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sábado, 28 de febrero de 2015
Pobre Venezuela - Por Santiago O´Donnell
En sus 36 meses como presidente de Venezuela Nicolás Maduro lleva denunciados 18 intentos de magnicidio, en su mayoría iniciados en Estados Unidos y Colombia, aunque también habría habido al menos uno originado en Ecuador y otro que ocurriría en Costa Rica. O sea uno cada dos meses durante dos años y medio, según constató el sitio de notcias colombiano NTN24 en una infografía que aquí reprodujo el sitio de Infobae. Yo hubiera pensado que habían sido más.
Pero, claro, a eso habría que sumarle una cantidad igualmente importante de denuncias que viene haciendo el presidente venezolano de golpes de estado duros, blandos y semiduros, algunos originados en Colombia y otros en Estados Unidos. Como la de la semana pasada, golpe duro originado en Estados Unidos, cuyos ejecutores serían unos oficiales aeronáuticos_un general, un coronel, un mayor, un capitán y seis tenientes_hoy presos o prófugos, que habrían planeado bombardear el palacio de Miraflores y de paso tomar el poder. Pobre Maduro.
Pobre Venezuela. Porque estas denuncias se pagan caro. Los líderes de la oposición están casi todos presos o a punto de caer.
Isaías Baduel, aquél general leal que restituyó a Chávez en el poder en el 2002, después del último intento de golpe probadamente serio (el antecedente inmediato se remonta a 1992 y los intentos de Hugo Chávez y Hernán Grüber Ordeman contra Carlos Andrés Pérez), luego jefe del Ejército y luego ministro de Defensa del líder bolivariano, luego caído en desgracia y luego jefe partidario opositor, hoy pùrga una condena de ocho años por supuestos delitos de corrupción durante su paso por el ministerio de Defensa.
Leopoldo López, un ex alcalde de Chacao, la parte rica de Caracas, y líder de la oposición más dura, está preso desde el año pasado bajo cargos de terrorismo, homicidio e incendio de edificios públicos luego de liderar en febrero del año pasado una protesta masiva, desafiante y mayoritariamente pacífica, protagonizada por grupos estudiantiles, que fue duramente reprimida por fuerzas estatales, incluyendo varios asesinatos que fueron captados en fotos y videos, e instancias de violencia callejera y torturas en comisarías documentadas por Human Rights Watch (HRW), la organización mundial por los derechos humanos basada en Nueva York.
La otra líder de esas protestas, María Corina Machado, sigue libre pero al parecer no por mucho tiempo. Primero la mayoría automática chavista en la Asamblea Nacional la echó de su banca porque Machado se había presentado en la Asamblea de la OEA bajo el auspicio de Panamá para denunciar la represión de los estudiantes pero no la dejaron hablar. Después la acusaron de asesinato por uno de esos tantos complots de magnicidio. El gobienro mantiene la acusación aunque ya se comprobó que está basada en un montón de emails truchos fabricados por agentes del servicio de inteligencia venezolano, Sebin. Se trata del mismo servicio que abrió fuego contra los estudiantes, según confesara el propio Maduro por cadena nacional.
Según el presidente de la Asociación de Alcaldes de Venezuela, el chavismo abrió procesos judiciales contra 33 de los 77 intendentes opositores que fueron electos en el último comicio, en diciembre de 2013. Sólo Henrique Capriles, el líder del sector opositor más moderado, parece a salvo por el momento aunque más no sea porque el gobierno de Maduro necesita al menos un interlocutor con quien se pueda pelear.
El último caso es el de este otro señor, el alcalde mayor de Caracas, Antonio Ledezma, que fue arrancado de su oficina a los golpes la semana pasada por agentes de la Sebín, acusado conspiración, supuestamente por haberse complotado con los aviadores. Dos días después de la detención, el vicepresidente venezolano, Jorge Arreaza, esgrimió como prueba de la participación de Ledezma en el complot, el hecho de que Ledezma había firmado un comunicado llamando a un Acuerdo Nacional que derive en la formación un gobierno de transición para salir de la crisis económica en la que se encuentra el país. Los otros dos firmantes son Leopoldo López y Corina Machado. López ya estaba preso. Por eso decía que parece que Machado está al caer.
En referencia al comunicado, acepto que quizás sea aventurado expresarse de esa manera en la Venezuela de hoy. Hablar de transición, de Gran Acuerdo, de crisis económica, sobre todo viniendo de quien viene, bien puede interpretarse como un cascoteo del rancho poniendo cara de yo no fui. Pero cómo no entender a los autores cuando la economía venezolana es un desastre. No es que anda mal, es un verdadero desastre. Olvidate que el más de sesenta por ciento de inflación anual es un récord mundial, la cifra no debería asustar si fuera el combustible que dispara una economía en llamas, pero el año pasado el PBI venezolano cayó el cuatro por ciento. Claro que no ayuda la caída del precio del petróleo, pero tampoco ayuda que la dependencia de la economía venezolana en la industria del petróleo haya crecido del 86% al 96% en la última década. Tampoco ayudan el contrabando y la especulación. Pero es difícil frenarlos cuando hay control de cambio y todo cuesta más y se paga mejor cruzando la frontera. Resultado: escasez, bronca y largas filas de madrugada para comprar lo poco que se vende en las góndolas semivacías de los supermercados.
Está bien, está bien, tampoco vamos a ignorar los logros sociales de la revolución, la inclusión de millones de venezolanos a través de las misiones de salud y educación, el haber alcanzado las metas del milenio en nutrición infantil y la mejora notable en el índice GINI de igualdad. Ni hablar del impulso a la integración regional que motorizó el primer chavismo. También damos por bueno que otros gobiernos bolivarianos de retóríca antiimperialista, el de Evo Morales, sin ir más lejos, manejan economías que funcionan bien, incluso muy bien.
Pero estamos hablando de Venezuela y estamos hablando de ahora. Entonces digo que tampoco estaría mal que Venezuela no fuera el segundo país más violento del mundo, con un promedio de 86 muertos cada cien mil habitantes, tasa sólo superada por Honduras. Con narcotráfico, crimen organizado, milicias, guarimbas, colectivos armados, patotas motorizadas, policías y agencias de inteligencia descontroladas, muchos de los cuales fueron inspirados, provocados, cooptados, tolerados o ignorados por el actual gobierno.
Encima, con un gobierno que viene con una falla de legitimidad de origen, ya que es fruto de un período de transición durante el cual se le quiso hacer creer al país que estaba siendo gobernado desde La Habana por un presidente, Hugo Chávez, que no daba señales de vida y mucho menos de lucidez mental, pero que aparentaba firmar decretos y dar órdenes a través de presuntos interlocutores, entre ellas la de nombrar como presidente interino a Maduro cuando la constitución claramente decía que el cargo le correspondía al presidente de la Asamblea, Diosdado Cabello. El problema se tapó después del anuncio de la muerte de Chávez con una elección en la cual Maduro, aún sacando provecho del efecto duelo y exprimiendo el cadáver de Chávez al máximo mediante diálogos con pajaritos que encarnarían el alma del desaparecido comandante, apenas pudo ganar por el uno y pico por ciento. Y eso que según la constitución, la constitución bolivariana, la constitución de Chávez que sigue vigente hoy, a Maduro ni siquiera le correspondía haber sido candidato porque al haber sido el mandatario provisorio que convocó las elecciones por fallecimiento del mandatario electo, no tenía derecho a presentarse, estaba inhabilitado.
Eso sí, el Tribunal Supremo, copado por el chavismo mediante una ampliación trucha de la corte al mejor estilo menemista, avaló todo lo que Maduro, los hermanos Castro y la familia de Chávez le pusieron por delante, incluyendo, claro, la candidatura del actual presidente.
Todo esto pasó hace dos años y medio. En ese entonces anticipé que esas trampas y manipulaciones a la larga o a la corta podrían costarle a Maduro porque habían oradado su legitimidad. Ese texto y alguna de sus derivaciones me llevaron a perder el lugar que había ocupado como columnista dominical en Página 12 durante algo más de seis años seguidos. Ahora aparece el ex jefe de Seguridad de Chávez, Leamsy Salazar, para decir que Chávez murió dos meses antes de lo anunciado y que funcionarios venezolanos le falsficaron la firma con la anuencia de sus familiares. Salazar no es un soldado cualquiera. Había sido elogiado por el mismísimo Chávez en "Aló Presidente" por aparecer en una foto ondeando una bandera venezolana en la terraza de su regimiento tras el fallido intento de golpe del 2002. Cuando se murió Chávez, Salazar pasó a trabajar como jefe de seguridad de Cabello. Hace tres semanas se escapó a Estados Unidos, desde donde contó lo que se habría hecho con el cuerpo y la firma de Chávez. Dijo también que Cabello, un ex militar con fuerte predicamento en las fuerzas armadas venezolanas, dirige una red de narcotráfico. Lo dijo cuando la cantidad de escándalos de militares venezolanos vinculados con el tráfico de cocaína no para de crecer. No parece casual que las revelaciones de Salazar coincidan con los rumores golpistas más recientes y con la última ola represiva del régimen.
Al mismo tiempo el problema de la violencia institucional se agravó con la actitud complaciente de los organismos multilaterales y de derechos humanos de la región tras la brutal represión de las protestas estudiantiles del año pasado. Primero se pasaron un mes sin decir nada o diciendo casi nada. Después condenaron tibiamente la violencia y al mismo tiempo expresaron preocupación por la enésima denuncia de presunto golpismo, como si una presunta amenaza de una presunta conspiración fuera equiparable con una represión palpable que dejó muertos nada presuntos. Después, los cancilleres de Unasur convocaron a un encuentro entre el gobierno y la oposición que sirvió para aplacar la violencia, calmar los ánimos, mirarse las caras y abrir canales de diálogo, pero que se desinfló sin haber alcanzado acuerdos duraderos en cuanto los cancilleres abandonaron Caracas.
A partir de entonces, salvo contadas excepciones como HRW, Amnistía Internacional y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, los demás observadores internacionales parecieron olvidarse del tema. No hubo misiones de seguimiento de la OEA o relevamientos in situ de la CELAC. La Unasur demostró ser mucho más eficiente como guardían de la democracia que como protector de los derechos humanos. Hasta el día de hoy ni el gobierno ni la Fiscalía General de Venezuela informaron los nombres de los 17 agentes que dicen haber detenido por "violaciones a los derechos humanos" durante las protestas, ni los cargos que enfrentan, ni dónde están alojados.
Entonces Maduro se envalentonó. El mes pasado el ministerio de Defensa venezolano adoptó una resolución para guiar la contención de la protesta social que incluye el “uso de la fuerza potencialmente mortal, bien con el arma de fuego o con otra arma potencialmente mortal”, como último recurso para “evitar los desórdenes, apoyar la autoridad legítimamente constituida y rechazar toda agresión, enfrentándola de inmediato y con los medios necesarios”. Dicha doctrina fue estrenada este mes, en una protesta estudiantil en el estado de Táchira para recordar las del año pasado, en la cual un chico de 14 años fue muerto por un balazo en la cabeza disparado por un policía venezolano. Tanto la doctrina de uso de fuerza mortal como la muerte del adolescente fueron denunciados por HRW y por el Centro de Estudios Legales y Sociales de Argentina, el CELS, que esta vez actuó con más reflejos y firmeza que ante la represión del año pasado.
Mientras tanto Estados Unidos arregla con Cuba, Colombia arregla con las Farc, la Unasur da vueltas y Maduro voltea muñecos jugando a los espías. Mientras tanto, los venezolanos hacen cola a las cuatro de la mañana para intentar la compra de un rollo de papel higiénico. Pobre Venezuela. Al menos tengamos un poco de piedad y terminemoslá con el verso.
viernes, 20 de febrero de 2015
Marcha Nisman - Por Santiago O´Donnell
Fue una marcha muy linda, de eso no tengan dudas. En vivo o por televisión fue una marcha masiva, sentida, respetuosa, evocativa. Miles de personas reclamando justicia en medio de tanta corrupción y tanta impunidad. Miles de personas caminando bajo la lluvia exigiendo la verdad sobre la muerte de un fiscal que apareció muerto después de denunciar a la presidenta por encubrimiento del peor atentado terrorista en la historia argentina. Un atentado que 21 años después, seguimos sin saber quienes fueron los culpables. Miles de personas acompañando el dolor de la familia del fiscal Alberto Nisman, quien hace apenas un mes apareció en el baño de su casa con un balazo en la cabeza.
Fue una marcha muy linda, sí, pero al día siguiente Argentina amaneció más dividida, más desunida, más partida.
Triste el título de tapa de mi diario, Página/12: "Bajo el paraguas de la muerte." Triste que en mi diario ninguno de los intelectuales, políticos, magistrados y demás personalidades públicas, incluyendo muchos progresistas, que habían asistido a la marcha convencidos y de buena gana, tuviera una columna de opinión para explicar por qué fue y qué sensación le produjo su participación. Triste leer a una reconocida firma insistiendo con ese verso gastado del "golpe blando" como si no supiera que Cristina llega tranquila y bien al final de su mandato, con la fusta debajo del brazo, por virtudes propias pero también por el aprendizaje democrático de toda la sociedad.
Tan triste como las omisiones de Clarín y La Nación, donde los miembros de las tres agrupaciones que nuclean a las víctimas de los familiares de la AMIA no tuvieron espacio para contar por qué se abstuvieron de participar en la marcha, lo mismo que una mayoría de los cerca de ochenta fiscales del fuero federal, así como numerosos magistrados, intelectuales, políticos y personalidades públicas, incluyendo varios antikirchneristas, que brillaron por su ausencia en dichos matutinos. Triste que en esos medios nadie pudiera argumentar que una marcha a favor de Nisman es también, en buena medida, una marcha en favor del oscuro y hoy vilipendiado agente de inteligencia Jaime Stiuso, porque Stiuso dirigìa a Nisman en la investigación del atentado, según contó el propio juez de la causa AMIA, una investigación que tras casi diez años bajo la conducción de Stiuso-Nisman parece haber avanzado poco y nada.
Entonces uno termina de leer los diarios, termina de escuchar las radios de la mañana después, y ni siquiera necesita llegar al cotorreo de la televisión para ver cómo una marcha opositora disfrazada de marcha de todos se blanquea como marcha de la oposición y recuerda cómo el día anterior, horas antes de la marcha, Crsitina había arengado a la militancia k por cadena nacional, haciendo de cuenta que le hablaba a todo el país.
Y me da pena que una marcha por la verdad que convocó a tantos argentinos de buen corazón oculte tantas verdades.
No me gusta hacer de aguafiestas. Pero no tengo la culpa de que cinco años antes de que Nisman apareciera muerto, Wikileaks me haya confiado una serie de cables secretos del Departamento de Estado estadounidense que demuestran sin lugar a dudas que el fiscal recibía órdenes de la embajada norteamericana y que por lo tanto llevó adelante una investigación incompleta y parcial, provocando la desconfianza e indiganción de decenas de familiares de víctimas de la AMIA que el miércoles eligieron no marchar en honor a su memoria. Tampoco tengo por qué ocultar que en la denuncia que Nisman le hizo a la presidenta no presentó prueba alguna y que dicha actitud es por lo menos irresponsable, más allá de la íntima convicción que pueda tener el fiscal
Tampoco tengo la culpa de que la presidenta haya multiplicado su patrimonio durante su mandato y el de su marido, en sociedad comercial con el principal contratista de obra pública del país, mediante negocios opacos y plagados de conflictos de interés según muestran, también sin lugar a dudas, sus declaraciones juradas ante el Estado y el fisco, provocando la bronca y la irritación de miles de argentinos que eligieron la marcha del miércoles para expresarla. Y tampoco que la presidenta haya engordado la marcha con su actitud grosera de no extender sus condolencias en nombre de todos los argentinos a la familia del fiscal muerto, y que haya engordado la marcha aún más al embarrar la cancha nombrando sospechosos y suspicacias en su página de Facebook, mirando de reojo a las encuestas de opinión.
Y tampoco que una ley de medios consensuada entre los principales académicos expertos en el tema, con amplio apoyo de actores del sector, votada por mayoría holgada de socialistas y radicales además de peronistas federales y kirchneristas, ratificada por la Corte Suprema, con el propósito sano y democrático de poner límite a uno de los principales grupos económicos del país, que ejercía una posición dominante en casi todos nuestros mercados infocomunicacionales, de un extremo al otro de la cadena de producción y emisión de contenidos, hiciera que ese multimedios entre en guerra con el gobierno, y que ponga todo su todavía considerable poder de fuego mediático al servicio del éxito de la marcha, y que luego use ese éxito para golpear y debilitar a su enemigo.
O que al mismo tiempo y en sentido contrario, que el gobierno haya usado esa legislación para entrar en guerra con el Grupo Clarín, y que haya desvirtuado esa ley de medios a través del uso faccioso de su organismo de control y del reparto generoso y antojadizo de la publicidad oficial, para crear su propio multimedios estatal y paraestatal, y que se haya valido de ese multimedios oficialista para ofender y para intentar asustar a los participantes de la marcha, tildándolos de o dando a entender que los consideraba golpistas y narcotraficantes.
O que el gobierno y las grandes corporaciones que lo enfrentan compitan por cooptar magistrados federales con sobres y prebendas y chantajes varios, y que los muchos que se resisten y que honran la profesión sean invisibilizados por los héroes mediáticos de uno u otro bando.
Todo esto y muchas cosas más, que todos sabemos o intuimos pero que a veces no nos animamos a decir, o tan siquiera a pensar, puede ponernos un poco tristes cuando leemos los diarios y escuchamos las radios del día después, y hasta sacarnos de quicio cuando miramos el blah blah blah de los debates por tevé.
Pero no olvidemos que fue una marcha linda, tanto para los que fueron como para los que, por una u otra razón, la seguimos por televisión. Una marcha sentida, generosa y respetuosa, de gente buena en su inmensa mayoría, de argentinos comprometidos con una Argentina mejor. Una marcha que tuvo el noble propósito de exigir verdad, de exigir el fin de la impunidad. O sea, un sinceramiento de las distintas ramas del Estado y de los distintos poderes fácticos, de nosotros, de lo que hacemos, de lo que decimos y de lo que representamos.
Para acortar tanta distancia, más allá de las saludables y respetables diferencias. Para animarnos a cerrar viejas heridas que aún nos duelen y hacen mal.
viernes, 13 de febrero de 2015
Escenarios post Nisman* - Por Santiago O´Donnell
Pasaron tres semanas desde la muerte de Nisman. Las repercusiones siguen marcadas por lo que quiere ocultarse y lo que se quiere mostrar. Una disputa política, mediática y legal entre el gobierno y la oposición, exacerbada por el año electoral.
Por un lado, el gobierno busca ocultar dos
grandes temas. Primero, el haber negociado con un estado negacionista y
violador notorio de los derechos humanos, que se ha manifestado numerosas veces
en favor de la destrucción del estado israelí, un acuerdo jurídico que alivia
de hecho la situación procesal de los principales imputados en la causa AMIA. A
cambio, recibiría supuestos beneficios que permitirían avanzar en la
investigación. Pasaron dos años ya desde la firma del memorándum y en nada
avanzó la causa, sino todo lo contrario. Segundo, que durante la década
kirchnerista las causas de corrupción contra la presidenta y su entorno fueron
rechazadas o cajoneadas en una justicia federal infectada por un sistema de
cooptación de jueces y fiscales a través de sobresueldos y prebendas, chantajes
y carpetazos, orquestado y financiado desde la Secretaría de
Inteligencia, a instancias del ejecutivo. A esto se suma el llamativo
crecimiento en los últimos años del presupuesto de inteligencia militar y el
sostén gubernamental hacia el general César Milani como jefe del Ejército
(proveniente de la rama de inteligencia) ante dos imputaciones serias y
creíbles de que habría cometido crímenes de lesa humanidad durante la última
dictadura. También, la designación, hace dos meses, del operador judicial Juan
Martín Mena en un puesto jerárquico de la Secretaría de Inteligencia.
Por otro lado la necesidad de la oposición
y sus aliados mediáticos y judiciales, de elevar a Nisman al status de héroe
nacional asesinado por atreverse a acusar a la presidenta, oculta otras
verdades incómodas. En principio, que hasta ahora no hay pruebas de que Nisman
haya sido asesinado. Ni de que la presidenta haya encubierto criminalmente a
los verdaderos autores del atentado a la AMIA. Ni de que Nisman haya investigado el
atentado de manera independiente sino que, antes bien. recibía órdenes directas
de la embajada estadounidense de inculpar a los iraníes. Tampoco hay evidencia
de que Nisman haya producido un sólo avance significativo en la causa durante
los casi diez años en que manejó la investigación. Porque una cosa es denunciar
políticamente el acuerdo con Irán y otra es la desprolija denuncia de Nisman,
que causó una conmoción internacional, aunque, al momento de hacerla, no tuvo
eco ni en los gobiernos de Israel y Estados Unidos, ni en la AMIA y la DAIA , ni entre los jueces
Servini de Cubría y Lijo, quienes se negaron a habilitar la feria judicial para
recibirla, aduciendo que no había pruebas suficientes, algo que parece obvio al
leer el escrito del fiscal.
A esto se suma que la familia del fiscal y
gran parte de la opinión pública no quiere creer que Nisman se haya suicidado,
algo que sucede en casi todos los suicidios con connotaciones políticas,
llámese el muerto Alfredo Yabrán o Salvador Allende. También hay que agregar:
padecimos en nuestra historia reciente una serie de asesinatos burdamente
disfrazados de suicidio, como los casos de Lourdes Di Natale, Marcelo Cattáneo
o el capitán Estrada. Estos casos nunca fueron esclarecidos, pero acreditan
diversas evidencias forenses que apuntan al asesinato, cosa que en el caso
Nisman hasta ahora, y bien vale repetir hasta ahora, brillan por su ausencia.
Porque no alcanza con decir que a Nisman se
lo veía bien de ánimo, que los custodios fueron negligentes o que antes de
morir habló varias veces con el agente secreto Stiuso para concluir sin más que
fue asesinado. Que Nisman haya sido asesinado implica, al menos, que alguien
violó la cerradura electrónica de su casa sin dejar rastro, que haya conseguido
hacerse del arma de Nisman sin dejar rastros de un forcejeo, que le haya sacado
la ropa al fiscal sin dejar rastros de ADN en sus prendas (o que lo haya
convencido que se desnude solo), que lo haya conducido al baño sin dejar ni un
rasguño o moretón en el cuerpo del fiscal, que le haya disparado a quemarropa
desde un ángulo ascendente indicativo de una herida autoinflingida, que haya
manipulado un cadáver, una mano y un dedo índice rígidos por el espasmo de la
muerte violenta para colocar la pistola de forma tal que parezca que él se
hubiera disparado a sí mismo, y que haya salido de baño sin dejar rastros pero
habiendo colocado el cuerpo de Nisman de manera tal de que obturase la entrada.
Además, para que la historia cierre, a este brillante y casi invisible supuesto
asesino hay que ponerlo a trabajar en tándem con el más que torpe Lagomarsino,
el colaborador de máxima confianza de Nisman, que sin embargo lo habría
traicionado al darle la pistola a sabiendas de que sería utilizado por el
asesino casi invisible, aunque sin darse cuenta de que, al facilitar su arma,
se estaba implicando en el supuesto asesinato. Todo esto, claro, al amparo de
una zona liberada ordenada por Cristina o Stiuso y una gran conspiración que incluiría
a Berni, los custodios, la ambulancia y los medios que se inclinan hacia la
hipótesis del suicidio, incluyendo esta publicación.
***
Más allá de las marchas y contramarchas y
tanto declaracionismo, las consecuencias concretas de lo sucedido se ramifican
en cuatro escenarios de disputa política, mediática y legal. Primero, la
investigación de la muerte del fiscal. Segundo, la reforma del sistema de
inteligencia. Tercero, la denuncia de Nisman contra la presidenta. Cuarto, cómo
sigue la investigación del atentado a la AMIA sin el fiscal que la dirigía.
Con respecto a lo primero, más allá de lo
dicho más arriba: Está claro que el clima político imperante hace muy difícil
que la fiscal pueda expedirse en favor del suicidio, si es que ese termina
siendo su veredicto, como parecen indicar las conclusiones parciales de la
prueba analizada que viene anunciando. En esto coincido con el colega y
abogado Mario Wainfeld, que hoy escribe en Página/12: "Si no se
sumaran evidencias sólidas nuevas, en algún momento debería dictaminarse que
hubo posible suicidio...En términos políticos, todo indica que un veredicto de
suicidio generaría un torrente de repudio a la fiscal. Se supone que ella
debería pronunciarse según su saber y conciencia. Debería... pero sus derivaciones
previsibles podrían condicionarla. Es muy improbable que no sienta la presión,
consciente o inconscientemente. Prolongar la investigación puede ser un
rebusque para zafar de un escenario difícil de soportar."
Con respecto a lo segundo, el gobierno se
agarra del trámite express de una nueva ley de servicios de inteligencia para
mostrar iniciativa y salir del embrollo que tanto ha dañado su imagen de cara a
las elecciones presidenciales de agosto y octubre. La última vez que llevó al
recinto una reforma judicial, también contó con la inestimable ayuda del CELS.
A falta de una oposición que acuda a sus bancas a legitimar lo actuado, el
gobierno tuvo en la ONG
especializada en derechos humanos la contraparte necesaria para facilitar los
debates, mejoras y compromisos necesarios, evitando así que el Congreso parezca
una mera escribanía. Pero como dijo Gastón Chillier, director ejecutivo del
CELS, "Se aprobó un proyecto mejor. Es el primer paso. El segundo es la
reglamentación, y el tercero, la práctica.” O sea, la ley representa una mejora
significativa con respecto a lo que había hasta ahora, pero más importante será
cómo se regula y como se implementa. Y mientras no se transparenten los
verdaderos motivos para mantener a Milani, mientras no se sepa quiénes son los
jueces, fiscales, operadores y periodistas que cobran sobresueldos de la Secretaría de
Inteligencia, no hay por qué pensar que esta ley, al menos mientras dure este
gobierno, no sea más que un lavado de cara.
Con respecto a lo tercero, hoy viernes
Clarín adelantó en exclusiva que el fiscal Gerardo Pollicita, quien
heredó la causa de Nisman, va a ratificar la imputación a la presidenta, el
canciller y demás acusados. Horas más tarde la primicia se confirmó. Está bien.
Pero, ¿y las pruebas? Una fuente me asegura que D´Elía y Khalil efectivamente
querían acusar falsamente a "un grupo de fachos" para hacer
zafar a los iraníes. ¿Y? Hace falta bastante más para acusar a la presidenta y
su canciller de encubrimiento. Está bien que el fiscal Pollicita investigue
pero es imposible desconocer que esta imputación, al igual que la anterior,
está teñida de intereses políticos y geoestratégicos. La denuncia, más que una
acusación, es una invitación a hurgar en los archivos de la Cancillería y de la Secretaría de Inteligencia.
En ese sentido, si se hace de manera responsable, bienvenido sea. Pero lo
que no quieren admitir los opositores al gobierno -y lo que no sale
en Clarín - es tan evidente como la desnudez de Nisman a la hora de
morir. Esto es, si el fiscal hubiera tenido pruebas convincentes en contra de
Cristina y Timerman, las hubiera incluido en su denuncia de más 300 páginas. Y
si nadie las ha encontrado todavía, y vaya si las buscaron, debe ser porque no
están.
El cuarto punto es para mí el más
importante y preocupante. Los Wikileaks mostraron que Nisman no llevó adelante
una investigación independiente, sino que se comprometió ante una superpotencia
extranjera a seguir exclusivamente la pista iraní. Dicho comportamiento,
registrado en decenas de cables diplomáticos secretos estadounidenses, al menos
compromete seriamente la indagación de Nisman, si es que no la descalifica en
términos éticos, morales y legales. Entonces tenemos a un presidente, Menem,
acusado de encubrir la pista siria, a punto de ir a juicio. Y a una
presidenta, Cristina, acusada de encubrir la pista iraní, a punto de ser
investigada.
En cuanto a pruebas concretas, en veintiún
años no se avanzó prácticamente nada. Eso sí, tenemos cinco presuntos autores
intelectuales: cuatro funcionarios o ex funcionarios del gobierno iraní y
un líder de Hezbolá. El problema es que sin autores materiales no se puede
llegar a los intelectuales. Sin saber quién puso la bomba no se puede saber a
quién obedeció esa persona, porque muchos podrán dar la orden pero sólo el que
lo hizo sabe a quién obedeció. Por eso no existen muchos antecedentes de
crímenes en los que se conoce quién lo ordenó sin saber quién lo hizo. Es de
por sí demasiado raro.
Más grave que el problema de resolver quién
cometió el atentado es no poder hablar del tema. Con la AMIA pasó algo parecido a lo
que pasó con la convertibilidad en los años noventa. La premisa básica no se
podía cuestionar, había que ser un economista neoliberal para opinar del tema y
cualquiera que hablara desde afuera era un burro o un ignorante. Hasta
que esa careta se cayó. Con la
AMIA pasó lo mismo. Durante años había que ser un experto en
abogacía, servicios de inteligencia, Medio Oriente y unas cuantas cosas más
para poder emitir una opinión disonante al pensamiento único. Un pensamiento
único o política de Estado de defender la investigación de Nisman contra viento
y marea que incluyó al juez, a la
AMIA y a la
DAIA , al gobierno, a la oposición, y a los medios k y anti k.
Una política impulsada y alentada por los gobiernos de Estados Unidos e Israel
y por el interés del gobierno argentino de posicionarse en la alianza
occidental, más allá de sus coqueteos bolivarianos.
No importaba que cuatro respetados
autores de libros de investigación sobre la AMIA habían concluido poco después del atentado
que no hubo coche bomba, o sea que no existió piedra basal sobre la que se
montó la versión oficial que no ha cambiado en estos 21 años. Total, lo que
importaba era que el bombazo fuera obra de los iraníes. La historia oficial
tampoco cambió en 1997 cuando Jorge Lanata puso al aire un video
mostrando cómo el entonces juez de la causa, Juan José Galeano, coimeaba al
único imputado por participar en la preparación del atentado, Carlos Telleldín,
para que acusara de poner la bomba a un chorro de la policía bonaerense
que no tenía nada que ver. Total, los autores intelectuales seguían siendo los
iraníes. Tampoco se torció la historia en el 2010, cuando los Wikileaks
mostraron cómo los estadounidenses interfirieron en la investigación
instruyendo al fiscal que persiga a los iraníes y sólo a los iraníes y
recibiendo a cambio información privilegiada de la causa. El apoyo a Nisman
siguió intacto. Hasta que el gobierno negoció con Irán, mal o bien, hace dos
años, la investigación de la AMIA
no se podía cuestionar. Pero, ¿donde están las pruebas? No es tan complicado,
están o no están.
Y lo que lo que hay son informes de
inteligencia secretos que no se pueden corroborar, un denunciante profesional
que ha recorrido el mundo testificando sobre demasiados episodios, un varias
veces arrepentido mantenido a sueldo en Alemania por nuestra Secretaría de
Inteligencia para que no cambie su testimonio una vez más, un brasileño
de película que alguna vez avisó que algo iba a pasar antes de desaparecer en
el submundo de los espías, una prostituta que conocía a algunos espías...En
fin: nada concreto y tangible.
El trágico recorrido que empieza con la
firma del acuerdo con Irán, sigue con el desplazamiento de Stiuso de la Secretaría de Inteligencia,
se prolonga con la denuncia de Nisman contra la presidenta y desemboca en la
muerte del fiscal, ha tenido como efecto colateral el desnudar la trama de
complicidades y encubrimientos que descarriló la causa AMIA desde el primer
día. El tema es qué hacemos con esto, ahora que vuelve a salir
a la luz.
Hoy viernes la procuradora Alejandra Gils Carbó nombró a un
equipo de fiscales que ya han sido criticados por la oposición por adherir a la
agrupación judicial protokirchnerista Justicia Legítima. Con semejante
debut será muy difícil evitar que intereses políticos de uno u otro lado
condicionen la investigación.
Mientras tanto, esta semana un grupo de
respetados juristas e intelectuales propusieron la creación de una
"Comisión Nacional de Esclarecimiento del Atentado a la AMIA " al estilo
CONADEP. "Es en este contexto que los abajo firmantes creemos
indispensable la convocatoria por parte del Poder Ejecutivo Nacional a una
`Comisión Nacional de Esclarecimiento del Atentado a la AMIA ´ bajo la premisa de que
la misma opere con plena independencia y capacidad de actuación y que cuente
con los recursos necesarios para efectuar su tarea. Tanto a partir de
nuestra experiencia con la `Comisión Nacional sobre la Desaparición de
Personas´(CONADEP) como con experiencias en otras latitudes, se ha podido
constatar que esta clase de instrumento es apto para hacer un mejor diagnóstico
de una situación compleja y delicada, para revisar una política pública
desacertada o para evaluar el fracaso de una estrategia, entre otras. En
nuestro caso, se trata de un mecanismo imprescindible para abordar un ejemplo
emblemático de impunidad que está horadando la democracia argentina pues pone
en entredicho y deslegitima a instituciones del Estado, así como a partidos y
dirigencia política. De allí que creemos que una Comisión como la sugerida,
reputada respecto a la honestidad y capacidad de sus miembros, plural en
su conformación ideológica y diversa en su procedencia disciplinaria, puede
contribuir decisivamente a dar luces en cuanto al atentado a la AMIA ”, señala la propuesta.
Lleva la firma de nada menos que Víctor
Abramovich, Carlos H. Acuña, Eduardo Anguita, León Carlos Arslanian, Abraham
Gak, Roberto Gargarella, Luis Moreno Ocampo, Vicente Palermo, Beatriz Sarlo y
Juan Gabriel Tokatlian. Se trata de un texto llamativamente entusiasta y
optimista en medio de tanta angustia y oscuridad. Sobre todo para el inicio de
una investigación después de dos décadas de pruebas perdidas.
Se trata, claro, apenas de una idea. Pero no tengo una mejor. Estamos en la Argentina , donde todo puede pasar, menos darnos
por vencidos.
* Publicado en Revista Anfibia bajo el título "Pruebas y sospechas"
sábado, 7 de febrero de 2015
Nisman, espionaje y geopolítica x Santiago O´Donnell
Ya pasaron algo más de un par de semanas desde la muerte de Nisman y desde aquì mis condolencias a la familia del fiscal. En la Argentina se vive con angustia, con una gran sensación de inseguridad y se dicen muchas cosas, pero por debajo de la política y el sensacionalismo un nuevo tipo de miedo parece haberse instalado en la sociedad. El miedo a la impunidad, pero a la impunidad en serio.
No tanto por la muerte del fiscal, porque no tiene tanto misterio como parece. Más allá de lo insondable de la mente humana y más allá de que en el futuro la investigación pueda tomar un giro inesperado por la aparición de alguna prueba contundente, lo que se sabe hasta ahora es suficiente como para hacernos una buena idea, más allá de lo que cada cual elija creer. Lo que se sabe es que Nisman le pidió prestada un arma a su colaborador más cercano, después de pedírsela sin éxito a su guardaespaldas más cercano, y apareció muerto al día siguiente con un balazo en la cabeza en un baño cerrado de un departamento cerrado, sin rastro alguno de que esas entradas hayan sido vulneradas, sin que se encontrara ADN de una tercera persona ni señal alguna de su presencia en ese ámbito cerca de la hora del desenlace fatal.
Si queremos pensar que lo asesinaron, tendrìa que ser alguien muy cercano a Nisman para que no despierte sospechas, o un experto en cerraduras electrónicas tan sigiloso que logró sorprenderlo y a la vez tan convincente que logró que Nisman no se resistiera, ya que el cuerpo del fiscal no presenta ni un sólo golpe o rasguño., Los exámenes toxicológicos estarán listos en un para de semanas más, pero asumiendo que no lo drogaron, el intimo amigo sigiloso experto en cerraduras y convincente chamuyero también tendría que ser hipnotista para persuadirlo a Nisman a que se desnude y se meta en el baño y que le sostenga la puerta mientras él lo mata, borra las huellas digitales, pone la pistola en la mano del fiscal y su dedo índice en el gatillo, para que cuando el fiscal se desplome, el cuerpo aparezca apoyado contra la puerta y obturando la entrada.
Dadas las circumstancias no puede sorprender que la fiscal siga como hipótesis principal que Nisman se suicidó. Quienes nos hemos dedicado alguna vez a la perversión de investigar noche a noche muertes violentas, en mi caso como reportero de policiales del Washington Post entre 1991 y 1994, durante la epidemia de homicidios más severa que jamás haya conocido la capital estadounidense, sabemos que nada es tan redondo y contundente como aparece en series tipo CSI o Criminal Minds. Pero también aprendemos, después de ver muchos muertos con ojos abiertos y sorprendidos, y de escuchar a muchos deudos negándose a aceptar lo sucedido, esa máxima de la crimínalistica que dice, con lógica irrefutable, que los cadáveres hablan.
El miedo, entonces, va más allá de lo que le pasó a Nisman, Tiene que ver con lo que Nisman investigaba y con lo que acusó a Cristina Kirchner de encubrir. O sea, tiene que ver con los 85 argentinos muertos en la voladura de la AMIA y con el tomar conciencia, 20 años después, que no tenemos ni idea quiénes los mataron. Lo cual significa que quienes lo hicieron pueden hacerlo otra vez y si no lo hacen es porque no quieren y no porque generamos una respuesta con nuestras instituciones, con nuestra Justicia y con nuestro servicio de inteligencia que impide que vuelva a suceder. Más allá de las eternas y nunca comprobadas teorías conspirativas, el 9-11 tiene sus culpables. Atocha los suyos, Londres los suyos y Charlie Hebdo también. Nosotros no.
El miedo, entonces, tiene que ver con el encubrimiento y con lo que seguimos encubriendo.
Empieza con un acuerdo entre Argentina, Estados Unidos e Israel para culpar a Irán desde el principio de la investigación,. Con un coche bomba completamente desmentido por la evidencia forense, con una célula de Hezbolá que habría actuado en la Argentina con más sigilo que el asesino fantasma de Nisman, con apoyo logístico de no se sabe qué desde la estigmatizada Triple Frontera, con destrucción de cassettes con escuchas. Con el juez Galeano , con los fiscales Mullen y Barbaccia, con el ex jefe de la SIDE Anzorreguy, con el ex comisario a cargo de la Unidad Antiterrorista de la Policía Federal, "Fino" Palacios, y con el ex presidente Menem procesados por coimas, encubrimientos, fabricación y destrucción de pruebas y diversos prevaricatos y violaciones a los deberes de funcionario público diez años después.
Sigue con la decisión de Néstor Kirchner en el 2004 de poner a Nisman y al agente de inteligencia Stiusso a cargo de la investigación.y una política de estado de sostener contra viento y marea la hipótesis oficial. Ambos habían participado activamente en la ya por entonces escandalosa investigación de Galeano y compañía siguieron con las mismas pistas, las mismas fuentes y los mismos sospechosos que sus antecesores. Y el miedo tapó lo obvio. Nisman y Stiuso pensaban y decían que sus antiguos jefes habían acertado el camino pero no la forma de transitarlo. O sea, los encubridores no eran malos, sólo habían sido desprolijos. Nisman y Stiuso nunca iban a llagar a los autores del atentado por el camino lógico, que es averiguar a quiénes encubrían los encubridores y por qué, porque ya habían elegido mantener la historia de los encubridores, o sea el encubrimiento.
Y así llegamos a un caso que no debe tener muchos antecedentes en la historia: se acusa a los presuntos autores intelectuales sin saber quiénes son los autores materiales. Y se los acusa en base a testimonios de tercera mano de testigos dudosos e interesados, que estaban a miles de kilómetros de donde el atentado supuestamente se decidió.
Es importante señalar que en ese momento Estados Unidos se encontraba en plena campaña para sancionar a Irán por su programa nuclear, George W: Bush había colocado a ese país en el centro del Eje de Mal y en la lista de patrocinadores de terrorismo y buscaba su aislamiento internacional porque tanto su gobierno como israelí estaban convencidos que los iraníes estaban fabricando una bomba atómica. Israel amenazaba con invadir y se aprestaba a bombardear las centrales nucleares iraníes y declaraba al régimen de los ayatolas como su mayor enemigo en todo el mundo.
Los cables del Departamento de Estado estadounidense filtrados por Wikileaks desde y hacia embajadas estadounidenses en América Latina muestran un celo casi obsesivo de Estados Unidos con respecto a la presencia de Hezbolá y sobre todo de Irán en la región, inclusive durante los primeros años del gobierno de Barack Obama, cuando Washington ya había empezado abrir discretos canales de negociación con Teherán para combatir al Talibán en Afanistán y para negociar una salida a la guerra civil en Irak. Pero más allá de lo que pasaba en Medio Oriente y Asia menor, en Latinoamércia Irán seguía siendo el principal enemigo, el reemplazo del oso soviético y el cuco cubano, al menos para el sector latino del Departamento de Estado, cuya burocracia había funcionado durante décadas con la preocupación casi excluyente del régimen castrista, colonizada por viejos guerreros de la Guerra Fría como Roger Noriega y Otto Reich, que seguian la misma lógica con el nuevo cuco iraní: cuanto más cerca de ellos, más lejos de nosotros. Así lo demuestra un cable de enero del 2009 firmado por Hillary Clinton y dirigido a 24 embajadas de latinoamérica y el caribe, más la unidad de inteligencia basada en La Habana que cito en mi libro Argenleaks:
Los analistas de Washington afirman que Teherán está extendiendo su mano a los países latinoamericanos para reducir su aislamiento diplomático e incrementar sus vínculos con gobiernos izquierdistas de la región, que, según la percepción de Teherán, comparten su agenda estadounidense. El presidente Mahmoud Ahmadinejad parece ser la fuerza impulsora detrás de esa política.
A continuación el cable pasa del análisis a un cuestionario sobre las actividades de Irán en cada país desde sus vinculos con Hezbolá y con los espías locales, hasta qué hacen los estudiantes "adoctrinados" en Irán cuando regresan a sus países americanos.
A su vez el gobierno argentino, a diferencia de sus amigos bolivarianos, mostraba un férreo alineamiento con Estados Unidos en el tema que más interesaba a Washington, el de la seguridad internacional post 9-11. Un cable de diciembre del 2004 citado en el mismo libro muestra que dos meses antes los gobiernos de Kirchner y Bush habían firmado un acuerdo de cooperación entre las agencias antidroga de los dos países que Washington "venía buscando desde hace más de diez años".O sea, desde la época de las relaciones carnales. O sea, ni Menem había dado tanto acceso y libertad de acción a los agentes estadounidenses como Néstor,
Y a diferencia del Brasil de Lula, la Bolivia de Evo Morales, la Venezuela de Chávez, el Ecuador de Correa y la Nicaragua de Ortega, Néstor guardaba una considerable distancia con respecto a Irán. Argentina votaba codo a codo con Washington en la agencia de energía atómica de Naciones Unidas (AIEA) cada vez que había que sancionar a Teherán. Y fue Néstor quien denunció a Irán como estado terrorista en la asamblea de Naciones Unidas en septiembre del 2007 en un discurso que según los cables fue tan festejado en la embajada de Buenos Aires como en la fiscalía de Nisman. Para que no queden dudas en Octubre del 2006, en un cable citado en mi libro Politileaks el entonces ministro del Interior Aníbsl Fernández le dijo al embajador estadounidense que Néstor nunca negociaría con los iraníes, a los que no dudo en llamar "terroristas".
Fernández contó que tras asumir en el 2003 el presidente Kirchner dijo, en referencia a la AMIA, que no habrá pactos de impunidad. Fernández entonces citó a Ariel Sharon y dijo que no se puede negociar con los terroristas y que somos socios y hermanos en este tema.
Un detalle para nada menor sobre los cables de Wikileaks de América latina: casi no aparece la palabra Al Qaeda (el Estado Islámico surgió después de la filtración, que termina en febrero del 2010). Sin embargo, los autores de todos los grandes atentados de terrorismo islámico en Occidente, de Nueva York a París, de Madrid a Londres, son yihadisitas sunitas de Al Qaeda y el Estado Islámico_los mismos que están en guerra desde hace siglos con los islamistas chiítas de Irán. Es más, amén de Argentina, casi no se conocen grandes atentados terroristas atribuidos a Irán y Hezbolá fuera de Medio Oriente. Por eso era tan importante adjudicarles los atentados de la AMIA y de la embajada israelí de 1992, aún antes de que los iraníes fueran encontrados culpables en un juicio. Para mantener la imagen de esas entidades como patrocinadores del terrorismo y enemigos de Occidente, para poder aislar y castigar a Irán, objetivo prioritario en ese entonces de Estados Unidos e Israel.
Por eso, más allá del desplante del 2005 por el tema del ALCA en la cumbre de Mar del Plata, en lo que realmente le interesaba a Estados Unidos, Néstor era un soldado de la causa.
Después algunas cosas empezaron a cambiar. Las guerras en Medio Oriente hicieron que Estados Unidos descuidara el patio trasero y emergieran la Unasur, la Celac y la idea de un bloque sudamericano. La crisis del 2008 trajo a China como principal socio comercial de la región reemplazando a Estados Unidos y Europa. Los BRICS se fortalecieron, instalándose como polo altrernativo de poder. La elección del moderado Hasan Rohani en Irán en el abril del 2013 abrió el camino hacia una solución negociada para programa nuclear de Teherán.
En medio de todo eso, hace dos años Cristina firma un acuerdo con Irán para llevar el caso AMIA a una Comisión de la Verdad internacional. La movida la puso en sintonía con el liderazgo regional de Lula y los amigos bolivarianos de los K, pero sabiendas o no, marcó un quiebre con Washington, como si Cristina se hubiera mandado una suerte de avivada imperdonable. Con o sin negociación nuclear, para los latinoamericanistas del Depatamento de Estado Teherán seguía siendo un régimen negacionista, antisemita y violador sistemático de los derechos humanos, promotores del antiamericanismo más recalcitrante en el mundo. Sobre todo, seguían siendo los terroristas que habían volado la AMIA. Cristina dice que lo hizo porque la causa no iba a ningún lado y en eso hay que reconocerle que tenía razón. Sea como sea, terminada la colaboración entre Washington y Buenos Aires, entre Obama y los K, en el único tema bilateral que realmente le interesaba a los norteamericanos, Stiusso y Nisman quedaron colgando de un pincel.
Hasta ahí el escenario geopolítico que se desprende de los recortes de diarios y los cables de Wikileaks. Después está el temita de la guerra de espías. Hace algo más de un mes Cristina desplazó a la cúpula de la Secretaria de Inteligencia, incluyendo Stiusso. Si sólo hubiera echado a Stiuso se podría decir que se lo estaba castigando por vender humo en la causa AMIA. Pero como echó a toda la cúpula hay que pensar en otras razones y esas razones son bastante obvias.
Es un secreto a voces desde los tiempos de la famosa servilleta de Corach que desde hace años la agencia estatal de espionaje se usa para sobornar y chantajear a jueces y fiscales para que actúan de acuerdo a los deseos del gobierno de turno. Al mismo tiempo que descabezaba la secretaría Cristina denunció una fuerte ofensiva judicial en contra de su entorno, como si se tratara de una conspiración.
La realidad indica que durante su paso por los más altos cargos de la función pública el matrimonio Kirchner se ha enriquecido de manera grosera, teniendo como socio a nada menos que al principal contratista de obra pública del país, hoy imputado por lavado de dinero, mientras otros amigos, allegados, parientes y secretarios también han incrementado su patrimonio de manera asombrosa.
Demás está decir que un presidente o un alto funcionario, en tanto servidor público, no debería hacer ningún negocio mientras ejerce su mandato, ya que bastante tiene con el manejo del país y para eso le pagan un buen sueldo. Y mucho menos dedicarse a negocios opacos, plagados de conflictos de interés y extraordinariamente redituables como los que eligieron Néstor y Cristina a lo largo de la década K.
No queda bien, y además inspira denuncias judiciales. Ahí entra a tallar Stiusso, el chico malo terror de jueces y fiscales, o el amigo silencioso que dispensa los sobres de la cadena de la felicidad. Mientras los Kirchner se mostraron poderosos, las causas ser cerraban o dormían el sueño de los justos con asombrosa regularidad. Al parecer, el superespía promovido por Néstor venía atajando todos los penales judiciales que le pateaban a los K. Más que preguntarse por qué las causas avanzan ahora que Cristina está débil porque llega al final de su mandato, quizás deberíamos preguntarnos por qué las denuncias no avanzaron mucho antes. Y Stiusso sería al menos una buena parte de la respuesta. "Yo le fui leal a todos los presidentes que me tocaron," se ufanó hace muy poco ante la revista Noticias, Pero tampoco puede hacer milagros.
Habrá perdido motivación después de que Cristina lo dejara pagando con sus contactos estadounidenses e israelíes en la investigación-encubrimiento del atentado, puede ser. Pero tanto en su misión de embarrar la causa AMIA como en su otra tarea, la de embarrar a jueces y fiscales, a políticos y periodistas, esa función que tan bien ilustrara Gustavo Béliz en su recordada despedida, no tenemos por qué´no creerle a Stiusso que hizo lo que pudo y que fue leal hasta el fin, o al menos hasta que lo echaron.
El miedo, entonces, con Stiusso suelto, con Nisman muerto y con Cristina presidenta, es por lo que se viene por no saber lo que nos pasó.
miércoles, 4 de febrero de 2015
Europa después de Grecia - Por Santiago O´Donnell
Para entender mejor el impacto en Europa del triunfo de la izquierda en Grecia consultamos al reconocido europeísta suizo Philippe C. Schmitter, profesor emérito del Instituto Universitario Europeo. Desde su casa en Florencia , donde vive hace más de veinte años, atiende el teléfono en italiano, saluda en español y contesta preguntas en inglés con un vozarrón alegre y enfático como el ho-ho-ho de Papa Noel .
"¿Estás listo? ¿Tienes para anotar?" pregunta y digo sí.
Entonces arranca diciendo que la elección en Grecia marca hito histórico, pero enseguida empieza a señalar algunos límites. Antes que nada, los límites del llamado efecto contagio en distintos países europeos, que tanta expectativa genera entre los simpatizantes del nuevo gobierno, tanto dentro como fuera de Grecia.
"Primero lo obvio: se trata de la primera victoria electoral de la izquierda-izquierda en Europa desde la segunda guerra mundial y tiene mucha influencia en el sur de Europa sobre todo en España con Podemos. Pero en Europa del norte el impacto es limitado."
A continuación describe el también límitado del margen de acción con el que cuenta Syriza, la formación que conduce el primer ministro griego Alexis Tspiras, en cuanto a lo que puede hacer a nivel nacional.
"Hay que entender que no fue una victoria aplastante. Los partidos de centro obtuvieron más votos que Syriza. Lo que pasa es que el sistema electoral griego le otorga a la primera minoría 50 bancas más en la legislatura de lo que le corresponde por proporcionalidad (sobre un total de 300) para ayudar a formar gobierno (un sistema llamado de "proporcionalidad reforzada") y aún así por muy pocos votos, no pudo formar gobierno propio y debió aliarse con un pequeño partido de la derecha nacionalista. El único tema que comparte Syriza con su aliado de la derecha es el rechazo a las medidas de austeridad y una renuencia cumplir con las obligaciones financieras que le impone la Unión Europea. Fuera de eso no comparten ningún objetivo político y cualquier iniciativa que quiera llevar adelante el gobierno, ya sea una reforma laboral o lo que sea, no va a poder hacerlo porque no tiene un acuerdo para hacerlo."
Sigue con las dificultades que Tsipras enfrenta a nivel internacional.
"¿Entonces que hace Tsipras? Sale de gira y empieza a visitar países donde simpatzan con su discurso antiausteridad como Francia e Italia, a España no viene porque gobierna un conservador como Rajoy, Pero no está claro hasta dónde está dispuesto a llegar. en pocas semanas enfrenta un fuerte vencimiento de deuda y se especula que llegará a algún tipo de acuerdo con los acreedores sin llegar a una restructuración completa, algo temporario. No por casualidad en cada parada Tsipra recuerda la paradoja que en 1953 varios países europeos incluyendo Grecia perdonaron a Alemania la mitad de su deuda. Aunque no diga que se trataba de un monto mucho menor, no deja de ser una paradoja."
Claro que a juzgar por el duelo de declaraciones entre Atenas y Bruselas, la otra opción, que Grecia abandone la Eurozona, también está latente. Pero dadas las características estructurales de le economía griega, a juicio de Schmitter, para Grecia ser un error catastrófico.
"Si, por otra parte la oferta de postergar pagos resulta insuficiente la crisis se profundizaría ya sea porque Grecia se retira de la Eurozona o la Eurozona echa a Grecia. En todo caso se haría una salida negociada para minimizar el costo todo lo que se pueda. Pero el problema es que Grecia no tiene una economía que se pueda describir como sensible a los cambios de precios ("price sensitive"). La economía griega depende en gran parte del turismo. También produce aceitunas y algunas cosas port el estilo pero su principal fuente de divisas es el turismo. Por lo tanto una devaluación de la moneda griega como producto de su salida del euro no tendría el efecto que podría tener en España o Italia, que tienen economías mucho más diversificadas. Entonces la devaluación no tendría el efecto compensatorio de generar empleo a traves de precios más baratos que hagan más competitivos a sus productos. Y el efecto negativo sería una corrida bancaria que ya empezó donde los griego acaudalados se corren al euro o a los lingotes de oro o invierten en bienes raíces en otros países vaciando de capital al sistema financiero. Esto, dicho sea de paso, tendría un efecto inmediato en Chipre, que depende del sistema bancario griego."
El reciente acercamiento de Tsipras al gobierno ruso no sería la solución, dice Schmitter. Al día siguiente de su asunción, en un gesto cargado de simbolismo, el primer ministro griego recibió en audiencia a los embajadores de Rusia y China antes que a ningún otro representante extranjero. Dos días después de asumir, el nuevo representante de gobierno griego en la Comisión Europea declaró que se opondría en soledad a las sanciones europeas a Moscú por su intervención armada en Ucrania. Pero una semana después Atenas cambió de curso y votó en favor de las sanciones.
"En algún momento el gobierno griego habrá pensado que Rusia podría pagarle la deuda pero no va a pasar. Primero porque Rusia no tiene suficiente dinero por la crisis petrolera. Es cierto que Rusia rescató a Chipre pero la gran diferencia es que los depósitos en Chipre eran casi todos de magnates rusos que usaban a la isla como paraíso fiscal, entonces Rusia rescató su propio dinero. En Grecia la deuda es mucho más y la mayoría pertenece a los bancos alemanes. Creo que el gobierno griego se dio cuenta que depende de la buena voluntad de los países europeos y que estaba agotando esa buena voluntad con el tema de Ucrania y por eso se echó atrás cuando se dio cuenta que Rusia no lo va a ayudar."
Mientras Grecia sufriría su salida de la Eurozona, la Eurozona podría beneficiarse con la salida de Grecia, sigue razonando el profesor.
"Existe la teoría del efecto contagio de Grecia se sale de la Eurozona pero muchos expertos piensan que puede ser al revés. Si Grecia se convierte en un caos puede desalentar a los países que están pensando en salirse del euro."
Pero no dejaría de ser un divorcio riesgoso y potencialmente costoso. Si la economía griega se desploma Europa no podría permanecer indiferente sin que sus gobernantes paguen un costo político por mirar y no hacer nada. Para evitar ese escenario, a mediano plazo exisiten algunas alternativas para acomodar la nueva realidad, apunta Schmitter.
"Uno de los proyectos que se4 está discutiendo es el delas llamadas "dos velocidades" o "tres velocidades." Esto es. flexibilizar a la Unión Europea para que existan distitnos niveles de obligaciones. Esto ya ocurre de hecho porque algunos países tienen moneda común y otros mantienen sus propias denominaciones. Siguiendo ese camino, se podrían crear dos monedas euro con distinto valor, una para el norte de Europa y otra para el sur de Europa. Esto facilitaría una devaluación de la moneda en el sur de Europa que podría servir para iniciar una reactivación. Falta limar algunos detalles pèro podría funcionar. Un ,problema es que gran parte de la deuda la tienen los bancos alemanes y esos bancos perdería mucho dinero con la devaluación, Creo que están en condiciones de absorber la pérdida, pero no sé si están dispuestos. También, una reforma como esa requiere la firma de unuevo tratado europeo y en varios países de la unión, como Irlanda, Dinamarca y Holanda es muy difícl ratificar tratados porque se requiere un voto popular (no alcanza con el voto del Congreso), y los votantes europeos tienen por costumbre rechazar tratados continentales. Cualquier referéndum corre el serioriesgo de ser rechazado."
Otra alternativa es que el Banco Central Europeo (BCE) absorba la totalidad de la deuda europea a través de la compra de bonos, cosa que ya está haciendo con parte de la deuda griega. El mecanismo, conocido como "expansión cuantitativa", En sus distintas modalidades se ha utilizado recientemente en Reino Unidos Estados y Japón y hoy es eje de un gran debate financiero en Europa. Tiene la ventaja de que se podría hacer sin pasar por un proceso ratificatorio país por país sino que bastaría la voluntad política de la dirección BCE. Pero esta alternativa también enfrenta grandes obstáculos advierte el analista.
"Una manera de no repudiar la deuda es transferirla en su totalidad a la Unión Europea. El BCE ya lo viene haciendo en Grecia pese a que va en contra de sus propias reglas internas. El BCE tiene un larga historia de torcer las reglas del juego sin terminar de romperlas y podría dar un paso más y comprar bonos en todos los países, con lo cual la tase de interés de la deuda caería en el sur de Europa por el mayor respaldo que tendrían esos préstamos, lo cual permitiría retomar el crecimiento enconómico. Pero para que esto pase los alemanes tienen que estar de acuerdo, porque son la fuerza principal dentro de la Unión Europea. Y esta solución es extemadamente impopular en Alemania y uno debe preguntarse hasta qué punto un gobierno democrático puede adoptar una política tan alejada del deseo de sus representados. Entonces la opinión pública alemana sería un obstáculo, pero además hay otro problema. La República federal de Alemania tiene la Corte Suprema más poderosa y activa de toda Europa. Cada vez que la Unión Europea propone una reforma algún grupo hace un reclamo judicial que llega a la Corte Suprema, donde el resultado es impredecible. En otras palabras, la herramienta de expansión cuantitativa es rehén no sólo de la opinión pública alemana, sino tambén de su Corte Suprema."
Más allá de los desafíos a enfrentar y y los obstáculos a vencer, el triunfo de la izquierda en Grecai cambia la dinámica y empuja a Europa hacial el cambio. El keynesianismo de Obama funcionó, mal que le pese a los republicanos, dice Schmitter, mientras que la política de ajuste permanente mantiene a Europa estancada.
"Algo van a tener que hacer,..y eso es todo lo que tengo para decir," termina.
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