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lunes, 8 de abril de 2013

Fábula real - Por Santiago O’Donnell


Empezó como un cuento infantil, como una fábula soñada, pero terminó en pesadilla. Tanto es así que el jueves pasado el canciller español salió a pedir que se termine rápido porque le hace daño a la imagen del país.

Había una vez una princesa y un campeón. Se conocieron en las olimpíadas de Atlanta en 1996. El, Iñaki Urdangarín, era alto, rubio, pintón, estrella de handball del Barcelona, en su primera participación olímpica como integrante de la selección española. Ella, Cristina Federica Victoria Antonia de la Santísima Trinidad de Borbón y Grecia, la infanta Cristina, era la segunda hija del rey de España. Rubia también, menuda, linda, sonrisa ancha y cejas fuertes, había sido la abanderada del equipo español en las olimpíadas de Seúl de 1988, donde le había tocado participar como suplente del equipo de yachting clase 470.

Se hablaron por primera vez en una fiesta durante la competencia y parece que hubo flechazo: dicen que no volvieron a separarse. Nueve meses más tarde la casa real blanqueaba el romance con un anuncio de matrimonio y el 4 de octubre de 1997 se casaban en la catedral Santa Eulalia ante 1500 invitados, incluyendo representantes de cuarenta casas reales y pasaron a llamarse duques de Palma. Tuvieron cuatro hijos. El tuvo dos olimpíadas más con la selección de balón mano, y en ambas se alzó con medallas de bronce. Ella no volvió a competir a nivel olímpico, pero siguió siendo una entusiasta deportista, sobre todo de la náutica, el squash y el esquí.
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Hasta ahí la parte linda. Después pasó lo que pasó. El campeón y la princesa terminaron imputados por estafas, fraude, evasión y malversación de fondos. La investigación en curso determinó que una fundación presidida por el duque, supuestamente sin fines de lucro, captaba fondos públicos y los derivaba a una oscura empresa privada cuya propiedad compartían el duque y la duquesa. El duque fue imputado en diciembre del 2011 y la cosa no pasó a mayores porque era algo esperable, dadas las pruebas que se venían acumulando en la causa judicial. Dos semanas antes, el rey había apartado al duque de Palma de todas sus funciones oficiales por su conducta “no ejemplar”. Cuando imputaron al duque, el rey declaró que no quería privilegios para la familia real y que confiaba en lo que resolviera la Justicia. Un mes más tarde borraron el perfil del duque de la página web de la familia real.

Después de soltarle la mano al duque, la Casa Real salió a defender a la hija del rey el jueves, apenas conocida su imputación. En un comunicado, expresó su “sorpresa” por la medida judicial y pidió que se respete la presunción de inocencia de la duquesa. El comunicado armó un revuelo político. El Partido Socialista Obrero Español, principal fuerza de oposición, hizo saber a través de una portavoz que no consideraba feliz el comentario real y pidió que no se presione a la Justicia. A su vez, el presidente Mariano Rajoy buscó bajarle los decibeles al asunto tras la alarmista declaración de su canciller, que había alertado sobre un presunto daño a la imagen de España por la imputación a la duquesa. “No es cuestión de manifestar el estado de ánimo de nadie” corrigió a su canciller. “Respetamos a la Justicia y la presunción de inocencia.” El viernes, el príncipe Felipe, heredero directo del rey, mandó un mensaje de apoyo a los jueces en una jura de nuevos magistrados, como para matizar el comunicado de “sorpresa” que el Palacio de la Zarzuela había emitido el día anterior. “Los miembros de la carrera judicial sois merecedores de mi mayor confianza”, dijo Felipe.

Para entonces el juez de la causa había aceptado aplazar la indagatoria de la duquesa, habida cuenta de que el fiscal había apelado la imputación, al no estar de acuerdo con los argumentos y la valoración de la prueba que había hecho el juez.

El caso no es sencillo. Además de involucrar a los duques de Palma, involucra también a un ex socio del duque y a la esposa del ex socio. El ex socio sintió que le iban a echar el fardo y prendó el ventilador. Perdido por perdido, con su esposa imputada desde el primer día, igual que él, el ex socio procedió a enviar al juzgado, en siete entregas espaciadas cada cuatro o cinco meses, miles de correos electrónicos que involucraban al duque, a la duquesa, a funcionarios de la Casa Real y hasta al mismo rey en distintas gestiones y conversaciones que demostrarían un conocimiento de la operatoria que manejaban el duque y su ex socio.

El caso también involucra a importantes políticos del gobernante Partido Popular en Islas Baleares y Valencia, responsables de haber entregado fondos públicos a la fundación del duque, llamada Fundación Nóos. Esos políticos han declarado que entregaron el dinero sin preguntar demasiado simplemente porque detrás de la fundación estaba el yerno del rey. Pero hay más. El tesorero de la fundación, que también figura como imputado en la causa, es un funcionario a sueldo de la casa del rey que actúa como secretario de las dos hijas del monarca español. Además, la propia duquesa de Palma ocupaba una vocalía en el directorio de la fundación. La duquesa argumenta que su puesto era simplemente decorativo, pero algunos correos sugieren que entre su marido y su secretario la mantenían informada de al menos parte de lo que pasaba en la fundación.

Que el rey hizo gestiones en favor de la fundación creada en el 2003 está fuera de disputa. También, que el rey fue quien obligó al duque, a la duquesa y al secretario a abandonar la fundación en el 2006, después de que la oposición preguntara en el Congreso de Baleares por los fondos enviados a la institución que presidía el duque.

A los pocos meses de irse de la Fundación Nóos el duque abrió otra fundación y, según los mails, al principio volvió a contar con el apoyo del rey, que aportó contactos para cerrar negocios. Esa fundación duró menos de un año y otra vez fue el rey quien habría presionado por su cierre. Desde entonces la duquesa continúa con su trabajo diario en la fundación La Caixa de Barcelona, el mismo que viene haciendo desde 1993, mientras el duque se queda en su casa, prepara su defensa y cría a sus hijos. En cada presentación judicial del duque, docenas de españoles, aquejados por la peor crisis económica de los últimos tiempos, descargan su bronca. Dicen que el dinero público robado por la banda del duque podría haberse usado para evitar recortes presupuestarios o para recuperar empleos perdidos.

Aunque ahora el ex socio amaga con mostrar correos revelando supuestas infidelidades del duque de Palma, aunque ahora el rey le puso un abogado a su hija para despegarla judicialmente de su marido, la princesa abanderada sigue firme junto al campeón de balón mano. Los voceros de la realeza aseguran que no hay crisis matrimonial y que a ella ni se le ocurre separarse. El viernes, tras ser imputada la tarde anterior, partió a trabajar en un auto sin vidrios polarizados y entró a la fundación caminando por la puerta principal (foto), en vez de escabullirse por el portón del garaje. La pesadilla continúa. Para ella, sí, porque la miran y sospechan y porque pescaron a su marido. Pero más aún la pesadilla continúa para todos los españoles hartos de corrupción, que ahora se ven estafados por su propia monarquía, cada vez un poquito más, al ritmo de las nuevas revelaciones.
Publicado en Página/12 el 7 de abril de 2013
Imagen: EFE

lunes, 1 de abril de 2013

Chipre - Por Santiago O’Donnell


Chipre es una pequeña isla del Mediterráneo de unos 170 por 40 kilómetros aproximadamente, ubicada en Asia Menor, a unos cien kilómetros al sur de Turquía y unos 480 al este de las islas de Grecia. Desde la guerra civil de 1974, un tercio de la isla, la parte norte, es ocupado por la República Turca del Norte de Chipre, Estado que sólo reconoce Turquía. Los otros dos tercios de la isla pertenecen a la llamada República de Chipre, que forma parte de la Unión Europea (UE) y está ligada históricamente a Grecia. Esa parte no turca no llega al millón de habitantes y es uno de los países más pequeños de la UE, tanto en población como en superficie y en producción económica.

Como Malta y Luxemburgo, los otros países chiquitos de la UE, Chipre es un paraíso fiscal. Sus bancos pagan tasas de interés más altas que otros países, casi no se cobran impuestos y nadie hace demasiadas preguntas. Por eso atraen millones de euros provenientes de otros países. En el caso de Chipre, por una cuestión de cercanía, se trata de uno de los paraísos fiscales preferidos de los inversores rusos, que constituyen su principal clientela, con 3200 millones de dólares en depósitos. El sector financiero de Chipre maneja ocho veces más dinero que el producto bruto interno del país. Es el motor económico de la isla.
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Al menos así estaban las cosas hasta hace un par de semanas, cuando el sistema colapsó por la crisis europea, especialmente la debacle griega. Los bancos chipriotas tenían demasiado dinero invertido en ese país. Durante casi todo el año pasado el Banco Central Europeo fondeó al segundo banco de Chipre, que estaba completamente quebrado. Finalmente, el 16 de marzo, le cortaron el chorro. Entonces el gobierno puso un corralito para frenar la corrida, ya que el primer banco de Chipre tampoco estaba mucho mejor y, entre los dos, manejaban dos tercios de los depósitos de toda la banca chipriota.

Los depósitos quedaron congelados, los bancos cerraron y los ahorristas apenas podían sacar unos poco euros por día de sus cajeros automáticos, entre 100 y 300 según el banco, mientras el gobierno negociaba un rescate. Fueron a hablar con la llamada “troika” que maneja estos asuntos, un triunvirato formado por el Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional. Las imágenes de ahorristas enfurecidos rodeando a los bancos y gritando insultos (foto)hicieron recordar lo que pasó acá en el 2001, aunque en Chipre todavía no se han registrado escenas de vandalismo.

La postura de la troika con el pequeño país fue mucho más dura de lo que había sido con otros países que recibieron rescates desde que la crisis financiera estalló en Europa en el 2008. Además de las habituales medidas de austeridad y recortes presupuestarios, Bruselas le exigió a Nicosia que les aplique a todos los ahorristas del país una quita de sus depósitos de entre el 30 y el 40 por ciento. Ese plan fue rechazado por la Legislatura chipriota el viernes pasado y miles de personas salieron a la calle a protestar, mientras los bancos seguían cerrados, el dinero en los cajeros automáticos se agotaba sin que nadie lo reponga y la economía se derrumbaba porque nadie quería gastar.

A principios de esta semana apareció el plan B. Para acceder a un rescate de 10.000 millones de dólares, la zanahoria salvadora que ofrece la troika, y para evitar que el costo recaiga en los pequeños ahorristas, es decir la clase media y la trabajadora, el gobierno de Chipre debió hacer otras concesiones. Según el nuevo plan, el segundo banco de Chipre debe cerrar y sus grandes ahorristas e inversores perderán todo o casi todo, mientras que los pequeños ahorristas con cien mil euros o menos pasarán al primer banco de Chipre. En este banco los pequeños ahorristas de menos de cien mil euros tampoco sufrirán penalidades, pero a los depósitos que excedan esa cantidad sufrirán quitas del 37,5 por ciento. El mismo esquema de quitas se aplicará a los demás bancos del país.

El jueves reabrieron los bancos. Los depósitos siguen congelados, las operaciones de todo tipo están muy restringidas y las extracciones diarias siguen limitadas a pequeñas cantidades. Sin embargo, no se registraron incidentes ni escenas de pánico. El viernes, el presidente de Chipre dijo que su país no abandonará el euro y que tendrá que hacer un fuerte ajuste, pero se ilusionó con que no haga falta recortar sueldos en el sector público.

A pesar de la relativa tranquilidad demostrada por los ahorristas chipriotas, queda claro que la solución aplicada está muy lejos de ser la solución definitiva. Más que dar respuesta a la crisis abre una serie de interrogantes, no sólo sobre porvenir de Chipre, sino sobre el futuro de toda Europa.

Para hacerse una idea de lo que está en juego para Europa en esta pequeña y remota isla del Cercano Oriente basta decir que un importante funcionario holandés, nada menos que el presidente de los ministros de Finanzas de la Eurozona, salió a decir que la solución alcanzada en Chipre es un modelo para futuros rescates en Europa. Dijo que hasta ahora los rescates los pagaban los contribuyentes con sus impuestos porque eran los gobiernos los que tomaban los préstamos para inyectar liquidez en los bancos. A partir de la crisis de Chipre, los inversores y grandes ahorristas que arriesgaron para conseguir mejores dividendos en paraísos fiscales tendrán que asumir también una parte del costo, explicó el funcionario europeo.

La reacción no se hizo esperar. El primero en salir a cruzarlo fue el presidente español Mariano Rajoy, quien declaró enfáticamente que el caso de Chipre es único y excepcional. España viene bregando para que la troika rescate directamente a sus bancos sin que ese rescate se incorpore a la deuda pública del país. Con el apoyo de Italia y Francia, y en contra de la austeridad que impulsa Alemania, España había conseguido que el Eurogrupo apruebe este mecanismo de ayuda directa a los bancos en una reunión de ministros de Finanzas dos meses atrás.

Temiendo que los grandes ahorristas busquen horizontes más seguros en el norte de Europa para evitar grandes quitas, y que los pequeños ahorristas saquen su dinero también, para evitar caer en un corralito, los países más golpeados por la crisis como Grecia, Portugal, Irlanda, Italia, Bulgaria y Eslovenia se sumaron a España y lograron que los principales funcionarios políticos y económicos de la Eurozona expresaran su desacuerdo con los dichos del funcionario holandés, haciendo notar que cada país es un mundo en sí mismo.

Visto desde acá, el problema sigue siendo el mismo desde el comienzo de la crisis, más allá de cómo se pagan los platos rotos. Como vivimos acá, los programas de austeridad y el corset de la moneda única generan un círculo vicioso que aborta cualquier intento de reactivación. Por más que los deberes se hagan bien, los rescates, blindajes y megacanjes de deuda se diluyen en una espiral recesiva que provoca la necesidad de nuevos rescates. En Chipre todavía no llegó el rescate y ya se está hablando de un segundo rescate para pagar el costo devastador que tendrán las condiciones acordadas para el primer rescate en la economía de la isla.

Cómo se generó el agujero y cómo se reparte el costo de cerrarlo, no es un tema menor. Según como se mire, la deuda puede ser de los bancos, de los ahorristas, de los contribuyentes, de los gobiernos o de las instituciones multilaterales, en distintas proporciones y combinaciones.

Pero mientras se evite la discusión de fondo sobre cómo se regulan los mercados financieros, qué se hace con los paraísos fiscales y cómo se estimula el crecimiento económico en los países endeudados, las distintas fórmulas, recetas o planes serán meros parches para aguantar hasta el próximo ataque especulativo.

Por eso la izquierda de Tsipras en Grecia o el movimiento de indignados que articuló Grillo en Italia aparecen como alternativas con posibilidades reales de alcanzar el poder. No porque tengan la solución, que no la tienen, sino porque proponen una alternativa al capitalismo materialista, consumista y competitivo, un cambio de paradigma basado en valores como la honradez y la transparencia y la búsqueda del bien común. Porque los banqueros serán siempre banqueros, pero en democracia, los que deciden en última instancia son los representantes de los pueblos. En Chipre, en Europa y en todo el mundo, la responsabilidad de los gobernantes es cumplir el mandato de poner las cosas en su lugar.
Publicado en Página/12 el 31 de marzo de 2013