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jueves, 23 de octubre de 2014

Ganas de cambiar - Por Santiago O´Donnell












A horas de la segunda vuelta en Brasil Dilma logró despegarse lo suficiente como para votar tranquila, sabiendo que de no mediar una sopresa mayúscula de últmo momento, seguirá siendo la presidenta de Brasil cuatro años más. Pero no la tuvo fácil y si no aprende de lo que le sucedió, a ella y a su partido, tendrá una segunda presidencia complicada.

Fue la campaña más cambiante y reñida de los últimos años. Una campaña agresiva, polarizante, de las que dividen a grupos de viejos amigos y hacen que parientes se dejen de hablar. Según coincidieron las principales encuestas en la primera vuelta iba  ganando Dilma, después la pasó Marina y después volvió tomar la delantera Dilma y en el sprint final Aecio pasó a Marina para meterse en el ballotage. En la campaña para la segunda vuelta Aecio arrancó delante de Dilma, pero la semana pasada Dilma lo alcanzó y ahora llega a la elección decisiva con siete u ocho puntos de ventaja, o sea por encima del margen de error estadístico.

Marina Silva, rara combinación de ecologista radical y evangelista antiabortista, ex ministra de Medio Ambiente de Lula, cuando tuvo su oportunidad no supo explicarle al electorado cómo pensaba zanjar sus contradictorias tendencias. Marina tiene carisma y una linda historia personal, pero sin mensaje, sin programa, con un partido político prácticamente alquilado por la muerte de su líder en un accidente de avión, liviana como espuma, tuvo sus diez minutos hasta que su capital político se evaporó.

Aecio Neves, niño bien, bien fiestero, favorito de la clase alta de San Pablo, era la fija para candidato del partido socialdemócrata desde el 2011, cuando ganó la la senaduría de Minas Gerais, después de haber gobernado ese importante estado del cordón industrial sur-centro. Nieto del ex presidente Tancredo Neves, pertenece a la derecha o extrema derecha de su partido. Durante los debates usó un lenguaje macartista y grosero para referirse a Dilma, dando a entender que ella quería convertir a Brasil en Cuba o Venezuela, como si fuera posible. El referente de su espacio político y dos veces presidente, Fernando Henrique Cardoso, optó por mantenerse a una prudente distancia de Aecio y sus posturas de mano dura en materia de seguridad y de alineamiento automático con Estados Unidos en relaciones exteriores. Pero aún así Fernando Henrique contribuyó a la imagen elitista de su partido cuando en un reportaje en plena campaña dio a entender que el nordeste pobre votaba a Dilma porque sus habitantes eran ignorantes y poco educados.

Dilma Rousseff, la actual  presidenta brasilera, es candidata a la reelección  por el Partido de los Trabajadores, formación que viene de ganar tres elecciones presidenciales seguidas con relativa tranquilidad. Fue elegida a dedo cuatro años atrás por el líder indiscutido del partido y dos veces presidente, Luiz Inacio Lula da Silva. Lula la eligió cuando ella era una funcionaria casi desconocida, sin peso electoral ni trayectoria en el partido. Alcanzó con el dedazo de Lula para que el partido primero y el electorado después le dieran un cheque en blanco. No era para menos.  Las políticas sociales que aplicó Lula durante sus presidencias sacaron a 50 millones de brasileros de la pobreza. Con tecnócratas neoliberales manejando el ministerio de Economía y el Banco Central, intelectuales de izquierda a cargo de la diplomacia y operadores del PT tejiendo alianzas políticas para imponer su agenda parlamentaria, inventó una exitosa fórmula para gobernar y para integrarse al mundo que le permitió dejar el gobierno con un insólito margen de aprobación de arriba del 80 por ciento. Por eso cuando Lula dijo hace cuatro años que había que votar a Dilma, la mayoría de los brasileros le hizo caso. Ya no.

En estos últimos años pasaron varias cosas. Fernando Henrique y los socialdemócratas hicieron reformas de estado en plena era neoliberal, allá por los años 90. Pero aunque las reformas tuvieron la impronta de la época, lejos de desmantelar el estado brasilero, lo fortalecieron. Petrobras se abrió a capital privado pero no se privatizó. Hubo recortes varios, sí, reforma previsional, reforma del sistema de salud, del régimen laboral. La moneda brasilera se fortaleció. Después, con más viento a favor y menos deuda, pero también con valentía, compromiso y visión, Lula llevó adelante una revolución social. Cuando asume Dilma Brasil es una potencia del BRICS, con vastas reservas petroleras, listo para organizar un mundial de fútbol y una olimpíada. Más que nunca, "o país mais grande do mundo".

Pasaron muchas cosas pero Brasil no cambió su sistema político corrupto, prebendario e ineficiente, Un sistema de  alianzas oportunistas, de bancas legislativas y sellos partidarios que se venden al mejor postor. Prolífico en coimas, choreos, repartos oscuros. Ocurrió con Fernando Henrique y con Lula también. Dilma fue más inflexible con los funcionarios de su gobierno involucrados en denuncias por delitos varios, pero lejos de eliminar el problema, lo visibilizó aún más. Era dinero que no llegaba a los hospitales, al transporte público, a los necesitados. En contraste con la melodía triunfalista del mundial de fútbol, apareció un concierto desafinado presupuestos inflados, sobreprecios,  trabajos mal hechos y demorados sin razón. Se construyeron  elefantes blancos en forma de estadios que nadie iba a usar después de la competencia. Fortunas despilfarradas a la vista de todos, hicieron que la gente saliera a la calle a protestar.  Primer mundo para todos y no sólo para burócratas y oportunistas. Y ahora se viene el megafestival universal de los Juegos Olímpicos, con sus demandas y sus presupuestos para adornar otra vidriera de ultima generación. Encima la economía no ayuda: años de crecimiento ínfimo, la amenaza de la inflación, la patria financiera que insiste con un clima de negocios más amigable y apuesta todo en la bolsa de San Pablo por los candidatos de la oposición.

Cansancio y desgaste tras doce años de gobierno, ya no hay cheque en blanco, ni siquiera para Lula. Da la impresión de que el electorado brasilero, lejos de enamorarse de Dilma, buscó alternativas pero al final ninguna lo convenció. Marina por liviana e impredecible, Aecio por reaccionario y poco admirable. Da la impresión de que con un candidato más centrista, más parecido a Lula o a Fernando Henrique, esta vez la opocisión llevaba las de ganar. Las clases medias brasileras, empezando por esos cincuenta millones que salieron de la pobreza de la mano del PT, ya no se conforman con un subsidio y un puesto de trabajo. Les vendieron un Brasil de primer mundo y es lógico que quieran algo más. Nada extravagante: piden viajar bien, tener buenos colegios, ser atendidos con los insumos necesarios en el hospital, ser recompensados con un salario digno.  Dilma y el PT no crearon el sistema político prebendario que drena valiosos recursos del Estado con trampas y mentiras y que parece haber cansado a los brasileros. Pero se acomodaron a ese sistema y tuvieron su mensalao.

Ahora es tiempo de cambiar, de hacer las reformas que hacen falta, de dar respuesta al mal humor social. Entender que no la votarán a Dilma el domingo porque están contentos con lo que hizo hasta ahora,sino porque esta vez la alternativa no convenció. Entender por qué la militancia del PT recién se movilizó y salió a la calle la semana pasada, cuando la amenaza de un gobierno de la derecha dura era palpable. En esta campaña tan cambiante e impredecible lo único que se mantuvo constante fue el ida y vuelta, o sea, las ganas de cambiar, Terminarán votando por Dilma, pero no tanto por ella, sino más que nada porque el otro es mucho peor. Ojalá que entienda el mensaje detrás de esta nueva oportunidad.

sábado, 18 de octubre de 2014

Entrevista con Julian Assange. Parte VII (última): Geopolítica - Por Santiago O´Donnell







El crecimiento acelerado de China, el resurgimiento de Rusia y el protagonismo de las potencias emergentes de los Brics a partir de la crisis mundial del 2008 con epicentro en Estados Unidos y Europa parecen ser los datos geopolíticos más relevantes de los últimos años. En esta tercera y última parte de la entrevista de Página/12 con Julian Assange en la Embajada de Ecuador en Londres, el factótum de WikiLeaks argumenta que la alianza de Occidente sigue siendo la única superpotencia y que en muchos aspectos relevantes ha acentuado su dominio estratégico a nivel mundial. También explica por qué una megafiltración sobre Rusia o China comparable a Cablegate sería “muy bienvenida” en WikiLeaks.
–Acaso porque las filtraciones que no involucran a Estados Unidos no tienen tanto impacto en la agenda mediática internacional, mucha gente no sabe que mientras usted estuvo encerrado en esta embajada, WikiLeaks continuó publicando filtraciones importantes, empezando por los correos electrónicos del gobierno de Siria, pasando por los borradores secretos de tratados comerciales multilaterales, hasta la ley secreta de Australia conocida como la “supercautelar”, apenas hace dos semanas (al momento de la entrevista).
–Si hablamos de publicaciones vinculadas con Estados Unidos, la más significativa mientras estuve en la embajada fue la de los cinco millones de e-mails de la agencia de inteligencia privada Stratfor, una filtración muy significativa que mantiene una gran relevancia. Hemos publicado ya dos millones de documentos del gobierno estadounidense. El año pasado publicamos documentos de tratados comerciales multilaterales secretos. Aunque estos documentos son muy secos, tienen una importancia muy significativa, ya que muestran cómo opera el nuevo sistema económico. El TTIP, por ejemplo, propone una régimen comercial para la alianza transatlántica que excluye a los Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) e involucra a cincuenta países (y se negocia) por fuera de la OMC (Organización Mundial de Comercio) y cubre todo tipo de temas relacionados con la banca, el dinero, las inversiones, qué tipo de leyes pueden aprobar los gobiernos con respecto a la agricultura o a las empresas multinacionales. Cincuenta países involucrados. Ninguno de los Brics. Y todo secreto. Del mismo modo el TPP, la Alianza del Transpacífico, es otro gran sistema para la regulación de inversiones y comercio y servicios de Internet creada para, a nivel estratégico, formar un bloque económico entre el sudeste asiático y los centros comerciales de intercambio con China en América latina, de manera no compatible con las prácticas comerciales de China, para dejar afuera a Beijing. Es parte de la estrategia asiática de (el presidente de Estados Unidos Barack) Obama: rodear a China desde el Sur y desde el Oeste, del otro lado del (océano) Pacífico.
–Si usted es el director de un medio de comunicación, ¿por qué les dedica tanto tiempo a sus actividades políticas y apariciones en videos con figuras públicas? ¿Teme ser pintado como un paria por Estados Unidos?
–Sí, es cierto. Estados Unidos lleva ya cuatro años y medio desde que inició una investigación de nosotros sin precedentes en cuanto a su escala y su naturaleza, según sus propias palabras. Como en todos sus conflictos, ha apelado a sus amigos en los medios occidentales, en este caso para que digan que WikiLeaks es una organización terrorista. Hasta llegaron a impulsar un proyecto de ley en el Congreso estadounidense para declararnos “combatientes enemigos” para que podamos ser matados o secuestrados a voluntad sin una orden judicial. Este año presentaron otro proyecto para excluirnos de la ley que protege el anonimato de las fuentes periodísticas. Ese tipo de señales hace que la gente tenga miedo de relacionarse con nuestra organización y facilitó el bloqueo bancario internacional que sufrimos. Visa, MasterCard, Western Union, Bank of America, etcétera, nos bloquearon igual que bloquearon a Cuba. Pero a diferencia del cubano, nuestro bloqueo fue completamente informal, no se hizo a nivel legal. Si se hubiera hecho a través de decisiones judiciales podríamos habernos defendido legalmente, o si se hubiera aprobado por ley podríamos haber contestado políticamente. Pero se hizo al nivel de “ten cuidado porque puedes perder sus contratos con el gobierno” o “cuidado que te pueden mandar una auditoría”. Por eso es necesario mostrar que la organización y yo tenemos amigos y que no es peligroso relacionarse con nosotros. Porque todo lo que se necesita para imponer autoridad es la percepción del miedo, la percepción de una capacidad de actuar en contra de la gente. No es que actúan, es sólo una percepción. Con respecto al bloqueo bancario hemos ganado dos casos en distintas jurisdicciones y como resultado MasterCard se ha rendido, Visa se ha rendido, PayPal se rindió. Ahora nosotros las estamos demandando por 17 millones de dólares por los daños causados. Eventualmente, Visa, MasterCard y PayPal empezaron a tener más miedo de nosotros y de nuestros abogados y nuestros amigos que del gobierno estadounidense.
–Me parece que la crítica más válida que se le hace a usted es que debido a su disputa con Estados Unidos a WikiLeaks se lo percibe como anti-Estados Unidos o anti-Occidente...
–Estoy de acuerdo. Es muy difícil. Antes del fragor de la pelea éramos muy cuidadosos de nunca hacer declaraciones políticas. Yo me cuidaba mucho de no hacerlas porque interfiere con la percepción de objetividad de la organización. Pero la fuerza del asalto de Estados Unidos contra WikiLeaks hizo que tuviéramos que usar toda nuestra artillería y el interés de la gente en lo que tengo para decir es una de las armas que podemos desplegar. Normalmente no la desplegaría porque necesitamos ser percibidos como objetivos, pero hemos sido una organización que luchaba por su supervivencia y es el costo que tuvimos que pagar.
¿Está de acuerdo con que de las tres superpotencias ustedes han sido más exitosos revelando los secretos de la menos opaca de las tres?
–No hay tres superpotencias. Eso es falso. Hay una, que es la alianza occidental. Es importante mantener la perspectiva. Por ejemplo, el gasto militar de Rusia es el 7 por ciento del de la OTAN. Rusia tiene una base militar fuera de su país, en Siria, mientras que Estados Unidos tiene mil bases. Entonces Rusia no es una superpotencia.
–No sé si estoy de acuerdo. Los números serán ésos, pero Rusia claramente jugó un rol clave en frenar el bombardeo de Siria, están jugando fuerte en Ucrania, Putin es un actor de primer nivel en el tablero internacional. A su vez, China se ha convertido en el principal socio económico de América latina y Africa...
–China es más interesante, pero igual hay que mantener la perspectiva. Como economía exportadora es muy importante y ha superado a Alemania, pero China sólo tiene el 25 por ciento del Producto Bruto Interno de Estados Unidos. Y el gasto en armamento es un décimo comparado al de Estados Unidos.
Pero en geopolítica uno nunca es neutral. Cuando se lastima a uno se ayuda al otro.
–Pero en términos de nuestras publicaciones, somos una organización basada en los abusos con secretos y censura. ¿Quién está generando más documentos secretos?
–Gobierno más secreto que el de China no creo que haya ningún país del mundo, salvo quizá Corea del Norte.
–Eso es falso. El gobierno de Estados Unidos gasta el 60 por ciento del presupuesto mundial de inteligencia. Y eso no incluye la alianza occidental. Estados Unidos es también el más avanzado tecnológicamente, está interceptando más de 1500 millones de comunicaciones por día. Todas secretas, y clasifica más de 60.000 documentos por año. Entonces la gran mayoría de documentos secretos en el mundo son producidos en Estados Unidos.
–Estados Unidos produce más documentos secretos porque produce más de todo, pero China es mucho más opaca. Si quiere argumentar que Estados Unidos es menos transparente que China va a recibir muchas refutaciones de organismos de derechos humanos y de defensa de las libertades civiles.
–La mayoría de las organizaciones de derechos humanos y de derechos civiles que operan a nivel global son financiadas por Estados Unidos, Gran Bretaña y Suecia.
–Está bien, pero ¿usted piensa que se puede ser opositor al gobierno en China, que se puede practicar cualquier religión en China?
–Por supuesto que no. Sólo estoy fijando una base para mantener la perspectiva. Así que China debe ser encarada manteniendo la perspectiva, teniendo en cuenta el tamaño de su economía y de su aparato de seguridad nacional, que es un cuarto del de Estados Unidos. Entonces hay que partir de ahí, y si uno lo analiza desde una perspectiva geopolítica y no de política interna, China tiene lo que se puede describir como una o dos bases fuera de China, no mil.
–Pero la cantidad de bases no es una medida de la libertad de expresión que hay en un país.
–Es una medida del interés que otras naciones pueden tener en el comportamiento secreto de un país. Los problemas de China son principalmente domésticos, comparados con los de Estados Unidos, aunque China compite con Estados Unidos para controlar recursos naturales en Africa e inversiones en Latinoamérica.
–En China hay miles de personas presas o perseguidas por expresar sus puntos de vista, en Estados Unidos no llegarán a diez.
–Eso no es cierto. China es un país más simple y menos moderno y más fiscalizado. Por ejemplo, usa leyes de sedición. China ataca desnuda a la disidencia política. En Estados Unidos, ¿quiénes son los prisioneros políticos? Hay prisioneros políticos acusados de espionaje. Hay prisioneros políticos por actos de violencia o crímenes contra la propiedad. Entonces Estados Unidos tiene un sistema político mucho más sofisticado. China adopta medidas crudas para suprimir a la disidencia y Estados Unidos adopta medidas sofisticadas. Las estructuras de poder de Estados Unidos están en contra de la libertad de expresión y hagas lo que hagas no vas a poder cambiar eso. China ejerce una censura más directa y torpe. Dicho esto, agrego que hemos publicado documentos sobre China. Publicamos millones de documentos sobre Siria. Publicamos documentos sobre todos los países del mundo, que critican a todos los países del mundo desde hace años. Pero las historias de gran impacto son sobre la costa este de los Estados Unidos y la razón es el poder del mundo, sobre todo el poder de la información emana de la costa este de Estados Unidos, y un poquito de Londres. Esto se verifica fácilmente. Durante la caída de Trípoli, con la revuelta contra Khadafi alentada por Estados Unidos, había 200 tuits por minuto sobre el tema en todo el mundo. Con el huracán Irene, que ni siquiera fue un huracán, sino una tormenta agrandada por los medios, cuando se pensó que podía barrer la costa este de Estados Unidos, hubo 1200 tuits por minuto, que es el límite de lo que soporta Twitter. Entonces la costa este es completamente dominante aun en los nuevos medios (redes sociales) y eso refleja los canales de poder en el mundo, especialmente de poder mediático. Entonces no les importa, no les importa y no informan cuando hacemos algo sobre China.
–Entonces, para que les quede claro a sus millones de seguidores y potenciales fuentes de información, si usted obtuviera una filtración de la dimensión de Cablegate sobre China o sobre Rusia, ¿sería bienvenida y ninguna interferencia política frenaría su publicación?

–Sería muy bienvenida. Extremadamente bienvenida. Para que quede claro: hemos publicado muchísimos documentos sobre censura en China, incluyendo todas las palabra clave que usadas en Internet de China automáticamente producen el cierre de la cuenta del usuario y documentos con instrucciones para funcionarios de gobierno con distintas alternativas para censurar. Pero no aparece en las noticias de Occidente. Porque a Occidente sólo le interesa Occidente y no los demás países y ése ha sido el problema geopolítico desde siempre. Y a los países de la tercera posición no les importa lo que pasa en los otros países de tercera posición, sólo le importa lo que pasa en Occidente, porque Occidente es tan poderoso. Casi toda la estructura comercial internacional y la estructura militar internacional está bajo dominio de Occidente. En cuanto a WikiLeaks, con respecto a China y Rusia también está la barrera del lenguaje. Somos una organización predominantemente de habla inglesa, aunque tenemos varios miembros que hablan español. Uno debe concentrarse en lo que mejor hace y en el lenguaje que puede hablar.

sábado, 11 de octubre de 2014

Entrevista con Julian Assange. Parte VI: Snowden - Por Santiago O´Donnell










En junio del año pasado, el entonces espía fugado Edward Snowden conmovió al mundo con una serie de revelaciones sobre cómo Washington espiaba millones de comunicaciones telefónicas y de Internet de ciudadanos de ese país y del extranjero, así como a jefes de Estado y empresas de países aliados, y organizaciones pacifistas y defensoras de derechos humanos. En esta segunda parte de la entrevista exclusiva de Página/12 con Julian Assange en la Embajada de Ecuador en Londres, donde se encuentra asilado, el fundador y director del sitio de publicación de filtraciones WikiLeaks cuenta qué hizo su organización para evitar que Snowden fuera extraditado a Estados Unidos y valora la importancia de haberlo logrado. 

–Haciendo un repaso de lo que sucedió en estos dos años que usted pasó asilado en esta embajada, es inevitable hablar del rol de WikiLeaks en el caso Snowden (Edward, ex contratista de la Agencia Nacional de Seguridad, la estructura que coordina todas las agencias de Inteligencia de Estados Unidos, quien reveló documentos acerca del espionaje masivo que practican Estados Unidos y sus aliados).
–No está claro que las revelaciones acerca de la NSA (Agencia Nacional de Seguridad, por sus siglas en inglés) han sido del todo positivas. Y digo esto porque aparecieron encuestas que muestran que la gente tiene miedo de hablar de asuntos políticos vinculados con el gobierno de Estados Unidos a través de medios electrónicos. Entonces esas revelaciones han asustado a la gente, llevándola a censurar sus comunicaciones. El resultado, claro, es que la planificación y el debate político se han aplastado. Para que una autoridad controle no hace falta que haga nada, sólo hace falta que genere una sensación de miedo, porque las personas toman decisiones basadas en sus percepciones antes que en la realidad. Me preocupa que estas revelaciones hagan que la gente no sepa cómo actuar para aliviar el miedo, sin caer en la autocensura en sus comunicaciones.
–Pero el costo valió la pena.
–Es un costo muy alto. Aunque los medios deben seguir un principio más amplio, que es documentar cómo evoluciona nuestra civilización. Y tomadas en su conjunto, la revelaciones fueron beneficiosas para la evolución de nuestra civilización. Hay un costo que se paga por sostener un ideal y en algunos casos puede ser negativo, pero uno se pone muy selectivo y el ideal se pierde.
–¿Lo hubiera hecho de otro modo?
–Por supuesto que habríamos publicado las revelaciones. Hemos desarrollado mucha experiencia sobre cómo manejar estos temas en los medios y la velocidad que es necesaria para que las publicaciones sean efectivas. Menos del 2 por ciento del material de Snowden ha sido revelado, y eventualmente la gente entra en un estado de fatiga. No se trata solamente del público sino de lo que el gobierno o la industria u otros actores importantes pueden hacer para frenar los abusos de la NSA. Entonces, varios gobiernos latinoamericanos quieren mantener su independencia y pueden usar las revelaciones, instruir a sus agencias de inteligencia y sus capitanes de la industria para poner un freno a los abusos, y proteger a la población y proteger su soberanía. Así que, sí: hay maneras de hacerlo que son mucho mejores.
–¿Me puede llevar al momento en que aparece el pedido de ayuda para Snowden, que está varado en Hong Kong? Ya le entregó todos sus documentos a un pequeño grupo de periodistas, y medio Estados Unidos lo busca para extraditarlo y juzgarlo como espía.
–En un momento, Snowden nos pidió ayuda en relación con Hong Kong.
–¿Usted lo conocía de antes? ¿Habían estado en contacto?
–Sin comentarios.
–Entonces vamos al pedido de ayuda, en junio del año pasado. Arranquemos de ahí.
–Nos piden ayuda para salir de una situación difícil en Hong Kong. Fue la persecución de inteligencia más grande de la historia de la Humanidad. Es cierto que la persecución de Bin Laden fue más grande, pero duró diez años. Pero, en un mes, ésta fue más grande por la capacidad de vigilancia masiva de la NSA y (la agencia británica) GCHQ, así que en ese sentido fue la más grande.
–Entonces le llega el mensaje pidiendo ayuda. Sé que tuvo que dejar muchas cosas de lado para ocuparse del tema.
–Así es. Estaba en el medio de una publicación, tenía temas judiciales en cinco o seis jurisdicciones y estaba en el medio de una campaña electoral, a un mes de la votación (compitió por un asiento en el Congreso australiano, sacó menos del 1 por ciento de los votos).
–¿Entendió enseguida la importancia de Snowden y dejó todo de lado para ayudarlo, o fue algo más gradual?
–Dejamos todo y nos pusimos a trabajar, pero teníamos dudas. Nos parecía que era deber de The Washington Post y The Guardian (los diarios que habían publicado sus primeras revelaciones), que tienen mejores recursos para hacerlo. Pero ellos decidieron abandonarlo en Hong Kong. Le quitaron sus activos y después lo abandonaron.
–¿Usted ya sabía eso?
–Ya habíamos visto cómo The Guardian lo había hecho con otras fuentes, así que no fue una sorpresa. Pensamos: ¿por qué otra vez tenemos que limpiar la chanchada de otra gente? La respuesta fue: porque nadie más lo va a hacer. Aparentemente nadie más tenía la voluntad o la capacidad para hacerlo, así que teníamos que hacerlo. ¿Por qué? El gobierno de Estados Unidos ha estado intentando fijar un precedente muy negativo al torturar y sentenciar a Chelsea Manning (la fuente de Cablegate) a 35 años de prisión. Y ataca agresivamente a WikiLeaks y es mayormente responsable del enfrentamiento diplomático en que me encuentro. Entonces queríamos establecer un precedente positivo. Había distintas variantes de lo que podía suceder. Primero, Snowden podía ir preso. Entonces, el mensaje a los potenciales filtradores sería que si trabajan con los medios de comunicación, serán abandonados y enviados a la cárcel por la mitad de sus vidas o más. Eso tendría un efecto muy negativo y llevaría a que más información sobre los abusos de la industria masiva de vigilancia y de los militares sería suprimida. La otra posibilidad era que la gente viera que a quienes revelan esta información les va bien. Que quedan libres y son celebrados. Pensamos que ese resultado sería un incentivo muy grande para que otras fuentes se decidan a revelar información. Por eso, desde un punto de vista filosófico, político e institucional, quisimos hacerlo.
–Pero pagaron un costo importante. Por ejemplo, usted perdió el contacto personal con su editora de publicaciones (Sarah Harrison, enviada por Assange a Hong Kong a sacar a Snowden de China, que luego acompañó durante seis semanas a Snowden en la terminal de un aeropuerto en Moscú y que después permaneció con él tres meses en Rusia; y que por consejo de sus abogados nunca más regresó a Gran Bretaña y que actualmente reside en Berlín, donde sigue trabajando para WikiLeaks).
–Ella está exiliada del Reino Unido, pero está bien.
–Pero usted ya no puede verla cara a cara, básicamente porque ella ayudó a Snowden y sé también que WikiLeaks puso a sus abogados a defender a Snowden a un costo importante para la organización.
–Pusimos muchos recursos.
–¿Piensa que haber salvado a Snowden de la cárcel (actualmente asilado en Rusia) ha sido uno de los grandes éxitos de WikiLeaks?
–Lo pensé, porque invertimos muchos recursos y pagamos un precio alto. Por ejemplo, sólo pude participar en dos de las once reuniones de campaña de mi partido político, lo cual generó luchas internas dentro de mi partido en Australia. Nuestro abogado perdió trabajos y sufrí distintas presiones por haberlo hecho. Pero creo que el juicio de la historia dirá que hicimos lo correcto.
–La cooperación que WikiLeaks le prestó a Snowden es pública y notoria, porque durante los cuarenta días en que Snowden estuvo encerrado en la zona de tránsito del aeropuerto de Moscú, en un limbo diplomático, la única información que se tenía de él era la que revelaba WikiLeaks a través de sus comunicados. Pero no he leído muchas declaraciones de Snowden agradeciéndole a WikiLeaks o reconociendo que la ayuda de WikiLeaks fue crucial para que él pudiera preservar su libertad. ¿Es una cuestión de ego, o él no quiere quedar muy pegado a una organización que es tan atacada por Estados Unidos como WikiLeaks?
–Snowden ha hecho un reconocimiento público muy claro. Dijo que somos la organización más valiente, y agradece mucho nuestra protección y demás. Fue una declaración muy fuerte. Pero usted tiene razón.
–Una declaración fuerte hubiera sido entregarle algunos documentos para que WikiLeaks los publicara.
–No quiero hablar directamente de nuestras fuentes, pero no llevó información a Rusia. Nosotros le aconsejamos que no lo hiciera. Sí cuestiono las decisiones tomadas por las personas a quienes Snowden les confió el material (el entonces columnista de The Guardian, Glenn Greenwald; la documentalista alemana, Laura Poitras; y el periodista del The Washington Post, Barton Gellman). Snowden hizo una o dos declaraciones fuertes. Uno podría preguntarse por qué sólo fueron una o dos.
–Pero el metamensaje que le llega a la gente es que Snowden publica con los diarios y no con WikiLeaks, o sea que WikiLeaks es innecesario.
–Bueno, le sacaron sus materiales. Entendemos que él quería hacerlo con nosotros, pero le dijeron que estaba bajo una vigilancia tan intensa en la embajada que sería problemático hacernos llegar la información.
Pero WikiLeaks sigue siendo más seguro que The Guardian y The Washington Post, y realizó varias filtraciones estando usted encerrado en la embajada.
–Así es. Era mentira que no podían hacernos llegar los documentos de manera segura. Pero la gente que le mintió a Snowden tenía razones para hacerlo.

–En los últimos dos años que usted pasó en esta embajada, ¿qué ha cambiado en el mundo de la vigilancia masiva?

–Nada ha pasado. Mejor dicho, sigue creciendo, pero el crecimiento se va acelerando constantemente en los últimos diez años. Lo que ha cambiado es nuestra percepción de lo que está pasando. El cambio de percepción es que ahora la gente que está afuera de la industria masiva electrónica, empieza a ver lo que hace la industria de vigilancia masiva electrónica de la misma manera que lo vemos nosotros, que es que este sistema de vigilancia masiva transnacional basada en la alianza de los cinco ojos de países cristianos de habla inglesa (Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Australia y Nueva Zelanda) ha alcanzado un nivel sin precedentes de capacidad de vigilancia, a tal punto que es más que simplemente un fenómeno tecnológico para ser estudiado, más bien es un hecho geopolítico que afecta las estructuras evolutivas de nuestra civilización. En la industria de la inteligencia, esa vigilancia masiva durante años se ha llamado “vigilancia estratégica”, del mismo modo que los sistemas de armas nucleares se llaman “armas estratégicas” porque afectan las relaciones de poder entre continentes y civilizaciones. Cuando Estados Unidos, por ejemplo, está interceptando el 98 por ciento de todas las telecomunicaciones entre América latina y el resto del mundo, eso tiene consecuencias estratégicas en la relación entre estas dos civilizaciones: Estados Unidos y América latina.
–Usted ya me había anticipado esto en nuestra última entrevista, hace casi dos años, pero me costaba creerle. Las revelaciones de Snowden le confirmaron al mundo todo lo que usted había anticipado.
–Entre los documentos de la NSA (siglas en inglés de la Agencia de Seguridad Nacional) que filtró Snowden hay diagramas que muestran exactamente eso: que la NSA intercepta el 98 por ciento de las llamadas que salen de Latinoamérica. Desde una perspectiva más amplia, mirando a todo el mundo, los cinco continentes, el porcentaje de comunicaciones que Estados Unidos alcanza a interceptar también se acerca al 98 por ciento.
–Leyendo sus últimos trabajos, vemos que los dueños de las grandes empresas de Internet, a pesar de su imagen rebelde y su discurso libertario, son parte de este sistema de vigilancia y colaboran activamente con el gobierno estadounidense.
–Formalmente son parte de lo que Estados Unidos llama su base industrial de defensa. Esas compañías cumplen tareas especializadas para la maquinaria bélica estadounidense. Google, en particular, forma parte de la base industrial de defensa.
–Suena engañoso, porque una cosa es un general en uniforme militar tratando de ganar una guerra, y otra cosa es ser un actor clave en el complejo militar industrial vistiendo vaqueros y zapatillas, y diciendo que está a favor de la paz y el amor.
–Si uno observa el gran cambio después de la Segunda Guerra Mundial, lo más importante es que a partir de la informatización del gobierno y la industria, el grado de flexibilidad con que las organizaciones se organizan ha aumentado significativamente. Antes estaba muy claro qué era parte del gobierno y qué no era parte del gobierno. Ahora, la distinción se volvió borrosa. Ya no hay extremos claros en las estructuras organizativas y los ecosistemas son más fluidos. Por ejemplo, más del 80 por ciento de la NSA es manejada directamente por contratistas de industria privada. Y esta cifra no incluye subcontratistas y empresas privadas que trabajan indirectamente para la NSA.
–Bueno, Snowden trabajaba para un contratista privado de la NSA y ya vimos el nivel de acceso a documentos secretos que tenía.
–Sí.

sábado, 4 de octubre de 2014

Entrevista con Julian Assange. Parte V: Brasil - Por Santiago O´Donnell





–Yo pensaba que las empresas, cuando crecen mucho, se hacen multinacionales y dejan de tener fronteras. Pero las filtraciones de WikiLeaks me demostraron que la embajada estadounidense considera como propias a estas multinacionales y las defiende como cuestión de Estado.
–No es tan así. Dejan de ser actores nacionales. Esta es la trayectoria para todas las empresas de Occidente: a medida que crecen, crecen las posibilidades de que el gobierno se convierta en un cliente y la empresa le venda sus productos al gobierno. También buscan oportunidades en el mercado exportador y quieren asistencia para entender cómo funcionan esos gobiernos y mercados extranjeros y quieren poder de negociación para competir en igualdad de condiciones, o a veces desde una posición ventajosa por la oportunidad de explotar un mercado extranjero. Entonces llaman a sus contactos en el gobierno. En Estados Unidos, eventualmente eso lleva a una fuerte relación entre la gran empresa y el Departamento de Estado, que actúa como su informante, provee inteligencia sobre mercados extranjeros y actúa como su negociador. Pero nada es gratis. Entonces las empresas entran en una relación de quid pro quo con el gobierno. Pero después pasa algo más importante, que es que los ejecutivos más importantes de la compañía ingresan a los mismos círculos sociales que los grandes actores del gobierno. Mandan a sus chicos a las mismas escuelas, forman parte de sus directorios, sienten que comparten el mismo destino. Y eso no eso sólo nacional, porque empresas como Bank of America, Google, son empresas que en su estructura dirigencial están basadas en Occidente. No sólo en Estados Unidos sino en el Reino Unido, a veces Francia, y se extienden a lo largo de Occidente. Entonces, Occidente se une como civilización y sus empresas multinacionales tienden a no estar basadas exclusivamente en uno solo de esos países, se extienden por todo Occidente, sobre todo en países de habla inglesa.
–Pero el Cablegate mostró que la embajada estadounidense defiende como propias a empresas multinacionales como Monsanto. ¿Los otros gobiernos de Occidente también defienden a Monsanto o a Google como propias?
–No, defienden como propias a las empresas que basan la mayoría de sus operaciones en su país, y Google y Monsanto están centradas en Estados Unidos. Pero le voy a dar un ejemplo: Suecia es uno de los exportadores de armas más grande de mundo. Está cabeza a cabeza con Israel como mayor exportador de armas en relación con el tamaño de su población. Y produce algo llamado avión caza Gripen. El avión caza Gripen es fabricado por una empresa llamada Saab, que está controlada por la familia más poderosa de oligarcas suecos: la familia Wallenberg. Brasil recientemente decidió una compra de aviones Gripen...
–En lugar de comprar aviones estadounidenses...
–Eso fue lo que dijo la prensa internacional. Pero los aviones estadounidenses habían quedado fuera de competencia desde hacía mucho tiempo. La verdadera opción era el avión francés, el Rafale. Las presiones eran muy fuertes y Dilma tenía que decidir, entonces se dijo que había elegido al Gripen por encima del Boeing F-18, pero esa decisión ya había sido tomada mucho tiempo antes. Era el Gripen sueco o el Rafale francés producido por Dessault. En los cables aparece una discusión dentro del Departamento de Estado acerca de la conveniencia o no de apoyar la compra del Gripen, porque podría competir con ventas del F-35 de Lockheed-Martin, y la conclusión fue que las ventas de Gripen son buenas para Estados Unidos porque el 51 por ciento del caza Gripen se fabrica en Estados Unidos, incluyendo el motor y el sistema de armas. Aquí podemos ver la consecuencia de la alianza militar y de inteligencia entre dos países. Significa que la integración militar-industrial entre Suecia y Estados Unidos es tal que Estados Unidos quiere que haya ventas de lo que aparentemente es un caza sueco, pero en realidad es un caza estadounidense porque la mayoría de sus componentes (51 por ciento) es de ese país.
–¿Y por qué Dilma, después de las revelaciones de Snowden (sobre cómo Estados Unidos espía a Brasil), compra aviones con mayoría de componentes estadounidenses, en vez de optar por una tecnología aparentemente más independiente, como sería la francesa?
–Es una pregunta muy interesante. Históricamente, durante muchos años, las grandes empresas de armamentos como Saab, que produjo aviones Gripen en las dos guerras mundiales, han estado coimeando a gente en todo el mundo para vender sus productos. El último escándalo fue en 2011, cuando intentaron coimear al gobierno sudafricano para vender sus cazas, pero el asunto se hizo público y la venta se cayó. Este año hubo un referéndum en Suiza para decidir si compraban o no esos aviones. El referéndum salió en contra de la compra, pero se supo que los suecos habían usado su embajada en Suiza para canalizar influencias que pudieran afectar el resultado de ese referéndum. Se puede especular si hubo coimas privadas, pero también hay coimas públicas: de todo el dinero que se le va a pagar a Suecia (4500 millones de dólares), más de mil millones deben volver a Brasil en subcontratos con la industria privada brasileña.
–Entonces, los suecos le ofrecieron a Dilma un paquete más atractivo que los franceses.

–Puede ser un poco las dos cosas. Es posible que sea mejor negocio y también que hayan existido coimas. El avión sueco es mucho más barato que el francés, pero no es un avión muy bueno. Y la presión de Estados Unidos es casi nula comparada con una compra de aviones franceses. Pero, desde el punto de vista geoestratégico, es una movida extraña. El Gripen será bueno para atacar a la Argentina, pero prácticamente no sirve para otra cosa. ¿Qué pasa si Brasil quiere usar ese avión para atacar a Colombia? Todos los repuestos del avión provienen de Estados Unidos, Suecia está muy alineado geoestratégicamente con Estados Unidos y todo el asunto lo controla una sola familia, la familia Wallenberg, cuyos intereses están estrechamente ligados a Estados Unidos. Y Colombia es el principal aliado militar de Estados Unidos en Sudamérica. O supongamos que Brasil quiere usar el avión en una disputa vinculada con un colapso de gobierno en uno de los protectorados británicos en el Caribe. Suponiendo que esa acción pone a Brasil en conflicto con Gran Bretaña, otras partes del Gripen –como el sistema de radares y el asiento eyectable– provienen de Gran Bretaña, y por supuesto Gran Bretaña es el principal aliado de Estados Unidos. Entonces no es un avión que pueda ser usado en muchos casos. No se pueden conseguir repuestos en el mercado libre, como sí se consiguen para el avión francés.