–Ecuador tiene las leyes más duras de la región limitando la libertad de expresión y, al mismo tiempo, le da asilo a usted, que es un icono de la libertad de expresión. Quisiera preguntarle al respecto.
–Simpatizo con los dos lados del debate. Por un lado, he sido sujeto de abusos por parte de los medios oligárquicos de la derecha que están controlados por grupos de interés privados.
–¿Pero no solíamos decir los periodistas que daríamos la vida para defender esos abusos verbales, aun cuando seamos los destinatarios, porque creemos en la libertad de expresión?
–Libertad de expresión... está la libertad de expresión individual, que nunca puede ser abusada, pero... yo también lo veo desde una perspectiva industrial. Yo creo que un individuo debería ser capaz de decir lo que quiera y si lo que dice no es verdad tendría que ser penalizado de alguna manera. Como medio, WikiLeaks tiene el mejor registro del rubro en tanto ha publicado más de ocho millones de documentos secretos, todos verdaderos, sin haber sido desmentido, así que aun desde el punto de vista institucional nos molesta cuando alguien publica algo que no es cierto, u obtiene popularidad o poder político a través de mentiras. A nivel individual, los gobiernos no deberían tener la capacidad de desplegar recursos policiales, de la Justicia criminal o del Estado en contra de personas por decir cosas que no son ciertas, porque lleva a la selectividad y a los abusos. Si todos los ciudadanos tuvieran el mismo acceso a la Justicia y si los jueces no fueran parciales, entonces estaría de acuerdo con que la gente fuera penalizada por decir mentiras y dañar la reputación de otras personas.
–Es el sistema tradicional: si alguien calumnia puede ser condenado por hacerlo en la Justicia civil. Para eso no hace falta un tribunal de censura como el que fue creado por la ley de medios de Correa.
–Pero el uso de las leyes de injurias y calumnias es problemático porque el acceso al sistema judicial es desparejo. Es un problema serio. Por ejemplo, en Inglaterra los diarios constantemente injurian a figuras de la izquierda y a cualquiera que desafíe el establishment. Lo han hecho conmigo con mentiras burdas. Pero no lo hacen con los ricos porque sólo los ricos pueden solventar un juicio por calumnias. Siendo así, las leyes contra las calumnias deberían ser abolidas. Cualquier ley que sólo puede ser usada por unos pocos que tienen dinero o están cerca del poder debe ser abolida por ser inherentemente injusta. En este sentido estoy a favor de que haya menos leyes y no más leyes. Pero también está el tema de la regulación de los medios, que es distinta a la del autor individual o el periodista. Cuando un grupo mediático se hace grande tiene la capacidad de afectar significativamente la política de un país, porque se convierte en una entidad estratégica similar a la forma en que un ejército es una entidad estratégica. Puede afectar la soberanía de un país si está trabajando con actores externos: lo primero que hizo la OTAN cuando bombardeó la ex Yugoslavia fue bombardear los estudios de televisión. Murieron muchos periodistas. Lo mismo ocurre en casi todas las guerras y casi todos los golpes de Estado: atacan a los medios más grandes. Porque los grandes medios son uno de los elementos clave de poder de una nación y cuando entiendes eso entiendes que necesitan ser monitoreados y regulados, como los ejércitos y las milicias necesitan ser controlados porque quien los controle puede influenciar significativamente el tejido democrático de una nación. Por lo tanto, considero que una fuerte regulación debe existir para mantener el libre mercado de medios.
–Es lo que hacen leyes de medios como la de Argentina y la de Uruguay: desarman los monopolios. Pero en Ecuador hay un tribunal al que le llega cada artículo para que decida cuál está bien y cuál debe ser multado. En mi opinión, amordaza a la prensa libre.
–Cualquier regulación de medios tiene un efecto paralizante. Las leyes contra las calumnias también. El gobierno ecuatoriano ha introducido nuevas leyes contra la publicación de documentos clasificados con las cuales yo no estoy de acuerdo. Entiendo que las motivaciones detrás de esas leyes no son necesariamente malas, ya que contratistas de seguridad vinculados a los Estados Unidos habían estado hackeando el sistema informático del gobierno ecuatoriano y publicando los materiales como ataque geoestratégico contra el gobierno ecuatoriano para marginalizarlo, porque es más independiente que gobiernos previos. Pero esos documentos ahora se publican en sitios web afuera de Ecuador, en Texas, que es la peor situación posible, ya que ni siquiera pueden ser analizados y discutidos por periodistas locales que los pongan en contexto.
–Otra crítica es que el gobierno ecuatoriano, para llevar a juicio a medios y periodistas, usa la vieja figura de la ley de desacato, que ya ha sido abolida en casi toda la región.
–No soy vocero del gobierno ecuatoriano, que es un gobierno que hace algunas cosas bien y otras cosas mal, como todos los gobiernos, pero entiendo los dos lados del argumento. Algunas críticas a las leyes ecuatorianas de medios son de buena fe pero muchas son motivadas por razones geopolíticas y provienen de grupos financiados por la AID (la agencia para el desarrollo del Departamento de Estado estadounidense).