era líder sindical, y dice que entiende por qué ya no es el de antes. “Cuando era gremalista era un semidiós, comandaba todo. Cuando entró en la política tuvo que cambiar. En la política no se puede ser radical. Cuando llegó a presidente tuvo que hacer alianzas, porque sólo con el PT no puede gobernar. Un presidente tiene que escuchar a todas la clases, tiene que negociar con empresarios para que siga el crecimiento del país. El hizo lo que tenía que hacer.” González también votó a Dilma y atribuye su no haber ganado en primera vuelta al espíritu contrera de algunos brasileños. “Siempre hay gente que está en contra y no sabe por qué. Acá 300.000 personas votaron a un payaso, porque Tiririca está en contra. ¿En contra de qué? No saben.”
Sao Bernardo es testigo de cómo Lula ha expandido la base de apoyo durante su presidencia, desde los sectores que salieron de la pobreza extrema, pasando por amplios sectores de la clase obrera y la clase media, llegando a la clase alta, que aprovechó el crecimiento del mercado interno y las ganancias record del sector financiero. A juzgar por lo que se lee en los diarios brasileños, los más disconformes parecen ser los miembros de la elite política tradicional y los sectores afines, antiguos patrones del país, a quienes Lula ha dado la opción de subordinarse o quedarse afuera del reparto.
Al menos ésa es la idea de Edgardo Meneses, 48, recepcionista del hospital privado que está pegado al edificio donde vive el presidente. “Lula hizo las cosas muy bien, llevó a 30 millones de pobres a la clase media. Es un ejemplo, pero los medios de comunicación, especialmente la Red Globo, quieren eliminarlo, no les interesa que ganen Dilma o el PT. El grupo fue muy privilegiado durante el gobierno de Fernando Henrique, y ahora tiene una deuda inmensa, de cientos de millones de dólares. Pidió un crédito al banco del gobierno, pero Lula les dijo que esos créditos eran para el proyecto social, que estaban hechos para eso.”
Meneses no tiene dudas sobre Dilma. “Ella fue preparada, fue entrenada por Lula durante años para ocupar el cargo, para continuar lo que hizo él.” Pide disculpas, no puede seguir hablando, tiene miedo de que el supervisor lo rete. Se despide con una frase que también escuché en la confitería, en el corralón y en la agencia de lotería. Palabras más, palabras menos, “todo lo que dijo que iba a hacer, él hizo”.
Sao Bernardo ya no será la de la película y Lula tampoco. Cambia la gente y cambian sus razones, pero cuando se cuidan el amor no cambia, sólo mejora.
Publicado en Página/12 el 5 de octubre de 2010
Imagen: EFE
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La muñeca de Lula - Por Santiago O’Donnell
A la hora de entender el resultado de la elección brasileña, la figura del presidente Lula aparece como referente ineludible. Fue él quien armó la coalición electoral que le dio el triunfo a Dilma Rousseff, a través de alianzas con partidos de distinta orientación ideológica para blindar las chances de su candidata, haciendo uso de su muñeca negociadora que afinó en sus tiempos de sindicalista.+/- Ver mas...
Consciente de su rol de gran elector, dada su enorme popularidad, repartió sus preferencias según su lectura del tablero político, no siempre en favor de su partido, el PT. Fue también Lula quien eligió a la candidata, una funcionaria fiel sin vínculos con el liderazgo del partido oficialista. Un ejemplo es el estado de Marañon, donde prefirió pactar con la hija de José Sarney, Roseana, antes de apuntalar al candidato de la izquierda, porque evaluó que la hija de Sarney tenía más chances de ganar. En el crucial estado de San Pablo, primer distrito electoral, Lula bajó a los candidatos del PT para privilegiar un pacto con su principal aliado a nivel nacional, el hiperpragmático PMDB.
Fue Lula quien se puso al frente de la campaña, incluso cerrando los actos en los que participaba Rousseff. Ayer, después de votar en San Pablo, el presidente apuró su regreso a Brasilia para mostrarse con su candidata durante la jornada electoral. Tampoco estuvo ausente en la campaña de Serra, que lo incluyó en sus spots televisivos y jingles de campaña, en un vano intento de mostrarse como su seguidor. Fue Lula quien llevó adelante casi en soledad el debate de fondo de la campaña, la pelea con los grandes medios de comunicación, en la que ambos lados se acusaron mutuamente de intervencionismo y abuso de poder por el protagonismo que tuvieron durante la campaña, relegando a los candidatos a un rol secundario.
Fue Lula quien eligió a Dilma Rousseff, una funcionaria leal que nunca disputó una elección, que no tiene vínculos con el liderazgo del PT y que al empezar la campaña era prácticamente una desconocida para el electorado, y en cierta medida lo sigue siendo. Lula eligió a una economista y experta en energía como candidata porque ése es el perfil que eligió darle a la nueva presidencia, pero también eligió una candidata y una estrategia electoral que en los hechos pone un límite al crecimiento del PT ante los reclamos del supuesto hegemonismo partidario que se denuncia casi a diario en los grandes medios de la oposición.
Fueron los programas del gobierno de Lula las principales cartas de presentación de Dilma, especialmente los programas sociales Bolsa de Familia y Programa de Acción Comunitaria, que sacaron a 12 millones de brasileños de la pobreza. Esos programas fuero clave para cambiar el perfil del votante de las zonas pobres del nordeste, que antes de 2006 iban a parar mayoritariamente a las arcas de los caudillos regionales populistas, y desde entonces viraron hacia la coalición que encabeza el presidente saliente. Y fueron las políticas macroeconómicas ortodoxas del presidente las que resultaron en un crecimiento de más del cinco por ciento este año, facilitando la penetración del lulismo en amplios sectores de la clase media. Y fue el modelo de seguridad de la Policía Pacificadora en combinación con programas de desarrollo que el gobierno de Lula elaboró, con sus aliados estatales y municipales en el estado de Río de Janeiro, el principal argumento que utilizó Dilma en el último debate, para cubrir un flanco siempre sensible para los políticos progresistas a la hora de captar votos de sectores moderados.
La estrategia de concentrar el armado electoral, el protagonismo de la campaña y los logros del gobierno en la figura de Lula descolocó a los candidatos opositores, que escaparon a la confrontación directa con el popularísimo presidente y prefirieron mostrarse como sus continuadores mientras, paradójicamente, los medios que los apoyaban abiertamente intentaban convencer a sus lectores de que el gobierno de Lula había sido pésimo y que el presidente era un populista autoritario con aspiraciones hegemónicas, aun cuando Lula deja el poder respetando el mandato constitucional, con un Poder Judicial independiente, un Congreso variopinto y una prensa de lo más critica entre lo que se puede encontrar en la región.
La táctica hiperlulista funcionó en tanto Dilma ganó la primera vuelta, pero mostró sus limitaciones al no alcanzar el piso del 50 por ciento al que aspiraba la coalición oficialista: la fuga de votos hacia los candidatos opositores en las últimas horas sugiere que a pesar de las garantías que dio el presidente, los votantes no quedaron convencidos con lo poco que vieron de Dilma, y prefirieron conocerla un poco más, cuatro semanas más para ser precisos, antes de decidir si es ella a quien eligen para entregarle la banda presidencial. Así fallaron los pronósticos que hasta ayer le daban el triunfo a Dilma en primera vuelta. Como si al momento de votar, a solas en el cuarto oscuro, una parte de los brasileños hubiera descubierto de repente que Lula no estaba en la boleta.
Fue Lula quien se puso al frente de la campaña, incluso cerrando los actos en los que participaba Rousseff. Ayer, después de votar en San Pablo, el presidente apuró su regreso a Brasilia para mostrarse con su candidata durante la jornada electoral. Tampoco estuvo ausente en la campaña de Serra, que lo incluyó en sus spots televisivos y jingles de campaña, en un vano intento de mostrarse como su seguidor. Fue Lula quien llevó adelante casi en soledad el debate de fondo de la campaña, la pelea con los grandes medios de comunicación, en la que ambos lados se acusaron mutuamente de intervencionismo y abuso de poder por el protagonismo que tuvieron durante la campaña, relegando a los candidatos a un rol secundario.
Fue Lula quien eligió a Dilma Rousseff, una funcionaria leal que nunca disputó una elección, que no tiene vínculos con el liderazgo del PT y que al empezar la campaña era prácticamente una desconocida para el electorado, y en cierta medida lo sigue siendo. Lula eligió a una economista y experta en energía como candidata porque ése es el perfil que eligió darle a la nueva presidencia, pero también eligió una candidata y una estrategia electoral que en los hechos pone un límite al crecimiento del PT ante los reclamos del supuesto hegemonismo partidario que se denuncia casi a diario en los grandes medios de la oposición.
Fueron los programas del gobierno de Lula las principales cartas de presentación de Dilma, especialmente los programas sociales Bolsa de Familia y Programa de Acción Comunitaria, que sacaron a 12 millones de brasileños de la pobreza. Esos programas fuero clave para cambiar el perfil del votante de las zonas pobres del nordeste, que antes de 2006 iban a parar mayoritariamente a las arcas de los caudillos regionales populistas, y desde entonces viraron hacia la coalición que encabeza el presidente saliente. Y fueron las políticas macroeconómicas ortodoxas del presidente las que resultaron en un crecimiento de más del cinco por ciento este año, facilitando la penetración del lulismo en amplios sectores de la clase media. Y fue el modelo de seguridad de la Policía Pacificadora en combinación con programas de desarrollo que el gobierno de Lula elaboró, con sus aliados estatales y municipales en el estado de Río de Janeiro, el principal argumento que utilizó Dilma en el último debate, para cubrir un flanco siempre sensible para los políticos progresistas a la hora de captar votos de sectores moderados.
La estrategia de concentrar el armado electoral, el protagonismo de la campaña y los logros del gobierno en la figura de Lula descolocó a los candidatos opositores, que escaparon a la confrontación directa con el popularísimo presidente y prefirieron mostrarse como sus continuadores mientras, paradójicamente, los medios que los apoyaban abiertamente intentaban convencer a sus lectores de que el gobierno de Lula había sido pésimo y que el presidente era un populista autoritario con aspiraciones hegemónicas, aun cuando Lula deja el poder respetando el mandato constitucional, con un Poder Judicial independiente, un Congreso variopinto y una prensa de lo más critica entre lo que se puede encontrar en la región.
La táctica hiperlulista funcionó en tanto Dilma ganó la primera vuelta, pero mostró sus limitaciones al no alcanzar el piso del 50 por ciento al que aspiraba la coalición oficialista: la fuga de votos hacia los candidatos opositores en las últimas horas sugiere que a pesar de las garantías que dio el presidente, los votantes no quedaron convencidos con lo poco que vieron de Dilma, y prefirieron conocerla un poco más, cuatro semanas más para ser precisos, antes de decidir si es ella a quien eligen para entregarle la banda presidencial. Así fallaron los pronósticos que hasta ayer le daban el triunfo a Dilma en primera vuelta. Como si al momento de votar, a solas en el cuarto oscuro, una parte de los brasileños hubiera descubierto de repente que Lula no estaba en la boleta.
Publicado en Página/12 el 4 de octubre de 2010
Dilma ganó, pero tendrá que esperar para festejar - Por Santiago O’Donnell desde San Pablo
Dilma Rousseff, candidata del Partido de los Trabajadores, se impuso en la primera vuelta de las elecciones presidenciales brasileñas pero no alcanzó el piso de la mitad más uno de los votos necesarios para evitar el ballottage dentro de un mes.
Rousseff, 62 años, una economista que fue ministra de Energía y jefa de Gabinete del gobierno de Lula, obtuvo el 46,8 por ciento de los votos. José Serra, 68, del partido socialdemócrata PSDB, ex gobernador de San Pablo y ex ministro de Salud y Planeamiento de Fernando Henrique Cardoso, obtuvo el 32,6 por ciento de los votos. Marina Silva, 52, del Partido Verde, ex ministra de Medio Ambiente de Lula, dio la sorpresa de la jornada al obtener el 19 por ciento de los sufragios sin el apoyo de una importante estructura partidaria.+/- Ver mas...
Rousseff, 62 años, una economista que fue ministra de Energía y jefa de Gabinete del gobierno de Lula, obtuvo el 46,8 por ciento de los votos. José Serra, 68, del partido socialdemócrata PSDB, ex gobernador de San Pablo y ex ministro de Salud y Planeamiento de Fernando Henrique Cardoso, obtuvo el 32,6 por ciento de los votos. Marina Silva, 52, del Partido Verde, ex ministra de Medio Ambiente de Lula, dio la sorpresa de la jornada al obtener el 19 por ciento de los sufragios sin el apoyo de una importante estructura partidaria.+/- Ver mas...
La ganadora de la primera vuelta fue sobria y medida a la hora de opinar sobre el resultado de la elección. “Yo considero a la campaña un momento especial de mi vida y voy a encarar la segunda vuelta con mucha garra y energía. Será la oportunidad de presentar mis proyectos para combatir la pobreza y acelerar el desarrollo del país, en un círculo virtuoso que permita que todos los brasileros puedan disfrutar la riqueza del país”, dijo la candidata oficialista, minutos después de que el Colegio Electoral anunciara oficialmente que habría segunda vuelta. Rousseff había estado toda la tarde reunida con el presidente en el Palacio de Gobierno en Brasilia analizando los resultados de la elección, pero que no apareciera con él por la noche para opinar sobre las elecciones podría considerarse el anticipo de una nueva estrategia electoral en la que Lula cedería el protagonismo que tuvo en la primera ronda para no hacerle sombra a su candidata.
Mucho más contenta se mostró Silva, quien subió unos cinco puntos en las encuestas en la última semana, mientras Dilma hacía la plancha y Serra evitaba confrontar con la candidata oficialista. Ayer, después de votar en su distrito de Río Grande, Silva recorrió el país para acompañar a los candidatos de su partido, pero el esfuerzo no le alcanzó para llegar al ballottage. Al cierre de esta edición, Serra seguía reunido con la plana mayor de su partido sin hacer declaraciones, pero sus colaboradores no ocultaron alegría y cierta sorpresa por haber alcanzado la segunda vuelta. Ayer también se eligieron gobernadores en 26 estados y el Distrito Federal, la totalidad de la Cámara baja, dos tercios del Senado y miles de bancas en las legislaturas estaduales. Alrededor de 135 millones de votantes tomaron parte en la elección. Mientras la expectativa se concentró en la elección presidencial y la posibilidad de una segunda vuelta, en las principales elecciones estaduales no se registraron grandes sorpresas y el voto se repartió entre varios partidos.
En San Pablo, distrito de Lula y Serra, se impuso el opositor Geraldo Alckmin del PSDB. Aloisio Nunes Ferreyra dio la mayor sorpresa de la elección al birlarle al PT la primera senaduría. Marta Suplicy, del PT, se llevó la segunda, mientras el payaso Tiririca ganó una banca de diputado federal con el voto antisistema. En Minas Gerais, segundo distrito del país, Antonio Anastasia, del PSDB, se alzó con la gobernación, tutelado por el ex gobernador Aecio Neves, la nueva figura de la oposición y potencial candidato de la coalición encabezada por la socialdemocracia en las próximas presidenciales. Aecio fue elegido senador, al igual que su compañero de parido Itamar Franco, relegando al candidato del PT al tercer lugar.
En Rio Grande do Sul, tercer distrito, el petista Tarso Genro ganó cómodo la carrera por la gobernación, En Río de Janeiro Sergio Cabral, del PMDB, obtuvo su reelección como gobernador, a caballo de sus políticas de seguridad y su alianza con el gobierno federal. “Quiero agradecer al presidente Lula, que concluye su mandato amado por el pueblo brasileño, por el pueblo de Río”, dijo el gobernador reelecto al conocerse los resultados de la contienda. En Pernambuco, donde nació Lula, Eduardo Campos, del PSB, un aliado de Lula, arrasó con más del 90 por ciento de los votos, En Bahía se impuso Jaques Wagner, del PT. En Paraná ganó Beto Risha, del PSDB. Y en Santa Catarina, Raimundo Colombo (DEM-derecha).
A nivel legislativo, los principales partidos mantuvieron o mejoraron levemente su representación. El PMDB mantuvo sus bancas, el PT hizo lo mismo en Diputados mientras agrandó su representación en el Senado, y el PSDB mantuvo su representación en Diputados aunque podría perder algunas bancas en el Senado, según las primeras estimaciones de los analistas.
Si bien se esperaba una victoria de Dilma, el margen fue inferior al que pronosticaban las encuestas. Tanto Datafolha como Ibope habían pronosticado que la candidata oficialista obtendría entre el 49 y el 51 por ciento de los votos.
Sin embargo, la candidata había declarado que estaba preparada para una segunda vuelta al reunirse en un desayuno con 250 seguidores después de votar en Rio Grande. Tras señalar que había salido fortalecida después de superar un cáncer linfático el año pasado, la candidata agregó: “Quien combate un buen combate sale más fuerte de lo que entró, ya sea en la primera o la segunda vuelta. Ya es una victoria haber llegado aquí”.
Mientras los principales protagonistas de la contienda guardaban silencio para analizar el tablero electoral, los analistas buscaban explicar el escenario de segunda vuelta que no habían anticipado. “En los últimos días quedó claro en las encuestas que había una tendencia de posibilidad de segundo turno. Es posible que muchos electores hayan dejado de votar a presidente simplemente por una expectativa de no ir a las urnas y dejar que el tema se resuelva en la segunda vuelta”, dijo Marcos Figueredo, cientista político de la Universidad Estadual de Río de Janeiro.
Todas las miradas estaban puestas en Marina Silva, quien insistió durante toda la campaña con su idea-fuerza de sustentabilidad, palabra que seguramente aparecerá con más frecuencia en boca de los candidatos que pasaron al ballottage. ¿Será neutral en la segunda vuelta, o dará su apoyo a alguno de sus contrincantes? Ayer Silva fue la primera de los candidatos presidenciales en hablar de los resultados. Vestida de blanco, fue recibida como una heroína por sus entusiastas seguidores en su cuartel general de San Pablo. Silva agradeció a sus colaboradores, a sus candidatos, a su familia y finalmente “al pueblo de Brasil”, pero no dio muchas pistas de lo que piensa hacer. “Voy a reunirme con el plenario del Partido Verde y juntos decidiremos a quién vamos a apoyar en la segunda vuelta”, señaló: lo más lógico es que sus votantes, muchos de ellos lulistas desencantados con el PT, les retaceen el apoyo a sus tradicionales rivales del PSDB, pero habrá que esperar el plenario.
Por otra parte, hasta horas antes de la votación era evidente la frustración de los referentes del PSDB por la estrategia elegida por su candidato. Serra eligió esconder del debate al ex presidente Fernando Henrique Cardoso, quien para los socialdemócratas es el padre del modelo que continuó Lula. Pero el candidato de ese espacio, siguiendo el consejo de su “marquetero” (estratega de campaña), prefirió seguir las encuestas que demostraban que gran parte del electorado no tenía un buen recuerdo del gobierno de Fernando Henrique.
Desde el oficialismo se valoró el triunfo alcanzado, por más que el margen fue menor al esperado. “Quien ha vivido dos victorias con Lula en la segunda vuelta no se puede sorprender con este resultado” –dijo Jaques Wagner, el gobernador electo de Bahía por el PT–. Se puede ganar en primer o en segundo turno. Lo importante es que hay una aprobación del proyecto que representa Dilma a nivel nacional y que fue inaugurado por el presidente Lula. Lo importante es seguir trabajando estos 30 días para sacar los votos que faltan para asegurar la continuidad de ese proyecto”, dijo.
Mucho más contenta se mostró Silva, quien subió unos cinco puntos en las encuestas en la última semana, mientras Dilma hacía la plancha y Serra evitaba confrontar con la candidata oficialista. Ayer, después de votar en su distrito de Río Grande, Silva recorrió el país para acompañar a los candidatos de su partido, pero el esfuerzo no le alcanzó para llegar al ballottage. Al cierre de esta edición, Serra seguía reunido con la plana mayor de su partido sin hacer declaraciones, pero sus colaboradores no ocultaron alegría y cierta sorpresa por haber alcanzado la segunda vuelta. Ayer también se eligieron gobernadores en 26 estados y el Distrito Federal, la totalidad de la Cámara baja, dos tercios del Senado y miles de bancas en las legislaturas estaduales. Alrededor de 135 millones de votantes tomaron parte en la elección. Mientras la expectativa se concentró en la elección presidencial y la posibilidad de una segunda vuelta, en las principales elecciones estaduales no se registraron grandes sorpresas y el voto se repartió entre varios partidos.
En San Pablo, distrito de Lula y Serra, se impuso el opositor Geraldo Alckmin del PSDB. Aloisio Nunes Ferreyra dio la mayor sorpresa de la elección al birlarle al PT la primera senaduría. Marta Suplicy, del PT, se llevó la segunda, mientras el payaso Tiririca ganó una banca de diputado federal con el voto antisistema. En Minas Gerais, segundo distrito del país, Antonio Anastasia, del PSDB, se alzó con la gobernación, tutelado por el ex gobernador Aecio Neves, la nueva figura de la oposición y potencial candidato de la coalición encabezada por la socialdemocracia en las próximas presidenciales. Aecio fue elegido senador, al igual que su compañero de parido Itamar Franco, relegando al candidato del PT al tercer lugar.
En Rio Grande do Sul, tercer distrito, el petista Tarso Genro ganó cómodo la carrera por la gobernación, En Río de Janeiro Sergio Cabral, del PMDB, obtuvo su reelección como gobernador, a caballo de sus políticas de seguridad y su alianza con el gobierno federal. “Quiero agradecer al presidente Lula, que concluye su mandato amado por el pueblo brasileño, por el pueblo de Río”, dijo el gobernador reelecto al conocerse los resultados de la contienda. En Pernambuco, donde nació Lula, Eduardo Campos, del PSB, un aliado de Lula, arrasó con más del 90 por ciento de los votos, En Bahía se impuso Jaques Wagner, del PT. En Paraná ganó Beto Risha, del PSDB. Y en Santa Catarina, Raimundo Colombo (DEM-derecha).
A nivel legislativo, los principales partidos mantuvieron o mejoraron levemente su representación. El PMDB mantuvo sus bancas, el PT hizo lo mismo en Diputados mientras agrandó su representación en el Senado, y el PSDB mantuvo su representación en Diputados aunque podría perder algunas bancas en el Senado, según las primeras estimaciones de los analistas.
Si bien se esperaba una victoria de Dilma, el margen fue inferior al que pronosticaban las encuestas. Tanto Datafolha como Ibope habían pronosticado que la candidata oficialista obtendría entre el 49 y el 51 por ciento de los votos.
Sin embargo, la candidata había declarado que estaba preparada para una segunda vuelta al reunirse en un desayuno con 250 seguidores después de votar en Rio Grande. Tras señalar que había salido fortalecida después de superar un cáncer linfático el año pasado, la candidata agregó: “Quien combate un buen combate sale más fuerte de lo que entró, ya sea en la primera o la segunda vuelta. Ya es una victoria haber llegado aquí”.
Mientras los principales protagonistas de la contienda guardaban silencio para analizar el tablero electoral, los analistas buscaban explicar el escenario de segunda vuelta que no habían anticipado. “En los últimos días quedó claro en las encuestas que había una tendencia de posibilidad de segundo turno. Es posible que muchos electores hayan dejado de votar a presidente simplemente por una expectativa de no ir a las urnas y dejar que el tema se resuelva en la segunda vuelta”, dijo Marcos Figueredo, cientista político de la Universidad Estadual de Río de Janeiro.
Todas las miradas estaban puestas en Marina Silva, quien insistió durante toda la campaña con su idea-fuerza de sustentabilidad, palabra que seguramente aparecerá con más frecuencia en boca de los candidatos que pasaron al ballottage. ¿Será neutral en la segunda vuelta, o dará su apoyo a alguno de sus contrincantes? Ayer Silva fue la primera de los candidatos presidenciales en hablar de los resultados. Vestida de blanco, fue recibida como una heroína por sus entusiastas seguidores en su cuartel general de San Pablo. Silva agradeció a sus colaboradores, a sus candidatos, a su familia y finalmente “al pueblo de Brasil”, pero no dio muchas pistas de lo que piensa hacer. “Voy a reunirme con el plenario del Partido Verde y juntos decidiremos a quién vamos a apoyar en la segunda vuelta”, señaló: lo más lógico es que sus votantes, muchos de ellos lulistas desencantados con el PT, les retaceen el apoyo a sus tradicionales rivales del PSDB, pero habrá que esperar el plenario.
Por otra parte, hasta horas antes de la votación era evidente la frustración de los referentes del PSDB por la estrategia elegida por su candidato. Serra eligió esconder del debate al ex presidente Fernando Henrique Cardoso, quien para los socialdemócratas es el padre del modelo que continuó Lula. Pero el candidato de ese espacio, siguiendo el consejo de su “marquetero” (estratega de campaña), prefirió seguir las encuestas que demostraban que gran parte del electorado no tenía un buen recuerdo del gobierno de Fernando Henrique.
Desde el oficialismo se valoró el triunfo alcanzado, por más que el margen fue menor al esperado. “Quien ha vivido dos victorias con Lula en la segunda vuelta no se puede sorprender con este resultado” –dijo Jaques Wagner, el gobernador electo de Bahía por el PT–. Se puede ganar en primer o en segundo turno. Lo importante es que hay una aprobación del proyecto que representa Dilma a nivel nacional y que fue inaugurado por el presidente Lula. Lo importante es seguir trabajando estos 30 días para sacar los votos que faltan para asegurar la continuidad de ese proyecto”, dijo.
Publicado en Página/12 el 4 de octubre de 2010
Foto:DPA
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domingo, 3 de octubre de 2010
Santa Marta - Por Santiago O’Donnell
Santa Marta - Por Santiago O’Donnell
La favela promueve sus encantos en dos idiomas, inglés y portugués, a través de un folleto brilloso y multicolor, el “Mapa turístico de Santa Marta”. Dos vecinas lo reparten al pie del morro vestidas de promotoras, con remeras y gorritas blancas de “Rio Top Tour”, en un puesto callejero de Botafogo. Detrás se alza el morro de Doña Marta y la favela con sus diez mil habitantes, con sus casitas de material apretadas alrededor de senderos sinuosos que trepan hasta perderse.
Hasta hace dos años Santa Marta era territorio narco, gobernado por “el poder paralelo”, como lo describe con respeto Jose Mario, 50, presidente de la Asociación de Moradores del Morro de Santa Marta, mientras sorbe una cerveza helada en un barcito frente al local de su agrupación. “Durante décadas no había luz, ni gas, ni venían los médicos. La basura era un problema complicado”, explica. “Todo había que pedírselo al poder paralelo.” Las cosas cambiaron con la llegada del programa de Policía Pacificadora, un cuerpo de seguridad creado especialmente por el estado de Río para recuperar las favelas, tropas frescas de policías jóvenes sin los viejos vicios de la policía carioca, formados y entrenados por el Pronasci, un programa federal del Ministerio de Justicia. Estos policías ya controlan más del diez por ciento de las favelas de Río, casi todas en la zona sur, la más turística. El gobernador Sergio Cabral, aliado de Lula, ya anunció que antes de fin de año la policía pacificadora llegará a Roçinha, la favela más emblemática y complicada de la ciudad. Para el 2014 todas las favelas del estado estarán pacificadas.+/- Ver mas...
Los policías pacificadores no llegaron solos a Santa Marta, la primera en recibirlos. Detrás llegaron funcionarios nacionales, estatales y municipales para pavimentar, recoger basura, extender cableados, abrir guarderías y salas de primeros auxilios. Pusieron un cablecarril para que los turistas puedan apreciar la vista desde la punta del morro, que también hace cuatro paradas para que las señoras puedan subir con sus compras. El viaje es gratis. Y el año pasado Santa Marta se convirtió en la primera favela completamente cableada con conexión wi fi gratuita, un programa con equipos que sobraron de los Juegos Panamericanos de 2007.
“Cuando llegó el Estado, el poder paralelo no pudo seguir con sus negocios. Las bocas de venta de droga cerraron y tuvieron que mudar sus negocios a otra parte”, dice Mario. “Antes había que suplicar por todo, Ahora el Estado garantiza nuestros derechos y no tenemos que suplicar, porque el Estado somos nosotros.”
Detrás del Estado llegaron los empresarios, dice el líder comunitario. “Abrieron negocios porque pasamos a ser parte del mercado.” Hoy Santa Marta está lleno de verdulerías, barcitos, pequeñas despensas, cibercafés. El metro cuadrado en Santa Marta subió a más del doble este año, lo mismo que en los barrios clasemedieros de Botafogo y Laranjeiras, que rodean el morro. Detrás de los empresarios llegaron los turistas. Despliegan sus cámaras de última generación sin ningún miedo, filman adolescentes sonrientes que juegan al ping pong al aire libre en una mesa que pertenece al centro comunitario.
El Estado llegó a Santa Marta de la mano del llamado Programa de Aceleración de Crecimiento (PAC). El PAC es, junto al famoso plan Bolsa Familia, el estandarte de la política social del gobierno de Lula. Es también el plan que la candidata de Lula, Dilma Rousseff, administró como jefa de Gabinete y la principal carta de presentación que usa el presidente para presentar a quien eligió como su sucesor. “Dilma es la madre de los PAC”, se cansa de repetir en cada presentación de campaña.
El PAC no ha estado exento de críticas. El Correio Brasiliense demostró, en una minuciosa investigación, que los estados más ricos y más poderosos se quedaron con una parte desproporcionada del presupuesto total y también documentó algunas obras que se prometieron pero nunca se hicieron o se hicieron con mucho retraso. En Río, también critican la elección de las favelas a ser pacificadas, siempre priorizando las más cercanas a las zonas turísticas, con la mente puesta en las Olmpíadas de 2016 y el Mundial de Fútbol de 2014, que tendrán a Río como sede. También hay quejas de algunos residentes por el encarecimiento súbito de la vida en la favela, porque es más caro alquilar y ya no es posible colgarse gratis a líneas de teléfono y electricidad.
Pero las señales de progreso son tan evidentes que no parece lógico apostar a un cambio de rumbo. Lo notable no es el apoyo casi unánime a la gestión de Lula, sino la ignorancia casi total que sus habitantes tienen de la candidata Dilma, salvo por el hecho crucial de que ella es la candidata de Lula. Santa Marta está cubierta de propaganda electoral, como el resto de la ciudad. Como en todos lados, la foto que aparece junto a la de los candidatos locales es la de Lula y no la de su candidata. Si hay algún lugar donde es fácil apreciar la luna de miel que el presidente vive con su país, ese lugar es Santa Marta. “Voto a Dilma porque Lula lo apoya”, dice Lucinda Ferreyra Pereyra, empleada doméstica de 27 años, mientras toma sol frente a su casita. “Si se pudiera votar a Lula los votos serían para él. Fue el único que hizo alguna cosa. Dilma no es conocida, pero como va detrás de Lula, me parece muy bien.”
Unos metros más abajo, en la peluquería, Edesio Angel, 56, le corta los rulos al guardia de seguridad privada Edivaldo Santos, 44. Pero la sola mención de Lula lo lleva a interrumpir su trabajo. “¡Show de bola! (¡El más grande!)” lo define. “Lula es del pueblo. El vino acá no una, muchas veces. Venía antes de que el morro fuera pacificado, antes y después de ser presidente. De Dilma poco se sabe. Pero ella es la continuidad.” Edivaldo no se quiere quedar atrás. “Lula nos dio mucho. Dilma va a continuar la corriente. No la conozco pero él es la garantía.”
¿Y Marina Silva, la candidata verde que viene en alza? “No creo mucho en ella. Puede tener buenas intenciones, pero va a ser manipulada. No va a poder hacer lo que ella quiere”, dice el peluquero. “Mejor Dilma, que va ser manipulada por Lula”, bromea el cliente.
Al pie del morro tres jóvenes agentes de la Policía Pacificadora charlan despreocupados, pistolas a la vista, pero bien guardadas en el cinturón. Dicen que el barrio está muy tranquilo, que al principio hubo problemas pero ya no. Cuando se unieron a la fuerza, Río estaba en guerra con los narcos, eligieron un oficio más que peligroso. ¿Por qué lo hicieron? Los agentes se miran, sonríen. “No sé, tal vez por la vocación de servir”, contesta uno.
“El programa de turismo Rio Tour es un proyecto gratuito que entrena a los moradores como monitores locales de turismo y emprendedores en esta actividad”, dice el folleto de pobreza chic. Ahora que hay seguridad, servicios, empresas y turismo, la favela es parte de la ciudad. Por eso Santa Marta tampoco es una isla en cuanto a las preferencias políticas de sus residentes. Aquí en Río, donde la popularidad de Lula supera el 80 por ciento, se espera otro cómodo triunfo del oficialismo en las elecciones de hoy. A pocas cuadras, José Leopoldinho, portero, aportaba una razón de peso para apoyar la candidata del presidente, la misma que ha convencido a amplios sectores de la clase media en esta ciudad y todo el país: “Con Lula hay más platita en el bolsillo”. Cuando se le pregunta por quién va a votar, repite el mismo latiguillo escuchado una y otra vez en el morro. “Dilma da continuidad. No la conozco mucho, pero Lula cree en ella.”
“Cuando llegó el Estado, el poder paralelo no pudo seguir con sus negocios. Las bocas de venta de droga cerraron y tuvieron que mudar sus negocios a otra parte”, dice Mario. “Antes había que suplicar por todo, Ahora el Estado garantiza nuestros derechos y no tenemos que suplicar, porque el Estado somos nosotros.”
Detrás del Estado llegaron los empresarios, dice el líder comunitario. “Abrieron negocios porque pasamos a ser parte del mercado.” Hoy Santa Marta está lleno de verdulerías, barcitos, pequeñas despensas, cibercafés. El metro cuadrado en Santa Marta subió a más del doble este año, lo mismo que en los barrios clasemedieros de Botafogo y Laranjeiras, que rodean el morro. Detrás de los empresarios llegaron los turistas. Despliegan sus cámaras de última generación sin ningún miedo, filman adolescentes sonrientes que juegan al ping pong al aire libre en una mesa que pertenece al centro comunitario.
El Estado llegó a Santa Marta de la mano del llamado Programa de Aceleración de Crecimiento (PAC). El PAC es, junto al famoso plan Bolsa Familia, el estandarte de la política social del gobierno de Lula. Es también el plan que la candidata de Lula, Dilma Rousseff, administró como jefa de Gabinete y la principal carta de presentación que usa el presidente para presentar a quien eligió como su sucesor. “Dilma es la madre de los PAC”, se cansa de repetir en cada presentación de campaña.
El PAC no ha estado exento de críticas. El Correio Brasiliense demostró, en una minuciosa investigación, que los estados más ricos y más poderosos se quedaron con una parte desproporcionada del presupuesto total y también documentó algunas obras que se prometieron pero nunca se hicieron o se hicieron con mucho retraso. En Río, también critican la elección de las favelas a ser pacificadas, siempre priorizando las más cercanas a las zonas turísticas, con la mente puesta en las Olmpíadas de 2016 y el Mundial de Fútbol de 2014, que tendrán a Río como sede. También hay quejas de algunos residentes por el encarecimiento súbito de la vida en la favela, porque es más caro alquilar y ya no es posible colgarse gratis a líneas de teléfono y electricidad.
Pero las señales de progreso son tan evidentes que no parece lógico apostar a un cambio de rumbo. Lo notable no es el apoyo casi unánime a la gestión de Lula, sino la ignorancia casi total que sus habitantes tienen de la candidata Dilma, salvo por el hecho crucial de que ella es la candidata de Lula. Santa Marta está cubierta de propaganda electoral, como el resto de la ciudad. Como en todos lados, la foto que aparece junto a la de los candidatos locales es la de Lula y no la de su candidata. Si hay algún lugar donde es fácil apreciar la luna de miel que el presidente vive con su país, ese lugar es Santa Marta. “Voto a Dilma porque Lula lo apoya”, dice Lucinda Ferreyra Pereyra, empleada doméstica de 27 años, mientras toma sol frente a su casita. “Si se pudiera votar a Lula los votos serían para él. Fue el único que hizo alguna cosa. Dilma no es conocida, pero como va detrás de Lula, me parece muy bien.”
Unos metros más abajo, en la peluquería, Edesio Angel, 56, le corta los rulos al guardia de seguridad privada Edivaldo Santos, 44. Pero la sola mención de Lula lo lleva a interrumpir su trabajo. “¡Show de bola! (¡El más grande!)” lo define. “Lula es del pueblo. El vino acá no una, muchas veces. Venía antes de que el morro fuera pacificado, antes y después de ser presidente. De Dilma poco se sabe. Pero ella es la continuidad.” Edivaldo no se quiere quedar atrás. “Lula nos dio mucho. Dilma va a continuar la corriente. No la conozco pero él es la garantía.”
¿Y Marina Silva, la candidata verde que viene en alza? “No creo mucho en ella. Puede tener buenas intenciones, pero va a ser manipulada. No va a poder hacer lo que ella quiere”, dice el peluquero. “Mejor Dilma, que va ser manipulada por Lula”, bromea el cliente.
Al pie del morro tres jóvenes agentes de la Policía Pacificadora charlan despreocupados, pistolas a la vista, pero bien guardadas en el cinturón. Dicen que el barrio está muy tranquilo, que al principio hubo problemas pero ya no. Cuando se unieron a la fuerza, Río estaba en guerra con los narcos, eligieron un oficio más que peligroso. ¿Por qué lo hicieron? Los agentes se miran, sonríen. “No sé, tal vez por la vocación de servir”, contesta uno.
“El programa de turismo Rio Tour es un proyecto gratuito que entrena a los moradores como monitores locales de turismo y emprendedores en esta actividad”, dice el folleto de pobreza chic. Ahora que hay seguridad, servicios, empresas y turismo, la favela es parte de la ciudad. Por eso Santa Marta tampoco es una isla en cuanto a las preferencias políticas de sus residentes. Aquí en Río, donde la popularidad de Lula supera el 80 por ciento, se espera otro cómodo triunfo del oficialismo en las elecciones de hoy. A pocas cuadras, José Leopoldinho, portero, aportaba una razón de peso para apoyar la candidata del presidente, la misma que ha convencido a amplios sectores de la clase media en esta ciudad y todo el país: “Con Lula hay más platita en el bolsillo”. Cuando se le pregunta por quién va a votar, repite el mismo latiguillo escuchado una y otra vez en el morro. “Dilma da continuidad. No la conozco mucho, pero Lula cree en ella.”
Publicado en Página/12 el 3 de octubre e 2010
Imagen: Télam
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Antes se había hecho tiempo para dar su clase semanal en la fundación y después para hablar un poco en la cafetería del cuarto piso sobre la campaña, Dilma, Lula y el futuro de Brasil.
–¿Qué le pareció la campaña?
–Esta es la sexta votación desde que volvieron las elecciones directas, en 1989. Creo que lo que hay que destacar es que los cuatro principales candidatos son de origen progresista, si consideramos a los cuatro candidatos principales. Dilma y Marina Silva provienen del PT. José Serra (el candidato opositor en el ballottage) representa a una coalición que es más de centro, pero también es de origen progresista. Fue un líder estudiantil que enfrentó a la dictadura y tuvo que exiliarse. Plinio Arruda, el candidato de la izquierda, sólo sacó el uno por ciento de los votos en la primera vuelta, pero hizo aportes interesantes en los debates de candidatos. Dilma representa hoy todo lo bueno que hizo el gobierno del presidente Lula. Termina su mandato con el 82 por ciento de aprobación popular, el más alto de la historia de Brasil. Lo consiguió gracias a un crecimiento significativo de la economía, del producto bruto interno, con una razonable estabilidad de precios, con la inflación alrededor del cinco por ciento anual. Por primera vez, año a año, el índice de desigualdad cayó gracias a los diversos programas de inclusión social, que resultaron en una disminución notable de la pobreza. Lo más importante es que el conjunto de medidas, los progresos, fueron sentidos por la población. Más que un cuarto de la población brasileña recibe la Bolsa Familia, más de 50 millones de beneficiados. Esta es sólo una etapa de lo que va ocurrir en el futuro, se van a ampliar esos programas en el gobierno de Dilma.
–Conozco los logros del PT. Pero, ¿por qué no se habló de eso en la campaña?
–Es que Marina Silva fue una gran sorpresa. Hizo una excelente votación, consiguió casi 20 millones de votos de los 100 millones que votaron sin una estructura partidaria importante. Ella colocó destacadamente los puntos más importantes de su propuesta de economía sustentable y cuidado del medio ambiente en la agenda de discusión. Envió por escrito su plataforma a Serra y Dilma y les preguntó qué harían al respecto. Ambos le contestaron por escrito, le escribieron documentos para conquistar sus votos. Y Marina dijo abiertamente que la propuesta escrita por Dilma estaba más próxima a sus propuestas. Yo espero que en las próximas horas los candidatos digan lo que quieren para el país sobre educación, salud, infraestructura, políticas sociales.
–¿Y por qué se habló tan poco de eso hasta ahora en una campaña dominada por el debate sobre el aborto?
–Yo creo que es responsabilidad de los que hacen las preguntas, y también responsabilidad de los que hacen los programas televisivos, que concentraron su atenciones en los ataques personales. A mí me gusta más hablar de los aspectos positivos. Mi recomendación a Dilma es que siga hablando de por qué su gobierno hizo más que los anteriores.
–¿Qué opina de la pelea de Lula con los medios?
–Creo que el presidente manifestó una insatisfacción con la manera en que ciertos medios divulgan noticias. Los medios se pueden comportar como partidos políticos, como dijo el presidente, por que forma parte de la libertad de expresión. El gobierno de Lula nunca hizo nada para cercenar la libertad de expresión.
Suplicy contó que había conocido a Lula en los setenta, cuando el presidente era el líder de los metalúrgicos paulistas y él era columnista de economía en Folha de Sao Paulo. Un día Lula fue a una conferencia de Suplicy en la Fundación Santander. El senador recuerda que ese día habló de la importancia de la participación de los trabajadores en el manejo de las empresas. Cuando terminaron, Lula lo esperó en el patio y lo invitó al sindicato. Desde entonces son inseparables. Suplicy fue electo diputado en 1983 encabezando la lista del PT y sacando más votos que ningún otro candidato. Después ganó cuatro elecciones para senador nacional, y es una de las figuras más respetadas del oficialismo.
–¿Qué va hacer Lula cuando deje la presidencia?
–Lula va a tener una función muy importante en los próximos años, algo similar al rol que tuvo Nelson Mandela en Sudáfrica. Mandela debió intervenir en crisis domésticas y también en crisis internacionales, especialmente en Africa. Lula va a trabajar para promover la paz en su país y en otras partes del mundo.
–¿Qué opina de Dilma?
–Es una mujer muy perceptible,inteligente, de gran sensibilidad.